Luis Alan Acuña Gamboa *
A más de 130 días de confinamiento nacional a causa de la pandemia por SARS-CoV-2 (Covid-19) y con un trayecto educativo multimodal a cuestas —el cual se encargado de evidenciar lo bueno, lo malo y lo feo de nuestro Sistema Educativo Mexicano— el regreso a la ‘nueva normalidad’ se está convirtiendo en el objetivo más esperado por la sociedad. Esto no es un anhelo menor cuando el control de las emociones, la carga laboral, las obligaciones y convivencia familiar, así como otras circunstancias relacionadas con el encierro, están al borde de sus límites mínimos, lo que está llevando a la toma de decisiones precipitadas por parte de la sociedad y sus dirigentes.
La reapertura de centros comerciales, restaurantes y demás espacios de esparcimiento, así como pronta respuesta positiva ante esta acción, son prueba de una necesidad por la relación social que, altamente probable, jamás se había experimentando en la era pre coronavirus, pero que ahora se torna como el anhelo general. En esta misma tesitura se encuentra la comunidad educativa nacional que tuvo que adaptarse a las exigencias de ‘Aprende en Casa’, cuyo objetivo principal —al parecer— fue la consecución del ahora concluido ciclo escolar 2019-2020, programa que evidenció fallos desde el diseño hasta su operatividad; grandes problemas pero básicos en esencia, que fueron los resultados de una especie de ceguera institucional blanca (Saramago, 2015) que no quiso mirar al México marcado por las grandes desigualdades socioeducativas en el que este se constituye, lo que generó la exclusión educativa de los grupos menos favorecidos del país (Mérida Martínez y Acuña Gamboa, 2020), así como el crecimiento de una ya muy marcada brecha educativa interregional.
Ante esta situación, todos los niveles de la educación pública y privada en México se encontrarán con un conjunto de problemas y desafíos por resolver al inicio del siguiente período de actividades académicas: rezago educativo, ausentismo escolar, duelo, estrés y depresión, miedo al contacto social, aunado a los arrastrados de otrora (limitado acceso a bienes y servicios por parte de los principales actores educativos, pérdidas constantes de la conectividad a internet, parcas competencias docentes y discentes digitales, etcétera) (AprendiZ, 03/06/2020; Acuña Gamboa, 21/04/2020; Fernández et al., 01/04/2020; Gil Antón, 06/04/2020; Tapia, 24/03/2020). El pronto regreso a clases en la modalidad multimodal, desde esta óptica, continuará siendo un gran reto por resolver por parte de la Secretaría de Educación Pública y de la comunidad de maestros y maestras a nivel nacional; sin embargo, poco nos hemos detenido a pensar en el retorno a las aulas y la educación presencial; es decir, ¿qué pasará en el Sistema Educativo cuando el semáforo Covid-19 esté en color verde?
Una de las grande enseñanzas que deja el Covid-19 para el campo educativo, es que la relación escuela-comunidad tendrá que reconfigurarse a la luz de las necesidades y disposiciones sanitarias que deben entenderse permanentes; así, la ‘nueva’ presencialidad en las escuelas es un eje relevante y digno de análisis por parte de los diferentes actores educativos en aras de buscar opciones seguras para este regreso. Sin embargo; y con la experiencia vivida hasta el momento, es necesario agregar a los debates al respecto, la alta y no deseada posibilidad de nuevos despuntes de contagios por coronavirus así como las futuras embestidas virales, naturales o de otra índole que obliguen el confinamiento total o parcial de la población escolar. Con base en esto, se enuncian algunas recomendaciones para el regreso a clases presenciales, así como para prevenir errores y problemas educativos en futuros escenarios adversos:
- Plan de rotación estudiantil para clases presenciales. Uno de los grandes problemas que presenta la educación presencial (con énfasis en el sector público) es el hacinamiento existente en las aulas escolares. Un salón de clases de nivel básico, medio superior, e incluso superior alberga en promedio de 35 hasta 50 estudiantes en poco menos de cuarenta y ocho metros cuadrados, lo que convierte a las aulas en espacios de muy alto riesgo de contagio. Ante esta cotidianidad institucional, es necesario diseñar un plan de protección sanitaria para estudiantes, docentes y demás actores educativos involucrados que busque aminorar las posibilidades de riesgo; por ello, se sugiere diseñar e implementar un calendario de rotación estudiantil por días o jornadas académicas presenciales y virtuales con la finalidad de reducir hasta un 50% el cupo de las aulas escolares, así, de manera itinerante los y las discentes desarrollarán las habilidades teóricas y prácticas propias de su formación profesional en contextos mixtos de aprendizaje (blended learning o educación multimodal), con lo que se privilegia la integridad física y educativa de la población escolar.
- Diseño e implementación de plataformas educativas para el desarrollo de una educación multimodal. Aunque esto ya es una realidad en muchas Instituciones de Educación Superior (IES), como el caso de la plataforma Educa-t de la Universidad Autónoma de Chiapas, resulta evidente que esto todavía no es una generalidad, aún más cuando consideramos los niveles de educación básica que son la población escolar más grande del país. Por ello; y con la finalidad de pensar en planes de rotación estudiantil para el regreso escalonado a la educación presencial, es necesario considerar como necesidad el diseño e implementación de plataformas educativas que contribuyan a la enseñanza y aprendizaje en escenarios educativos seguros para todas y todos. En este sentido, tanto las IES como la Secretaría de Educación Pública deben iniciar los trabajos de diseño de plataformas educativas con capacidad para obtener objetos de aprendizajes interactivos y lúdicos para estudiantes y docentes, así como un espacio de aula virtual donde se puedan desarrollar comunidades de aprendizaje tan necesarias en estos contextos educativos multimodales. Sin duda uno de los retos también será incentivar a las y los maestros, ya que esto significa jornadas más amplias de dedicación al ejercicio profesional; por ahí las autoridades gubernamentales y universitarias deberán realizar un ejercicio exhaustivo de concienciación y apoyos para la comunidad docente.
- Más y mejores políticas de formación, actualización y capacitación docente para el uso y aplicación de las tecnologías a la educación. Se ha evidenciado que en México las políticas e formación, capacitación y actualización docente realizadas ‘en cascada’ son un claro ejemplo del juego del teléfono descompuesto; a decir, porque la información que llega a las y los maestros frente a grupo es el producto de una serie interminable de interpretaciones de directivos, supervisores, apoyos técnicos académicos, coordinadores de áreas y un largo etcétera que imposibilita demarcar la veracidad de la imaginación y supuestos de los contenidos formativos. De manera específica; es necesario diseñar nuevas y mejores políticas de capacitación y actualización para docentes en servicio, así como de formación inicial para las nuevas generaciones de profesores, en el uso y aplicación de las tecnologías a los ámbitos educativos, con la finalidad de evitar los problemas presentes durante la educación en tiempos de confinamiento, donde la búsqueda sea el:
desarrollo de habilidades básicas para el manejo de los equipos, desde las partes físicas que los componen hasta el uso de las principales funciones y programas … de cada uno… Paulatinamente, los conocimientos pueden y deben hacerse más complejos y direccionados hacia el uso de las [Tecnologías para la Educación] en el aula de clases [junto con un buen plan de] acompañamiento y apoyo técnico de los profesionales en recursos tecnológicos para las escuelas (Acuña Gamboa, 2016, pp. 53-54).
- Uso educativo de las tecnologías en la comunidad estudiantil. En la actualidad niños, niñas y jóvenes ven en los avances tecnológicos, amplias posibilidades de uso para el ocio y el esparcimiento de manera única y exclusiva. De esta manera, el reto resultó y seguiré resultando titánico en la aplicación de estos a los contextos educativos donde el interés tecnológico y la falta de habilidades para la educación multimodal, son el común denominador de las escuelas a nivel nacional. Aunado a eso, es preciso comprender que la necesidad por recurrir a los sistemas multimodales de educación llegaron, aunque de manera abrupta, para quedarse a nivel mundial ante el presente problema de salud pública, así como futuras emergencias que nos lleven al confinamiento educativo. De esta manera, es necesario crear conciencia en las y los estudiantes para el uso educativo de las tecnologías, y suceder el señero ocio por una oportunidad de aprender a aprender en estos espacios sociodigitales. Para esto es preciso que la docencia interactúe más con las tecnologías, que los y las maestras recuperen más objetos de aprendizajes de estos medios y; por qué no, convertirse de manera paulatina en creadores de contenido educativo en las diversas plataformas que están a nuestro alcance.
El Sistema Educativo Mexicano necesitará de una pedagogía Covid y post-Covid que reestructure lo que hasta hace unos meses se conocía por educación, docencia, procesos de enseñanza y aprendizaje, inclusión y equidad, así como derecho y justicia social. De esta manera queda abierto el llamado a las autoridades, docentes, estudiantes, padres y madres de familia para reflexionar y proponer ejes de acción e intervención, ahora que el disco del semáforo no llega al anhelado color verde.
*Profesor Investigador de la Universidad Autónoma de Chiapas, México