Dr. Raúl Alva García.*
Los Estados Unidos de América fueron fundados, entre otros, por dos hombres que hoy serían llamados “científicos”: Benjamin Franklin y Thomas Jefferson. No lo fueron en su tiempo pues el término aún no existía.
“We need very much a name to describe a cultivator of science in general. I should incline to call him a Scientist. Thus we might say, that as an Artist is a Musician, Painter, or Poet, a Scientist is a Mathematician, Physicist, or Naturalist.” – William Whewell.
Sin embargo, como afirma la cita, el concepto de Ciencia ya era de uso común, así como la comprensión de la importancia del cultivo y fomento de las diversas disciplinas para el progreso de las naciones. De hecho, Whewell hizo la primera propuesta del nuevo vocablo, “científico”, ante la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia, entre 1833 y 1834. Así, en 1804, Jefferson como Presidente de los nacientes Estados Unidos, comisionó a los oficiales Meriwether Lewis y William Clark para explorar y cartografiar el territorio de Louisiana, recientemente adquirido de Francia. La expedición tenía un segundo pero fundamental objetivo: el estudio científico de los recursos naturales del nuevo territorio y la estimación de su valor económico. Sí. La ciencia fue la herramienta empleada por Jefferson para identificar, cuantificar y administrar el crecimiento económico de una nación.
Desde entonces, la ciencia ha representado un factor esencial en el desarrollo, crecimiento y supervivencia de naciones alrededor del mundo. El Imperio Británico sostuvo el dominio de los mares al mismo tiempo que desarrolló los fundamentos de la oceanografía y la climatología en el siglo 19. Napoleón Bonaparte, oficial de artillería francés, apoyó el estudio físico de los gases, lo que contribuyó al descubrimiento de las Leyes de la Termodinámica. Y Abraham Lincoln creó la Fundación Nacional de Ciencia, lo que fue un factor decisivo en el triunfo de la Unión sobre la Confederación en la Guerra de Secesión norteamericana.
Asimismo, el reconocimiento del impacto de la ciencia y de sus productos, así como de sus posibles efectos negativos en la sociedad humana fue descubierto, no accidentalmente, por científicos nortamericanos, como Oppenheimer y Pauling, y científicos inmigrantes como Einstein y Szilard.
Por ello no es de sorprender que una vez llegado a la Sala Oval en The White House, un hombre que abiertamente niega la Ciencia y cumple su propósito de cerrar oficinas científicas del Gobierno, la comunidad científica de los Estados Unidos salga a las calles a manifestarse y a marchar en defensa de la Ciencia.
Pero, ¿por qué un grupo de estudiantes, profesores e investigadores en México anunciaron una Marcha por la Ciencia para este 22 de abril?
México fue fundado por sacerdotes, militares y abogados, no por cientificos. Cuando el Naturalista Alexander von Humboldt viajó por tierras mexicanas, aunque fueron ni siquiera dos años los que estuvo en la entonces Nueva España (entre 1803 y 1804), recabó una gran cantidad de información sobre los recursos naturales. Sin embargo, esa información fue poco apreciada en su tiempo en el propio territorio mexicano (no así en Washington, donde fue recibido luego de su paso por la Nueva España). Aunque se insiste mucho en México sobre la importancia de personajes como Andrés Manuel del Río, Antonio García Cubas y Alfonso Luis Herrera, es escasa la presencia, la importancia y el reconocimiento de los científicos a lo largo de la historia de México. Y, para tragedia de la ciencia y del país, cuando aquellos se vincularon estrechamente al Gobierno mexicano, lo hicieron en uno de los periodos más oscuros de la sociedad mexicana: el Porfiriato y sus Científicos, nombre con el que se conoció a un grupo de políticos, intelectuales y hombres de negocios que influyeron profundamente en las políticas del Dictador.
Y, seamos honestos: México es un país profundamente dependiente de la Ciencia y de la Tecnología que se realiza y desarrolla en otros países.
Entonces, ¿por qué un grupo de estudiantes, profesores e investigadores en México anunciaron una Marcha por la Ciencia para este 22 de abril?
A primera vista parece que es sólo la motivación de los estudiantes de posgrado que han visto reducido el monto que reciben en las becas que les otorgó el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología CONACYT al estar inscritos en Maestrías o Doctorados registrados en el Padrón de Posgrados de Calidad. O tal vez que, por fin, los Investigadores han decidido elevar la voz en función inversa a la reducción de los presupuestos que sus Instituciones destinan a los Proyectos científicos, tecnológicos y de ciencias sociales y humanidades que intentan llevar a cabo.
Si bien estos son dos de los motivos que los organizadores de la Marcha por la Ciencia en la Ciudad de México explicaron el miércoles 19 de abril de este año, en el Auditorio Francisco Gabilondo Soler de la Sociedad Astronómica de México, hay otro motivo fundamental con profundas y extensas raíces y sus equivalentes e importantes consecuencias: el reconocimiento de la Ciencia como parte fundamental de la cultura en la sociedad mexicana.
Como se ha expresado en los primeros párrafos de este texto, las naciones que han alcanzado los más altos niveles de bienestar para sus sociedades son aquellas en las que la ciencia ha contado con apoyo y reconocimiento por parte de la sociedad misma, de sus gobiernos y de los inversionistas. Han sido autores de los más importantes y trascendentes descubrimientos sobre el funcionamiento de la naturaleza, así como creadores de los instrumentos que han dado lugar al avance de la civilización y a la extensión de la vida humana a más del doble de su duración natural. Al mismo tiempo, han permitido a las mismas sociedades darse cuenta y ser concientes del impacto de las consecuencias, tanto benéficas como perjudiciales, de los resultados de la ciencia y de la tecnología desarrollada a partir de aquella.
De hecho, una mirada científica al estado actual de la sociedad mexicana en todos sus ámbitos, sugiere fuertemente (así lo escribimos en ciencia) que la causa es la falta de inversión y desarrollo en ciencia y tecnología al interior del país.
Estos y otros aspectos más humanos, como los problemas internos que la comunidad científica mexicana tiene para su quehacer cotidiano, fueron expuestos por el Dr Pedro Camilo Alcántara de la Universidad de Guanajuato, el Mtro Edgar Vargas, estudiante de Doctorado Becario del CONACYT, la Dra Monserrat Salas, Investigadores de los Institutos Nacionales de Salud de México, el Dr Pavel Montes de Oca de la Facultad de Ciencias de la UNAM y la Lic Gema González, estudiante de Maestría, becaria del CONACYT, así como por quien esto escribe.
Son estos los motivos por los que estudiantes, profesores e investigadores de al menos treinta instituciones de estudios superiores y de investigación en México se organizaron, como ciudadanos o residentes en México (debemos reconocer la importante participación de académicos extranjeros que han hecho de esta nación su lugar de trabajo y residencia) para hablar públicamente, en las calles y no sólo en las aulas, en los laboratorios y en los auditorios, sobre la importancia de que México se apropie de la ciencia como parte indispensable de su cultura y para el bienestar de todos quienes viven en México, uniéndose a la Marcha Global por la Ciencia. Porque la ciencia que se hace en México y en los Estados Unidos impacta y beneficia (o perjudica) a todo el mundo. Porque los obstáculos a la ciencia y a los científicos en los Estados Unidos afectan alrededor del mundo.
Por eso es que todos fuimos invitados a la Marcha por la Ciencia más cercana a casa. Los organizadores de las más de quinientas marchas alrededor de la Tierra invitaron a todos a la celebración de la Ciencia el sábado 22 de abril, Día de la Tierra. Porque esto apenas comienza.
Biofisicoquímico. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa.*