En estos tiempos en que la vida cotidiana va a gran velocidad, más de la que tenían nuestros ancestros décadas atrás y no decir de aquellos tiempos del siglo XVI en que estos artistas expresaron su creatividad a través del arte. Darse tiempo como visitante de invertir tres o cuatro horas de su tiempo para ver con sus propios ojos algunas muestras pictóricas y escultóricas de estos maestros tiene un gran mérito hoy en día.
Se ha destacado que el Palacio de Bellas Artes en su tercera semana ha recibido a 100 mil personas de todas las edades y puntos de la ciudad, tanto que La Jornada lo ha denominado como un “fenómeno cultural, tanto por su contenido como por la respuesta del público”. De ello, se desprenden varios aspectos, tanto como visitante y como profesional de la educación en museos.
Por un lado, la conformación de estas dos muestras, cuyos artistas visiblemente mediáticos, presentan obras conformadas por alrededor de 140 piezas, presentadas a través de dos guiones curatoriales que plantean ideas muy claras y definidas sobre cada uno de estos Artistas: Miguel Ángel, un artista entre dos Mundos y Leonardo Da Vinci y la idea de la belleza. Es importante destacar la importancia que tienen los objetos en una exposición como eje rector de la historia que se quiere contar, sin embargo, hay que estar atentos como público y encontrar el sentido de conexión que existe entre ellas, más por la gran cantidad de gente que inunda estas salas de exhibición.
Habría que preguntarse como visitante ¿si el objetivo queda claro en mi experiencia dentro de la exposición? Más, cuando hay piezas emblemáticas que roban cámara y nos llaman la atención y seguramente podemos llegar a hacer una muestra paralela con mi propia selección de obras, de ahí la necesidad de ver directamente la exposición con los objetos tangibles del patrimonio artístico mundial, e incluso poder fotografiarlas, aunque en este caso no nos es posible.
Sin embargo, cuando acudimos a una exposición y recorremos las salas viendo una obra y otra y solo leemos las cédulas explicativas, esto no nos permite interactuar con otros y sacar mayor partido a la experiencia, ya que es lo que hemos aprendido desde una educación lineal y unidireccional en donde el museo nos lo dice todo. Necesitamos reconocer que la sola contemplación de las obras no es suficiente, es necesario que en el museo se incluyan estrategias de interpretación que nos ayuden como visitantes a contactar de otras maneras con las obras, ya sea a través de un mediador que nos acompañe o de recursos museográficos, gráficos, electrónicos en sala, descargables, o por internet, etcétera.
Es cierto que en este tipo de muestras existen algunos elementos de difusión o divulgación de contenidos para que el público “conozca más”, información no implica mediación con el visitante, éste puede hacer la recopilación de datos por sí solo, buscando en otros medios y por cuenta propia a partir de su experiencia personal. Al interior del museo la práctica de mediación nos debería permitir establecer un “dialogo entre generaciones”: ¿Qué tenemos en común con estos dos Artistas? ¿Qué condiciones tenían en el contexto en el que vivieron? ¿Qué nos llama más la atención de su vida y obra? ¿Por qué? ¿Por qué decidimos acudir a la exposición? ¿Cómo podemos participar en exposiciones como estas? y otras preguntas que ayuden a los visitantes a detonar las experiencias y conocimientos previos que tienen sobre Leonardo y Miguel Ángel, esto formará un primer lazo emocional y fuente inicial de aprendizaje.
Los visitantes pueden aprovechar su tiempo de espera a la muestra (que en promedio es de 4 horas) y realizar algunas estrategias de mediación, por ejemplo, (estrategia digital) podrían contactar vía internet a través de los celulares con apps o portales de otros museos del mundo que también tienen piezas de estos artistas para adentrarse en el contexto artístico y cultural e incluso enterarse que hay otros dos museos en la ciudad que también presentan exposiciones y actividades vinculadas con el Renacimiento: Museo Nacional de San Carlos y El Museo Interactivo de Economía; habrá una grata sorpresa y es importante que esta cantidad tan alta de público también acuda a estos museos y conocer otras visiones complementarias, así la parte mediática se extiende a otros puntos.
Otra estrategia de mediación es contar con pendones o folletos que destaquen detalles de las piezas que están expuestas y con códigos QR con pistas para observar y que detonarán el interés por descubrirlas al entrar a la muestra. La observación es un excelente vínculo de comunicación, es decir, no solo ver las piezas, observar los detalles, despertar los sentidos para enriquecer su experiencia. Necesitamos como público de museos, ir más allá de una actitud contemplativa y silenciosa a una participativa y dinámica. En donde: interactuemos con las exposiciones, nos acerquemos a los autores (artistas y sus obras), con lo que nos cuentan los curadores (y lo que pensamos sobre ello), conectar realmente con los procesos de creación de las obras y contrastarlo con nuestras posibilidades creativas (lo que podemos expresar en otros lenguajes como la danza, el teatro o la literatura) y tomar un papel activo en la construcción de nuestro propio conocimiento en el contexto del museo.
Es fundamental y así lo hacen los museos, el reconocer la importancia de quien observa, (el público) y potenciar las diferentes miradas sobre el objeto artístico y no solo dar respuestas (las del curador sobre su investigación): ayudar al visitante a reconocer los materiales, herramientas, procesos tecnológicos, ideas de las que surgieron, símbolos que nos muestran; además de los colores, las formas, los sonidos, etcétera. Así, utilizar los sentidos, imaginación, intuición, inteligencia emocional, social y creativa y no solo la racional y analítica para que la experiencia sea significativa. De esta manera, los museos del siglo XXI necesitan proponer nuevos acercamientos y lecturas diversas, plurales, múltiples, no solo al arte, sino a todas las formas de expresión humana que se muestran en sus salas de exposición.
Entonces, el verdadero “fenómeno cultural” se dará también por la participación activa de las personas y estará sustentado en el dialogo, el cuestionamiento, el contraste, la reflexión y una actitud creativa, innovadora y orgánica de aprender. Estamos ahora a nivel mundial en la llamada Era Digital, en una continua Revolución del Conocimiento, de las formas de aprender y de apropiarnos del patrimonio de una manera activa y crítica, interconectada en redes personales y virtuales que hagan nuevas relaciones entre visitantes y colecciones, museos y experiencia educativa. Vayamos construyendo juntos este proceso, profesionales del museo y visitantes.