La idea de que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) surgió para defender los derechos de los trabajadores de la educación en nuestro país, es precisamente eso: una idea. Para muchos, representa otra cosa, un aliado del estado o, mejor dicho, del gobierno en turno como extensión de su control corporativo y gremial. Esto, porque como bien sabemos, esta organización sindical ha caminado de la mano del Estado posrevolucionario, por el centro político, bajo la ideología nacionalista y populista de la Revolución Mexicana (Góngora y Leyva, 2007), lo cual indica que su origen, estuvo vinculado al gobierno del Presidente Manuel Ávila Camacho y al Partido Revolucionario Institucional (PRI), conocido hasta 1946, como Partido de la Revolución Mexicana (PRM).
De esta forma, cuestionarse sobre la actuación de varios líderes que han ocupado la dirigencia nacional del SNTE es harto pertinente; no en balde se ganaron a pulso aquel mote que en el gremio es conocido como “charro”, en honor quien la historia ha catalogado como el auténtico “charro sindical” en México, de apellidos Díaz de León, por cierto.
Quiero pensar que, astutamente estos “dirigentes”, se han colocado del lado que mejor les ha convenido, más por sus propios beneficios que por los intereses de quienes representan o dicen representar. La historia así lo demuestra. ¿Por qué duró tantos años al frente del SNTE Carlos Jonguitud o La Maestra Gordillo? Es una pregunta que se antoja bastante interesante responder, pero más interesante resultaría saber, ¿cuáles fueron las acciones que éstos emprendieron para “defender” a los trabajadores de la educación de nuestro país?
En este sentido, abro un paréntesis para pedir que no se confunda lo que se conoce como una “conquista” sindical que, desde mi perspectiva no existe, con lo que la misma Ley del Trabajo otorga a los trabajadores al “servicio” del estado, pero también, con lo que se pudo haber “conseguido” a través de ciertas “negociaciones” electorales para, repito, obtener un beneficio propio que difiere, en mucho, de lo que obtiene un trabajador, en este caso, de la educación. ¿Por qué La Maestra llegó a ser, en 2002, secretaria general del partido tricolor? Cuestionamiento que, de nueva cuenta, se antoja bastante interesante responder, pero sigue siendo más interesante saber, ¿de qué forma se mantuvo en el poder en esa organización sindical durante más de dos décadas?
La historia, como decía, nos ha mostrado esa parte del “sindicalismo magisterial” en México que, curiosamente, nos remite a la historia del PRI y, recientemente, a la de Acción Nacional (PAN) y, en estos días, a la de Morena.
Así, como imagen que se desprende de un sueño, traigo a mi mente los eventos rimbombantes y faustosos en los que la figura omnipotente, siempre omnipotente, residía en quien dirigiera los destinos del PRI o, mejor dicho, del SNTE. ¿Acaso no eran lo mismo? Y luego, transcurridos varios años en los que la luna de miel de ese PRI con el pueblo de México terminó. ¿Acaso La Maestra no se sentó a lado del Señor… Fox y Calderón? Sí, los eventos continuaron; los aplausos, los “vitoreos”, el orgullo de ser sindicalista expresado hasta el cansancio por quienes, por años, vivieron, y aún viven, en los Comités Ejecutivos Sindicales fueron una constante. ¿Y los trabajadores de la educación?, ¿sometidos, ninguneados o marginados? Se imagina usted lo que hubiese pasado si, en aquellos tiempos, alguien hubiera levantado la voz para exigir justicia y la defensa de sus derechos ante un patrón arbitrario.
¿Cuál fue el destino de los maestros y maestras con Peña Nieto?, ¿por qué se permitieron los abusos, agresiones y vejaciones en contra del magisterio mexicano? Y de nueva cuenta retornan las imágenes que, por su naturaleza, parecen salidas de un sueño: Díaz de la Torre y Nuño, tomados de la mano, impulsando la mal llamada reforma educativa; sí, de la mano; siempre el SNTE a lado del gobierno.
En consecuencia, no es extraño que, en estos días, se observe el derramamiento de miel sobre hojuelas entre la SEP y el SNTE; sí, una nueva luna de miel entre Cepeda y Moctezuma, que confirma esa alianza inquebrantable entre el gobierno y el “sindicato”. Qué importan los partidos, qué importan los colores si, en resumidas cuentas, como bien diría Monterroso: cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Sí, allí, fiel a sus costumbres; fiel a sus prácticas. Como cuando aquella famosa “Vanguardia Revolucionaria”, grupo de choque del SNTE con Jonguitud Barrios, aplastaba violentamente cualquier manifestación en contra de la organización sindical y, que ahora, se materializa en contra de maestras jubiladas de la Sección 42 de este mismo SNTE puesto que, en semanas pasadas, a empujones y golpes, fueron agredidas por integrantes del Comité Ejecutivo Seccional en Chihuahua. Sí, como bien decía Monterroso: cuando despertó, el dinosaurio estaba allí.
Curiosamente, esto no es de extrañarse; lamentablemente, hemos normalizado este tipo de hechos en los que, como bien decía un abogado: cuando la injusticia entra por la puerta, la ley sale por la ventana; y es cierto. ¿Cuántas injusticias laborales, en contra del magisterio, se encuentran registradas en cada una de las entidades de la República Mexicana? Basta con recordar aquel incidente en Xalapa, Ver. cuando, fuerzas de seguridad de ese estado, golpearon a profesores por oponerse a la evaluación punitiva que trajo consigo la implementación de la mal llamada reforma educativa.
En consecuencia: si exigir la detención ilegal de las cuotas sindicales que el estado de Chihuahua realiza a jubilados y pensionados para entregárselas a la Sección 42; si exigir respeto a los aumentos en las prestaciones que se acuerdan en la negociación nacional única; si denunciar el deterioro de Pensiones Civiles en esa entidad federativa; si exigir una disculpa pública por las agresiones que sufrieron varias maestras jubiladas de ese estado del país; si exigir una atención a ciertas demandas que, conforme a lo establecido en el artículo 10, párrafo II, de los estatutos del SNTE, sobre la defensa de los derechos laborales, sociales, económicos y profesionales de sus miembros como función primordial de este sindicato; si denunciar todo esto es estar en contra del gremio y de sus dirigentes, la verdad de las cosas es que, con las acciones emprendidas por esa directiva seccional con número 42, se demuestra una vez más que, en la representación metafórica del cuanto de Monterroso, el dinosaurio jamás se ha ido, siempre ha estado ahí, pero dudo mucho que se mantenga porque, indistintamente, los tiempos; sí, aquellos tiempos del todo omnipotente se han derrumbado. Si esto no fuera así, habría que preguntarse: dónde está el PRI en estos momentos.
Referencias:
- Góngora, J. y Leyva, M. A. (2008). El SNTE en su encrucijada: política o educación. Serie Ensayos & Investigaciones No. 32. Buenos Aires. Recuperado de: http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/argentina/lpp/snte.pdf