Vivimos tiempos de reforma es decir tiempos de cambios y de replanteamientos institucionales de cómo concebimos a la educación y la forma de practicarla. En estos mismos tiempos es necesaria la figura de personajes que le den directriz y claridad no sólo al punto a donde se pretende arribar sino también al camino que habrá que tomar para logarlo. No siempre los caminos más cortos son los mejores para el arribo, ni tampoco los más fáciles. Hasta ahora y haciendo un ejercicio genealógico de la iniciativa de reforma educativa (en sus distintas etapas), deteniéndonos más en los discursos articulados a las acciones, nos damos cuenta, de la ausencia de un piloto que le de claridad al tipo de trayecto que vivimos.
Sabemos por los aportes clásicos del marxismo nos dicen que en política como educación nada es neutral, que si bien en el discurso se habla de fomentar una educación con equidad como política de gobierno en los hechos el mismo gobierno se ha asumido como profundamente inequitativo.
El piloto en una iniciativa de reforma es aquel personaje (individual o colectivo), que sirve para darle rumbo y sentido a la trayectoria que vive un proyecto determinado, sabe responder ante las contingencias, tiene muy claro los recursos con los que cuenta para transitar, reconoce con ecuanimidad a aquellas personas que tratan de desconcentrarlo para que pierda el rumbo, su mesura y templanza le permiten asumir una postura sólida ante lo que sucede o puede suceder en un trayecto sobrado de contingencias. El piloto es una forma de asumir el liderazgo.
Para el caso de Jalisco y en general en el escenario global que va dando cuenta el proceso de nuestro país, la alternancia no ha servido para dar lugar a un nuevo o mejor piloto que se encargue de darle rumbo y sentido a los asuntos educativos. La tripulación se ve desconcertada, hay nubarrones permanentes, no aparecen las señales del destino, o del puerto a donde se pretende arribar. El piloto educativo se ha encaprichado, piensa que es más importante poner encima su propia ruta y el estilo personal de hacer el recorrido que de acercarse al resto de los viajeros que van a su lado, de escuchar y hacer caso a otras voces u otras propuestas diferentes a las que siempre lo han caracterizado.
En estos tiempos de turbulencia educativa disfrazada de reforma, es necesario la emergencia de un piloto que sea hábil no sólo para conducir y llevar a buen puerto el proyecto que se le ha dado en sus manos, sino también para sacudirse de la seducción del susurro y del canto de las sirenas, que pretenden desconcentrarlo y llevarlo por otros caminos. La reforma actual necesita de un nuevo piloto, la educación en nuestro país requiere de un piloto que escuche antes de decidir, que observe antes de caminar y que proponga antes de actuar. Pero no todo es culpa del piloto, ni tampoco todo le toca hacer al que está al frente, todos los demás tripulación, pasajeros, invitados, curiosos, tenemos algo que decir; es necesario que cada quien en su espacio y en su lugar sea capaz de pilotear el pequeño espacio que se la he asignado y desde ahí poder cuestionar, criticar y proponer al gran piloto del proyecto.
La reforma educativa en nuestro estado y en nuestro país no sólo requiere un cambio de rumbo, también se requiere un personaje que sea capaz de lograrlo.