Carlos Ornelas
En la narrativa del presidente Andrés Manuel López Obrador, él y su gobierno de grandes ideales de transformación, son víctimas de innumerables villanos: neoliberales, conservadores, feministas, fifís, empresarios, periodistas y hasta parlamentarios europeos. Quienes defienden a las escuelas de tiempo completo no lo hacen porque sea un buen programa, con dosis de equidad que beneficia a madres trabajadoras y a sus vástagos en la escuela.
No, no los mueve la defensa del derecho humano a la educación ni el interés superior de la infancia. Quieren desbancar a la Cuarta Transformación y preservar privilegios espurios. Pero, se infiere de la retórica de Palacio, la 4T saldrá victoriosa de esos embates y su líder ocupará un lugar en la historia junto a Hidalgo, Juárez, Madero y Cárdenas.
No obstante, en la plaza pública ese relato es cada vez menos creíble ante los ojos de madres de familia cuyos hijos ya no tendrán un alimento balanceado ni más horas de instrucción, con clases adicionales de matemáticas, lenguaje (incluía inglés en muchas de las escuelas), artes, deportes y manualidades. Sus hijos y ellas son las verdaderas víctimas.
Desde una perspectiva más amplia y mirando el conjunto de la política educativa de este gobierno, toda la educación pública es la víctima. Padecemos, como arguyen los autores del libro reciente de Gilberto Guevara Niebla, una Regresión educativa (Grijalbo, 2021). Hay hostilidad de la 4T contra la ilustración. Sin embargo, al atentar contra las escuelas de tiempo completo, el presidente López Obrador tocó una fibra sensible; ataca un proyecto que aportó beneficios tangibles.
Si bien el gobierno ya había desfondado a las escuelas de tiempo completo en los presupuesto de 2019 a 2021; en el de 2022 les asestó la estocada. Les asignó cinco mil millones de pesos, pero dentro del Programa la Escuela es Nuestra, justo el que la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, anunció que nada más será para rehabilitación de planteles. Una decisión impopular que levantó olas, aún entre los fieles de la 4T.
Los mandatarios de Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Ciudad de México, Colima, Estado de México, Guanajuato, Michoacán, Nuevo León, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tamaulipas y Yucatán dijeron que harán esfuerzos por mantener estas escuelas funcionando. Ninguno levantó la voz contra el presidente, pero se notó que aún los de Morena y aliados, valoraron que había más que perder que ganar.
Empero, AMLO no da su brazo a torcer. Ante el descontento que provocó el ataque, apuntó que si los padres de familia quieren asignar el dinero de la Escuela es Nuestra para mantener las de tiempo completo, que lo hagan.
Maestros y colegas celebran ese rechazo como una pequeña victoria. No comparto ese optimismo, no todavía, pienso que el presidente López Obrador no destinará más fondos para estas escuelas. ¡La historia se lo cobrará! Lo juzgará como el victimario de un programa noble.