Ante los nuevos escenarios cargados de incertidumbre y riesgo. Frente a estas circunstancias socio-históricas que nos toca enfrentar y que han colocado a la certeza en el precipicio de lo incierto. Me he preguntado ¿Dónde están los buenos profesores? En esta búsqueda interior, que entra y sale de mi existencia, he podido hacer una descripción breve de estos buenos profesores.
Los buenos profesores, conocen las etapas del desarrollo humano y reconocen en sus alumnos, dichas etapas, de igual forma, conocen los procesos de aprendizaje de sus alumnos, y plantean su enseñanza a partir de dichos procesos de sus estudiantes. Los buenos profesores centran los problemas propios de la comunidad, para incorporarlos a la escuela y al aula, traducidos en problemas del conocimiento, que nos permita pensar interdisciplinariamente junto con nuestros alumnos.
Los buenos profesores conocen el planteamiento curricular de lo que están enseñando. Los buenos profesores adelantan su enseñanza al desarrollo del alumno: de esta forma, y citando a Savater, F. (2002), la intervención docente tiene ganancia pedagógica para el alumno.
Los buenos profesores organizan y evalúan de manera sistemática su labor profesional, seleccionando estrategias didácticas acordes a una perspectiva constructivista de la enseñanza y del aprendizaje. Los buenos profesores exhiben actitudes positivas hacia sus alumnos, que influyen de manera favorable en la autoimagen y expectativas hacia el proceso de aprendizaje de los estudiantes.
Los buenos profesores vigilan de manera permanente su propia práctica docente. Transitan de la práctica a la praxis, de manera permanente. Los buenos profesores aprenden a des-aprender, se declaran incompetentes, desandan competencias adquiridas y generan nuevas competencias docentes.
Los buenos profesores demuestran una ética internalizada, que les permite actuar en base a deberes, antes que obligaciones. Desarrollan un clima escolar favorable para el aprendizaje, observando la convivencia pacífica, la equidad e inclusión educativa. En el aula los buenos profesores confían en sus alumnos, y en los niveles de logro de aprendizaje, que pueden alcanzar. Educan desde las emociones, favorecen la inteligencia emocional, incorporan los estilos de aprendizaje y las inteligencias múltiples.
Los buenos profesores no circunscriben su tarea educativa al aula, van más allá: siguen trabajando en la escuela para el logro de las metas institucionales. Los buenos profesores, mediante su práctica docente, se vinculan la escuela con la comunidad o colonia.
Finalmente, y lo más irónico, es que los buenos profesores cargan con un sistema que les oprime, que les criminaliza, que les factura la debacle educativa, síntomas de sistemas cerrados y arcaicos… Los buenos profesores, resistimos, porque nuestra tarea es formar mejores seres humano, mejores ciudadanos…. Porque tenemos esperanza en las nuevas generaciones. Porque los buenos profesores somos muchos, y estamos haciendo nuestra tarea de manera casi anónima: innovando, corrigiendo, reflexionando, leyendo, escribiendo…. Los buenos profesores, somos incómodos, ese sí que es problema para el sistema. Sin embargo somos muchos, y el momento de salir del anonimato ha llegado. No más grilletes ocultos en trámites administrativos. No más látigo detrás de artilugios legales. Un Estado sin modelo educativo claro, no nos puede vencer. El conocimiento, la experiencia y la fortaleza es nuestra. Somos muchos… y estamos dispuestos a resistir.
Twitter: @drmirandae
Presidente de la Red de Investigación del Norte de México. Supervisor de primarias estatales Zona XXVIII