Sergio Martínez Dunstan
El gobierno federal puso en jaque a los padres, madres y tutores. Les pone la espada de Damocles por delante. O llevas a tus hijos a la escuela para que tomen sus clases presenciales o atente a las consecuencias. Tiene la firme convicción de hacerlo sin importar el costo social, incluso electoral, que trae consigo tal decisión. Se pudiera convertir, en los hechos, en un factor de exclusión. Analicemos el asunto.
Durante el transcurso de la semana, la Secretaría de Educación Pública (SEP) reiteró su postura sobre el asunto. En el blog institucional, difundió cuatro boletines. En el 102 se informó la conclusión del proceso de inoculación a los docentes. En el 103, hizo un llamado al personal que integra las instituciones educativas para regresar a las escuelas. En el 104, dio a conocer las orientaciones de apertura para el regreso a clases emitidas por la autoridad Educativa Federal de la Ciudad de México. Y, en la Conferencia Matutina del 28 de mayo de año en curso, Delfina Gómez Alvarez, máxima autoridad educativa del país, presentó un informe pormenorizado sobre la vacunación al personal del sector educativo. Con ello, dijo, tenemos la posibilidad de regresar a las escuelas el 7 de junio. También hizo saber que se ha reunido con sus homólogos y gobernadores de las entidades federativas para divulgar los protocolos de seguridad.
El Presidente, Andrés Manuel López Obrador, expuso su postura al respecto. Palabras más, palabras menos señaló:
Necesitamos regresar a clases. No podemos demorarnos más. Resta un mes para concluir el ciclo escolar. Hay quienes opinan que mejor sea hasta el próximo pero yo no lo comparto. Cada comunidad educativa lo decidirá. Si no hay acuerdo, si no hay consenso, no se regresará. No es obligatorio, nada a la fuerza. No vamos a pelearnos. Todo por la razón y el convencimiento. Si hay padres que no quieran, están en su derecho. La educación a distancia continuará para sus hijos. Adelantó que la SEP emitiría un lineamiento oficial.
La instrucción presidencial se atendió con el Boletín 105 a través del cual se presentaron las Consideraciones Generales para las comunidades educativas públicas y privadas del país, que voluntariamente decidan iniciar clases presenciales y finalizar el ciclo escolar 2020-2021. El propósito es cumplir con los planes y programas de estudio para el tipo de educación básica y Normal; y de los tipos medio superior y superior que dependan de la SEP, así como aquellos particulares con autorización y/o reconocimiento de validez oficial de estudios otorgado por la Autoridad Educativa Federal.
En las consideraciones aludidas, se plantea casi lo mismo que se estableció tanto en la “Estrategia Nacional para el Regreso Seguro a Clases Presenciales en las Escuelas de Educación Básica durante el Ciclo Escolar 2021-2021” como en la “Guía de orientación para la reapertura de las escuelas ante COVID 19”. Salvo una disposición por demás digna de ser analizada: Textualmente se menciona:
“Los educandos de educación básica cuyos padres, madres o tutores, de forma voluntaria opten por renunciar al servicio presencial, serán incorporados a un programa de renivelación, el cual funcionará conforme las normas de control escolar que emita la Dirección General de Acreditación, Incorporación y Revalidación de Estudios, y que tendrá por objeto valorar los conocimientos del educando durante todo el periodo que se abstuvo de asistir a clase presencial, para que a su regreso al ciclo escolar que corresponda, sea incorporado al nivel o grado pertinente conforme a sus conocimientos y aprendizajes obtenidos”. Y en un párrafo posterior señala: “con objeto de revisar el grado de abandono escolar en el Sistema Educativo Nacional durante el ciclo escolar 2021-2022”. Resalté con negrillas buena parte del párrafo para destacar la importancia del párrafo.
Se prevé que los padres, madres o tutores deberán elaborar una carta responsiva asentando estar de acuerdo de que sus hijas, hijos o pupilos se encuentren de forma presencial o, de igual manera, manifestar su plena voluntad el dejar de asistir.
¡Sopas perico! Voluntariamente a fuerzas. Los sitúa entre la espada y la pared. O llevas a tus hijos a la escuela para que tomen sus clases presenciales o atente a las consecuencias. ¡Órale! Qué fuerte y delicada son las repercusiones implícitas resultado de la elección. La una, de los padres de familia, o la otra, la del gobierno federal. Recordemos que el andamiaje jurídico de la reforma educativa actual, la del dos mil diecinueve, contempla la obligaciones de los mexicanos. Entre ellas, responsabilizarse de que sus hijas, hijos o pupilos menores de dieciocho años concurran a la escuelas, para recibir la educación obligatoria así como participar en su proceso educativo, al revisar su progreso y desempeño, velando siempre por su bienestar y desarrollo (artículo 31 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos).
Al respecto me surgen muchas preguntas, entre otras: ¿en qué consiste el programa de renivelación? ¿un examen? ¿algún curso? ¿o será mero trámite administrativo? ¿bajo qué normas se regulará? ¿a quién le corresponderá operarlo o aterrizarlo? ¿a las unidades administrativas? ¿las escuelas directamente? ¿los maestros? O ¿cómo será el procedimiento? ¿habrá periodos determinados o podrá solicitarse en cualquier momento? Una condición es la de estar inscrito en una escuela. Las otras interrogantes, seguramente se responderán al momento de publicar el acuerdo respectivo en el Diario Oficial de la Federación. Anteriormente, se contabilizaban a los alumnos registrados en el sistema educativo nacional y a quienes, no. A partir de ahora se agrega una tipificación más: quienes están inscritos oficialmente pero que no acuden a clases presenciales y tendrán la posibilidad de regularizarse cuándo deseen regresar bajo los criterios normativos que estipule la autoridad educativa federal.
Lo anterior influirá en decisión que tomen los padres, madres o tutores si acaso tenían la duda de llevar a sus hijos a la escuela para asistir a sus clases presenciales porque esta en riesgo su salud. La deberán pensar muy bien. Nada de que le diga a su hijo… “despreocúpate, no pasará nada si dejas de ir a la escuela en tanto se controle la pandemia”. Y menos que lo diga un director escolar o un maestro a sus alumnos, padres, madres o tutores. “Si no quiere traer a su hijo a clases presenciales, no pasará nada”. Porque sí pasará y mucho. Se reduce también el margen de maniobra que tienen las y los docentes de asistir a la escuela a impartir sus clases. Ellos estarán obligados a hacerlo por su condición contractual salvo que presenten la licencia médica respectiva. Por lo pronto, estarán a la expectativa a ver que dicen sus autoridades educativas escolares de las reuniones que tienen programadas para próximamente con sus superiores. Asimismo, esperaremos a conocer la actitud con la que asumirán la sociedad, el magisterio, los gremios sindicales y las mismas autoridades educativas, quienes tendrán la obligación de cumplir y hacer cumplir lo establecido. Vaya giro que tomó el asunto. Y a usted gentil lector ¿qué opinión le merece?
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