Transformación de experiencias (Parte 1)
Los museos, considerados como espacios de la memoria, guardianes del patrimonio y en años recientes centros detonadores de renovación y transformación social y cultural. Me parece interesante poner en la mesa y reflexionar sobre los términos: Museos de la Era Industrial frente a los Museos de la Era Digital y la proyección que tienen estos conceptos en las dinámicas, formas de ser y hacer de cada una de las personas en estos espacios, o si detonan una verdadera transformación social de experiencias en el visitante acordes a los nuevos tiempos.
Haremos este proceso desde una perspectiva creativa, no solo analítica, que nos permita verlo desde diferentes ángulos que incluyan más visiones que complementen el conjunto. Me encantaría que tomáramos imaginariamente diferentes “sombreros”, uno a uno, blanco, rojo, negro, amarillo, verde y azul; ellos nos permitirán hacernos preguntas, buscar respuestas, mirar desde esa perspectiva al museo. Este método lo propuso Eduard de Bono (De origen maltés, es un escritor y psicólogo por la Universidad de Oxford, además de ser entrenador e instructor en el tema del pensamiento), y lo llamó “seis sombreros para pensar”, nos permitirá por un momento, cambiar nuestra forma habitual de pensar con respecto al museo y nos ayuda a integrar diferentes visiones de esas experiencias.
Sombrero blanco, éste representa la ausencia de color (o la fusión de todos los colores) es neutral y objetivo, plantea los hechos, cifras, como los datos que podemos obtener de una computadora. Entonces, México es uno de los países con más museos en el Mundo, cuenta con alrededor de 150 tan sólo en el D.F, y un promedio de 561 en toda la República Mexicana; además de otras alternativas culturales como las 173 zonas arqueológicas. Espectro cultural que se ofrece para atender a un total de 20 millones de personas potenciales en el D.F y 125 millones en todo el país. De ese promedio, alrededor de 43 mil personas asistieron en los últimos años a museos y 25 mil estudiantes de Educación básica acuden cada año a estos espacios museológicos y culturales, más un promedio de 10,000 visitantes a zonas arqueológicas.
Si contrastamos los datos, observamos que el número de estudiantes que acuden a museos podría ser mayor, y si se suman las familias que acuden con ellos cada ciclo escolar, generalmente a cubrir en muchos casos las tareas. Las temáticas a las que se puede acceder son tan diversas como tipos de patrimonio existen en la sociedad. Por ejemplo, el Patrimonio Natural que incluye los bosques y entornos naturales actualmente muchos de ellos protegidos ¿Recuerdas algún ejemplo? El Patrimonio Cultural que tiene un espectro amplio como el Arqueológico que son los restos arquitectónicos y objetos de uso cotidiano y ritual de los pueblos antiguos. El Histórico con monumentos, documentos, o lugares en donde sucedieron hechos o acontecimientos importantes para un pueblo o un grupo social. ¿Hay alguno en tu lugar de origen? El Artístico que integra pinturas y esculturas, grabados, instalaciones, etcétera, además de las obras murales que hay en edificios públicos, monasterios, palacios, iglesias, etc.
El Etnográfico con objetos de indumentaria, utensilios de uso cotidiano tanto de casa como de labranza, así como las tradiciones o festividades que realizan diversos pueblos indígenas. ¿Recuerdas algunos? El Científico que son los adelantos e investigaciones científicas, procesos, formulas, hipótesis, descubrimientos, etcétera. El Técnico- Industrial que integra las fábricas, sus maquinarias y equipamientos de trabajo, así como las nuevas tecnologías y comunicaciones. ¿Hay alguno en tu comunidad? Y por último el Paleontológico que son los restos fósiles de flora y fauna prehistórica. Con ello, apreciamos que hay una cantidad amplia de temáticas, objetos, lugares, información y experiencias potenciales a las que se puede acceder.
Entonces ¿cómo podrían los museos potenciar la afluencia de visitantes a éstos espacios frente a otras opciones culturales?
El Sombrero Rojo nos puede ayudar a averiguar este aspecto, éste representa las emociones, ¿cómo me siento con respecto a este tema?, consideremos las sensaciones, intuiciones, impresiones que tenemos; no es necesario justificarse por lo que sentimos y no necesitamos dar razones o fundamentarlos; es la contraparte del sombrero blanco.
Elegimos visitar un museo o una temática particular por varias razones: cumplir con una tarea asignada, acudir con el grupo escolar o por gusto; lo que provoca que regresemos nuevamente a este espacio o queramos compartir nuestra experiencia a otros más, se da a partir de la experiencia emocional más que cognoscitiva que tuvimos en él. Por ejemplo, recordar la sensación de emoción durante el recorrido por el camión, la llegada al Museo de Antropología y la entrada a ese gran patio techado con esa impresionante fuente invertida conocida como el Paraguas y seguir nuestro camino hacia la sala Maya y luego bajar a ver la Tumba del rey Pakal, es una experiencia que pocos olvidamos. O aquella otra ocasión que con un grupo de niños, nos “convertimos en mariposas” y volamos con la mirada por el paisaje del Valle de México de José María Velasco en el Museo Nacional de Arte.
Si nos preguntan, podríamos decir que nos encantan los museos de Arte, otros dirán que correr en el bosque, unos más se emocionan en los museos de ciencia. Ken Robinson (Educador, escritor y conferencista británico. Doctor por la Universidad de Londres e investigando sobre la aplicación del teatro en la educación. Considerado un experto en asuntos relacionados con la creatividad), menciona que es necesario encontrar nuestro elemento, aquel en el que nos encontramos completamente “como pez en el agua” y la experiencia en el museo podría indicarnos el norte con respecto a ello si prestamos atención al tema emocional, entre otros. Nos emocionamos al ver determinados ambientes, objetos, cuando nos platican algo muy interesante, cuando hacemos algo divertido o que nos asusta mucho y eso ha pasado desde aquellos primeros visitantes de museos y hasta el presente. Actualmente conviven diferentes tipos de museos y que cada uno nos posibilita un tipo de experiencia que potencia o reprime nuestras sensaciones, emociones y percepciones que también tienen que ver con nuestro cerebro derecho.
Desde su surgimiento, los museos se han gestado en varias generaciones, pongo algunos ejemplos y contactemos con nuestras emociones para averiguar de qué generación de museos somos más afines emocionalmente.
¿Hay un tipo de museo para un Tipo de generación? ¿Los museos pueden adaptarse o cambiar de generación? ¿Cómo puede el museo lograr hacer coincidir todos los tipos de experiencia emotiva y cognoscitiva posibles?
Este es un punto fundamental en nuestra experiencia como visitantes, ponernos el sombrero rojo para entrar al museo y “sentirlo” ese es el reto de éste siglo y que permea transversalmente a todas las generaciones de museos. Los Museos de primera generación son aquellos que surgieron a través de las colecciones que se conformaron, ya sea privadas o aquellas que forman parte de cada nación. El objeto es el elemento central del museo, como una especie de templo, ya que incluso muchos de ellos se encuentran en edificios emblemáticos. A los niños (y secretamente también a algunos adultos) les encantan las historias de reyes y princesas, por ello el Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec es un espacio simbólico o lo emblemático del Edificio que alberga al Palacio de Bellas Artes. Imaginar que pensaron y sintieron los hombres y mujeres de otras épocas al entrar a estos espacios recién creados o contemplar determinado objeto y contrastarlo con nuestra experiencia. Aunque, generalmente los museos de primera generación son más tradicionales, lineales, enciclopedistas en donde predomina la transmisión de información por sobre la experiencia emocional.
Los de Segunda generación son los museos Tecnológicos e Industriales que nos contactan con el presente más cercano, podemos relacionar procesos, avances, herramientas, maquinarias, presentados de una forma más didáctica. Los de Ciencia que generalmente no tienen una colección, escenifican al visitante con equipamientos mecánicos o tecnológicos, por ejemplo, el impacto que tiene la ciencia en la vida cotidiana o algunos experimentos o hipótesis científicas. Una variante son los Museos Etnográficos, los Museos al Aire Libre en Estados Unidos y los Museos Comunitarios. Aquí la experiencia emocional estriba además del contacto con piezas simbólicas de la comunidad, la participación con ambientes y contextos creados y la proyección de la transformación que el hombre hace de su entorno… continuará
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