Rosalía Nalleli Pérez Estrada
Los sueños nos alejan del presente y nos muestran una realidad alterna de lo que inconscientemente añoramos; para resolver problemas, recordar o procesar nuestras emociones. Desde la neurobiología, y de manera general, según Carrillo et al, 2013), el sueño, comparado con el momento del descanso, es aquello que nos permite reestablecer o conservar la energía, mientras eliminamos radicales libres nos ayuda en la regulación térmica, metabólica o endocrina y en la consolidación de la memoria, entre otros beneficios. Si se ve desde la metafísica, la imagen de la realidad virtual es la constante y se entiende como un ente que procesa y reelabora distintos datos almacenados. Por lo que cualquiera que sea su definición o enfoque, como seres humanos y sin ser especialistas en el tema, muchos soñamos y echamos de menos el pasado donde nada amenazaba nuestro movimiento diario. Muchos evocamos esa época en la que el tema de integralidad, equidad o de excelencia no nos preocupaba para nada y nadie hablaba de la crisis mundial del aprendizaje, ni existía el concepto de “pobreza de los aprendizajes“ que introduce el Banco Mundial (2019) con sus propuestas alfabetizadoras, donde si se analiza, las reformas educativas parecen meros placebos para la humanidad, mientras avanza la enfermedad y nadie se responsabiliza de ella a la vez que en países desarrollados y subdesarrollados, la tecnología continua avasallando, teniendo inversiones mayores en este ramo que en la propia salubridad. Por lo que la añoranza apunta a regresar a ese tiempo en el que los abucheos a la tranquilidad, seguridad o bienestar no existían, y los anhelos de pasar a la eternidad no lactaban al ego diario del tropel dirigido al robo o al envenenamiento por lo que se consume o se vende para generar dinero.
Y aunque a diario se puede soñar, las fantasías de la mente y del subconsciente a veces exceden la realidad como recientemente me sucedió y, mientras liberaba cortisol a granel en el afán de ser escuchada, me sentaba alrededor de una mesa con empresarios que escuchaban al gobernador del estado más pequeño, y entre quejas y sonrisas se hablaba de la inseguridad actual y yo, con voz nerviosa, le hablaba de cómo extrañaba caminar entre las calles estrechas de mi pueblo sin sentir miedo o recelo por el que camina a mi lado. En este sueño, producto de varias lecturas, lo invitaba a aliarse con la educación formal en todos sus niveles y en un trabajo extensivo emprender una actividad común con el fin de combatir a la corrupción y a la inseguridad y poder así heredar a su sucesor un estado mejor educado.
En ese momento de Nix, y de la mano de Hipnos con protagonismo, le sugería emular las cruzadas educativas de inicios del siglo XX que buscaron unir a un país multicultural y plurilingüe para llegar a una educación integral. La actividad, proponía, sería copiar ese movimiento pero en un aspecto moderno, colaborativo y longitudinal, donde se incluyera la mega difusión, promoción y práctica de una educación en valores, con todas las instituciones de educación superior (mediante congresos, simposios, conferencias guiadas o pláticas), y todos los medios de comunicación, (impresos y auditivos) con discursos bien elaborados que llegaran a cada rincón, para generar una conciencia social continua, del buen convivir, basada en el respeto.
En esa intervención, le sugería eliminar la violencia y la reactividad humana colaborativamente pero de manera focalizada, con la ayuda y aplicación de algunas metodologías, enfoques educativos o pseudociencias que se han aplicado a lo largo de los años en psicoterapia o en la pedagogía para lograr una programación segura usando el lenguaje (escrito, hablado o icónico) para el que escucha, lee o viaja, generando una programación desprevenida pero real, que pudiese influir en patrones de comportamiento y de pensamiento, sin vulnerar la individualidad ni el libre albedrío. La intervención iba viento en popa pues este hombre tan importante en ese momento me escuchaba y yo sólo tenía 2 minutos para ser asertiva. Sin embargo, la pesadilla inició cuando el gobernador contestaba que iba a ver la posibilidad de que se llevara a cabo algo al respecto. En su respuesta sí me había escuchado, pero esta solo retomaba el 10% del total de mi propuesta y triste y cabizbaja me retiraba del lugar. Al final de cuentas, vendrían más y quizás con mejores propuestas para salvar al humano de la inseguridad y para seguir viviendo en el sueño de la vida. Y como escribiría Pedro Calderón de la Barca en el siglo XVII, ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.
Para leer más:
https://www.medigraphic.com/pdfs/facmed/un-2013/un134b.pdf
https://psicologiaymente.com/coach/principios-pnl-programacion-neurolinguistica
Rosalía Nalleli Pérez-Estrada. Directora de Universidad Santander, Campus Tlaxcala. Profesora por asignatura, de la Universidad Politécnica de Tlaxcala y en coordinación del Departamento de idiomas de la misma universidad. Investigadora invitada por CIFE.