Adolfo Ángel Velázquez Hernández
Después de más de 15 días de estar en cuarentena, la visión como estudiante cambia por completo. No se trata de “vacaciones” como muchos suelen decir. Y es que, a pesar de que la mayoría de nosotros necesitaba un ligero descanso de las jornadas de estudio; ahora, muchos nos arrepentimos de ello, puesto que uno se acostumbra a la rutina que realiza día con día. Se extrañan las clases con los maestros, las pláticas con los amigos, las bromas con ellos, los momentos divertidos durante las clases, los pequeños recreos y, desde luego, el aprender cosas nuevas de nuestros profesores.
No ha sido nada fácil sobrellevar este aislamiento y este “aburrimiento” que ha generado el medio mes de “descanso”. Realmente no era lo que queríamos; al menos para mí, ha sido muy pesado.
Nos encontramos en un momento donde no sabemos qué pasará mañana, si todo va a estar bien, si las cosas van a mejorar. Creo, el pánico ha invadido a muchas personas. Por las calles he escuchado hablar a la gente con mucho temor. Creo, también, que el miedo está acabando poco a poco con la fe que tenemos. Y es que en estos días he logrado percibir, cierta angustia en hombres y mujeres ante un pensamiento: muchos de nosotros vamos a morir y no sabemos ni por qué sucede esto. Por mi parte, está la incertidumbre por saber qué pasaría si esto llegara a alargarse más, si el semestre se va a perder o si se tendría que repetir.
Realmente extraño las prácticas docentes que estaba realizando. Los niños, sus ocurrencias, sus juegos y, sobre todo, la satisfacción que sentía cuando ellos me decían: “maestro ya le entendí”. Sé perfectamente que aún nos encontramos en proceso de formación, sin embargo, para mí es muy importante realizar diversas prácticas en las diferentes escuelas que nos abren sus puertas dado que, considero, es ahí donde se ponen en marcha los conocimientos que nos bridan en la Escuela Normal. Para mí, es muy importante ayudar a guiar el conocimiento de los niños de los diferentes grados de nivel primaria, en especial, a aquellos que muchas veces son ignorados porque se llega a pensar que ellos no aprenden por más que el docente haga un esfuerzo; y es que, si tan sólo supieran que les hace falta un poquito de mayor atención, otra sería su opinión.
Últimamente he escuchado decir que los maestros no hacen bien su trabajo, que es una labor fácil que cualquiera podría realizar, pero la realidad es otra. Esta contingencia sanitaria nos ha enseñado el arduo trabajo que realizan los profesores para que los pequeños, desde su hogar, aprendan y, de esta manera, puedan avanzar en su formación. Esto, debo decirlo, no sólo se ve en las escuelas primarias. Todos los maestros de los diferentes niveles educativos, se ven preocupados por el proceso que estamos viviendo; de hecho, en estos días, he notado que se desviven por ver que, a distancia, sus estudiantes no pierdan el bimestre, semestre o ciclo escolar; desde luego, adaptándose a las necesidades y a las posibilidades que cada uno de sus alumnos tiene.
No obstante, lo anterior, también he percibido que muchos padres de familia se han quejado porque las escuelas están cerradas y porque sus hijos están más tiempo con ellos; tan es así, que he llegado a escuchar a algunos de ellos, que no saben qué hacer con sus pequeños porque, por más que les han tratado de enseñar, sus hijos no aprenden como tendrían que aprender. ¡No papás! La docencia no es un trabajo fácil. Se trata de entregarlo todo; esto, a pesar del estado de ánimo en el que el maestro se encuentre, el estudiante es lo primero y se le debe sacar adelante.
Ahora bien, durante mi tiempo de estudio, particularmente en las observaciones y prácticas docentes, he vivenciado lo importante que somos para los niños por el ejemplo que toman de nosotros cuando los motivamos y damos la confianza para que se expresen en cada una de las sesiones de trabajo. Esto, si lo comparo con lo que hemos dejado de hacer durante los días en que no hemos tomado clases en la Normal, me resulta difícil de procesar puesto que, en mí escuela, al trabajar bajo la modalidad de seminario, ponemos en marcha un trabajo colaborativo a partir del cual, compartimos experiencias de esas prácticas, así como también, algunas estrategias que nos han funcionado o algunas dificultades que hayamos tenido; hecho que nos permite establecer posibles soluciones para mejorar el trabajo docente que venimos realizando en esas jornadas. Sin duda, la educación a distancia no sustituye a la presencial.
¡Los docentes tampoco descansan! Somos como los médicos, nuestro trabajo también es muy importante, porque gracias a ello, cada una de las personas puede mejorar su calidad de vida, y con ello, mejorar su nación. Esto me permite decir que, a pesar de que no tengo niños en casa para ayudarles en sus tareas, tengo la oportunidad, en otros hogares, de auxiliar a unos niños en sus trabajos que, con esfuerzo y dedicación, sus maestros les han dejado. Y esto lo hago porque sé que ellos necesitan un “empujón” cuando no entienden con firmeza algún trabajo. La motivación que sienten por parte de un adulto, es muy importante. Eso lo tengo muy claro; de hecho, ahora que lo pienso, creo que me he convertido en su maestro temporal o en un maestro interino. En cualesquiera de los casos, aquí sigo, viendo cómo trabajan ellos.
Ahora, si me preguntan si todos tenemos la posibilidad de que quedarnos en casa, desafortunadamente tendría que decir que no todos podemos hacerlo. Ha resultado muy molesto escuchar a ciertas personas decir que los contagios del Covid-19 se han dado por culpa de los “pobres” que no pueden abandonar su única fuente de ingreso y que, por estas razones, el país va a entrar en un contagio masivo. Yo les preguntaría a esas personas ¿Quiénes fueron los portadores del virus y cómo llegó a México? ¿Ustedes qué harían si van al día con su ingreso, con sus alimentos y con sus demás necesidades? ¿Con lo poco que tiene cierto sector de la población en nuestro país, podrían estar en cuarentena?
Desde mi perspectiva, no es momento de encontrar culpables y lanzar culpas a diestra y siniestra, más bien, se trata de cuidarnos los unos a los otros. En este sentido, nuestro papel como futuros docentes, es tomar las medidas de prevención que hasta ahora se han establecido, con el fin de evitar más contagios. Tú, como ciudadano, si está en tus manos ayudar a una persona de escasos recursos, no dudes en hacerlo porque, aunque ellos quisieran quedarse en casa, su situación económica es muy diferente y está fuera de la realidad en la que se encuentra otro sector de la población. Al respecto, recordemos también que hay personas allá afuera dando la cara por nosotros, tratando de ayudar a los que han sido perjudicados por este virus y si, dentro de nuestras posibilidades está quedarnos en casa, o por lo menos seguir las medidas de prevención, hagámoslo, y evitemos complicarle su trabajo para que esta situación no empeore.
No perdamos la fe, y tomemos las medidas necesarias para, en un futuro, continuar con nuestras actividades.
Por el amor que le he tomado a la docencia, y por todos los pequeños que me han inspirado, cuando esto haya pasado, regresaré con más entusiasmo para brindarles lo mejor de mí; de eso puedo estar seguro. Todo pasará en unas semanas y muy pronto, estaremos de regreso.