En este primer encuentro quiero compartir con ustedes que el 18 de mayo de 2015 fue el día Internacional de los Museos y como muchos me uní a la gran audiencia de niños, jóvenes y adultos que acudió a ellos, ya fueran de Arte, Historia, Arqueología, Ciencia, Artes Aplicadas, Interactivos y demás opciones con que contamos en nuestro país, ¡siendo la Ciudad de México una de las ciudades que más museos tiene en el mundo!
Por ello, pongo en ”la mesa” la posibilidad de compartir y debatir con ustedes sobre mi pasión por el museo y por todo lo que en él sucede, ya que es el ámbito en el que he desarrollado mi carrera profesional como educador en museos y sumado a este ámbito el de la escuela, base de mi formación como maestra de educación preescolar. Son el museo y la escuela dos universos particulares que tienen un punto de encuentro: la Educación y los estudiantes de los diversos niveles que acuden a ellos cada año y como todo encuentro propicia el dialogo, el intercambio, la confrontación de ideas, saberes y experiencias para construir juntos nuevas rutas de interpretación.
Hoy en pleno siglo XXI, el museo muestra a sus visitantes muchas opciones de exposiciones, visitas graduadas, además de actividades de expresión e interpretación para cada público; podemos hacer uso de nuevas tecnologías, propuestas interactivas e incluso visitas virtuales que “parecen muy atractivas” y que podemos compartir en redes sociales o internet, entrar a foros y podemos buscar información sobre los temas que nos interesen. ¿Recuerdas algún museo así? También es cierto que este tipo de museo activo, participativo, reflexivo e interpretativo no siempre ha sido así.
Entonces, yo los pongo en el punto cero y pregunto ¿Qué es para ti un museo? ¿Cuál crees que es su vocación?… Más allá del formalismo de una definición, imaginemos su museo favorito como un espacio abierto al público que nos muestra sus colecciones de objetos o equipamientos a través de una historia que quiere contar, para que a todos sin distinción de raza, ideología, sexo, condición física, etc, visiten sus salas de exhibición, e ir borrando la idea que todavía existe de que hay que ser culto o especialista para entrar a un museo.
Lo cierto, es que no salimos del museo igual que como entramos, hay una experiencia de aprendizaje en su interior, antes mucho más formal, académica y rígida, basada en la transmisión de saberes, hoy por hoy pondera el contacto con los objetos para provocar el que el visitante observe atentamente y se deje sorprender por los cuadros, esculturas, objetos, piezas, e “interactuen” con los equipamientos que a su paso los llevan por diversos mundos, temas, culturas, épocas, personajes y lugares; el museo así plantea la experiencia educativa desde el ámbito de la educación no formal ya que aprendemos en todo lugar y en todo momento.
Aquí se vincula un elemento fundamental para la razón de ser del museo: los visitantes que todavía hasta hace poco se les reconocía como “publico general” y hoy tipificamos en una inmensa gama de públicos: niños, jóvenes, adultos, adultos mayores, con capacidades diferentes, vulnerables, etc. Todos recordamos nuestro primer contacto con estos recintos con nuestro grupo escolar, por ello, los museos cuentan con una estadística alta de visitantes de educación básica siendo su público principal, ya que innumerables grupos escolares acuden a ellos a realizar una visita a una sala, cuyo tema está contemplado en los planes y programas y así complementar sus contenidos para poder llevar un reporte a la Escuela sobre su experiencia educativa, que en algunos casos se convierte en un gran “peregrinaje” por sus salas o van de un museo a otro en una especie de maratón, lo que muchas veces provoca que quedemos anestesiados o “vacunados” contra el museo ¿Todavía estas vacunado? ¿Qué recuerdo tienes de tu primera experiencia?
También los fines de semana los alumnos acuden a estos recintos en búsqueda de respuestas al guion de visita que su maestro les dejó de tarea, en compañía de sus padres que los acompañan por un peregrinar en ocasiones rápido para tomar fotografías de las piezas, copiar las cédulas y otra información que pocas veces tiene sentido para ellos. La escuela forma parte del ámbito de la educación formal, así puede contactar al museo con una perspectiva diferente, el museo puede y ha sido tomado como un recurso didáctico, sin embargo la experiencia que ahí se provoca va más allá de cubrir un tema, vincular un contenido del curriculum o la de copiar las cedulas de una sala para cumplir con una tarea. Desde las perspectivas pedagógicas contemporáneas, las personas y en este caso los estudiantes en formación aprenden en el museo a través de preguntarse cosas más que buscar respuestas ya establecidas, consideremos que el museo es dinámico y cambiante, se sigue investigando y pueden surgir nuevas rutas de conocimiento, ese espíritu de búsqueda no debe perderse nunca.
Los profesores posibilitan el vincular los contenidos curriculares con un mundo real de experiencias, entre ellas las que el museo les puede dar, así que por obvio que parezca estos dos universos maravillosos suman y multiplican sus saberes y provocan el dialogo del alumno con la gran herencia cultural de otros hombres, mujeres y niños que vivieron en otro tiempo y espacio para aprender o apropiarse de ellos permanentemente. Entonces:
¿Por qué replicamos los modelos educativos de la escuela en el museo?
¿Por qué no se aprovecha el gran caudal de experiencias que el museo ofrece?
¿Por qué la escuela, o nosotros como profesores solo potenciamos la información sobre los contenidos del museo y no lo proyectamos a las piezas expuestas, sus ambientes y recursos?
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