Francisco Lozano Díaz*
Nathalie Miss Reyes**
Para saber qué está pasando ahora, podríamos hablar de que ocurría antes en la educación superior modalidad presencial. Casi todo, o al menos lo esencial, tenía lugar dentro de los salones de clase. Pasar de un lugar físico hacia un lugar virtual que tiene barreras como una pantalla, una conexión, un predominio del contenido teórico, se convierte en la principal diferencia con varias derivadas
Aunque, parafraseando a Fernando Savater cuando expuso que: Si educar es caro, más caro es no hacerlo. En este caso, si la educación virtual contiene mayores barreras que la presencial, la mayor barrera será no llevarla a cabo.
Después de todo, somos como aquellas aves que migran por épocas o cambios naturales. Todo con la finalidad de persistir. Así, estudiantado y profesorado migramos de un medio ampliamente conocido como el presencial al medio virtual, nuevo en términos de novedoso. La pandemia (COVID-19) no solo es un cambio sanitario. También, causa la necesidad de nuevos compromisos. En el mundo educativo, compromisos por parte de los docentes, de las instituciones públicas y privadas, de los estudiantes e incluso de la sociedad en general.
Aunque en los educandos, este cambio es una prueba más de identidad. Donde, a modo general, los estudiantes notables demuestran su compromiso con el estudio desde el esfuerzo, la participación y la colaboración para con su proceso de formación sin importar el área de conocimiento.
Así como aquellos alumnos con desempeños mejorables tienen el escenario perfecto para diseñar pretextos y excusas. Tales como no tengo equipo, no tengo conexión estable, no tengo posibilidad ni tiempo e incluso no sé usar la plataforma, menos aún, sé hacer búsquedas de información fiable para documentar el aprendizaje. ¿Es real? ¿O es el momento propicio para el plan perfecto de la desidia?
La generación Z, conocida como generación posmilénica o centúrica (centennial en inglés) está caracterizada por la movilidad, disrupción, dispositivos móviles y convivencia natural con la tecnología de la información y la comunicación. Esta generación que hoy se encuentra en Educación Superior, presenta enormes lagunas de dominio en herramientas, técnicas y estrategias de aprendizaje mediados por TIC. ¿Qué hemos hecho mal?
Lo principal, caer en la falacia de la parte por el todo. Es decir, dominan (o tienen esa sensación) en las redes sociales, donde son hábiles y, poco o nada, es cuestionado. Esto nos da a entender que estamos preparados de un modo sesgado, incompleto y baladí.
Estos tiempos nos dan la oportunidad de reorientar a los jóvenes, conducir a los niños y valorar a los adultos para afrontar el uso de la tecnología desde el conocimiento más allá de lo utilitario. Es momento de pensar la tecnología con crítica y humanismo.
Por último, sin que caiga en el olvido, cabe destacar la reducción de la población estudiantil en educación superior. Este hecho más patente en instituciones privadas por razones obvias de costo. La pandemia conlleva una crisis económica que impacta de inmediato en aquellos gastos que no son vitales.
En definitiva, ahora la educación superior se ha visto afectada en cobertura y alcance. Donde alumnado y profesorado comprometido conviven con la presión de nuevas barreras que dificultan el proceso. A la par que alumnado y profesorado disoluto encuentran el momento idóneo para eludir su responsabilidad. Junto con la tristeza de aquellos que tuvieron que abandonar por falta de medios y recursos. ¿Serán malos tiempos para la Pedagogía?
* Psicopedagogo en Key Learning Solutions y Universidad Tecnológica de México. Contacto: (francisco@klsolutions.mx)
** Estudiante de Pedagogía en Universidad Tecnológica de México. Contacto: (nathalie.miss@my.unitec.edu.mx)