Juan Carlos Yáñez Velazco
El debate por la vuelta a las escuelas en estos tiempos de pandemia tiene dos posturas firmes: no a la presencialidad, hasta que haya condiciones sanitarias y laborales o vacuna; la otra, prolongar la modalidad remota de educación perjudicará más las posibilidades de los que menos tienen, es preciso, por lo tanto, volver a las aulas, pues distintas evidencias muestran que los niños no son el foco de propagación supuesto.
Se discute el tema en distintas latitudes; en México menos, pero ocurrirá en algún momento con fuerza.
Esta mañana leí el pronunciamiento de un grupo diverso de educadores argentinos; proponen un “acuerdo de concertación educativa” para que el 2021 sea mejor que 2019 y logremos el retorno seguro y con los aprendizajes adquiridos de estos meses.
Mariano Narodowski, uno de los promotores de la iniciativa, en su cuenta de Twitter plantea una idea sugerente para invitar a la lectura: proponer la vuelta a clases sin ideas y criterios concretos, para funcionarios concretos y escuelas concretas, no parece muy productivo. Así lo creo. El debate debe superar la grieta o fractura entre posiciones políticas y pedagógicas e instalarse en otra perspectiva. En México también aplica.
A continuación, por su valía para un debate con ideas, comparto en forma breve los 12 puntos de la iniciativa suscrita por un abanico creciente de personas con posturas divergentes, pero que suman a la necesidad de superar la situación que enfrentan Argentina y otros países del continente.
- Todos queremos que las escuelas reabran y así regresar a la educación presencial.
- La educación debe ser prioridad real, no una mera declaración.
- La vuelta a clases requiere un consenso que incluya a todos los actores de la educación.
- No queda margen para seguir descuidando la infraestructura sanitaria básica en las escuelas.
- Es urgente garantizar las condiciones de conectividad y equipamiento para los sectores que no cuentan con ellas.
- Es preciso mapear y movilizar todos los recursos para garantizar el derecho a la educación, priorizando a los sectores desfavorecidos.
- La vuelta a la escuela no puede ser improvisada.
- Los docentes conocen como nadie el territorio real. Es imprescindible que las decisiones incluyan también a directivos y docentes en los ámbitos de gestión y decisión, dado que las respuestas deberán ser diversas, según las características de cada institución.
- El peor escenario es la autonomía escolar perversa, en la que cada institución y cada docente resuelven los problemas aisladamente y con muy escasos apoyos y acompañamiento
- La escuela es también ese lugar en el que se detecta y actúa ante la vulneración de derechos.
- Los problemas socio-pedagógicos emergentes requieren un abordaje que articule macro y micro políticas educativas.
La número doce la copio completa por su valor y convocatoria: “2021 tiene que ser mejor que 2019. No hay certezas; hay desigualdades y problemas socioeducativos que se arrastran desde hace mucho tiempo. Pero contamos, por un lado, con una enorme experiencia pedagógica y didáctica acumulada gracias al gran esfuerzo que realizaron los docentes este año en todas las escuelas del país, y por el otro con investigación en territorio desde universidades públicas, privadas e institutos de formación docente. Con esa materia prima se pueden dar respuestas nuevas para los desafíos que se nos imponen, esperando que la política educativa las promueva, las apoye, las acompañe y las potencie”.
Un debate educativo razonable, informado y al margen de las posturas pro o contra el gobierno federal (para salvar la “grieta”, dicen los colegas argentinos), es indispensable para que en el regreso a las escuelas aprobemos el examen de las lecciones que no está dejando, a manos llenas, la pandemia.