César García-García
Think Tanks alude a grupos de expertos e instituciones de investigación basadas en el conocimiento orientados a la toma de decisiones informadas sobre diversas cuestiones de la vida pública. Edna Jaime Treviño, directora de México Evalúa, define los Think Tanks como fuentes de ideas y propuestas para impulsar cambios.
Los Think Tanks resultan fundamentales en la vida pública y habría que seguir los análisis, investigaciones y opiniones que se elaboran. En ese tenor, vale comentar que entre los meses de abril y junio de este año el Think Tanks and Civil Society Program de la Universidad de Pensilvania organizó, de manera virtual, la reunión de cientos de académicos, líderes de opinión, ejecutivos y seniors de Think Tanks de más de 80 países para participar en el evento Third Global Town Hall: Solidarity and solutions to Save Lives and Livelihoods.
El evento organizado por la Universidad de Pensilvania tenía dos objetivos: por un lado, responder, con estrategias orientadas a la acción, a la crisis del COVID-19 y los problemas de política nuevos y precedentes que enfrentarán las comunidades y países en los próximos meses; y, por otro lado, enfrentar los desafíos existenciales que presenta los Think Tanks.
En dicho evento se presentaron cinco grupos de trabajo para generar respuestas rápidas, basadas en evidencia y orientadas a la acción para enfrentar la crisis de salud y económica mundial ocasionada por el COVID-19.
El grupo de trabajo 1 se dedicó a identificar los objetivos a corto plazo vinculados a programas de acción específicos para los encargados de formular políticas en el sector salud como para los profesionales de este ámbito. También el grupo de trabajo marcó objetivos a mediano plazo dedicados a la evaluación de un sistema y un marco de evaluación para manejar futuras crisis de salud pública a nivel local, nacional y mundial.
Sumado a lo anterior, este grupo de trabajo identificó siete sectores para atender la crisis de salud pública: intercambio de conocimiento e información; mejores prácticas y políticas para manejar la crisis de salud pública; acelerar el progreso hacia la cobertura universal de salud; distribución equitativa de medicamentos y capacidades; tratamiento de pacientes no COVID; tecnología para todos (#Tech4all) reduciendo la brecha digital; preparación y resiliencia en salud: evaluación de países.
Lo anterior, en perspectiva comparada, deja importantes preguntas para otros sectores como el educativo. En nuestro caso, ¿contamos con una sistematización de información sobre lo que está pasando con el sistema educativo en el contexto de la pandemia del COVID-19? ¿Existen espacios para el intercambio de información y experiencias educativas que se hayan generado en el contexto de la pandemia? ¿Qué objetivos a corto plazo se generaron del programa de acción como “aprende en casa” y en relación a los profesionales de la educación? ¿Contamos con objetivos a mediano plazo para evaluar las acciones emprendidas para atender el regreso a “la nueva normalidad” y después de la pandemia de COVID-19? ¿Cuáles serán los sectores clave en el sistema educativo para lograr los objetivos a corto y mediano plazo con las acciones que ha emprendido el gobierno en turno?
De regreso al evento, el grupo de trabajo 2 se dedicó a plantear “Estrategias nacionales e internacionales de recuperación económica”, sobresale aquí la pre-condición de una íntima relación entre una política de salud pública efectiva y una política económica sólida. Un principio básico que llama la atención es cómo el grupo de trabajo orienta a los diseñadores de política: “invierta en capital humano, especialmente en las áreas de educación y salud”.
Este mismo grupo de trabajo resaltó una recomendación y enfoque clave: “alentar a los gobiernos, los negocios, los sectores de la salud y educación para aprovechar el aumento drástico de la demanda de digitalización, y mitigue los impactos adversos de la digitalización en el mercado laboral, aborde las preocupaciones por sesgos y busque la inclusión digital…”
En México, la estrategia gubernamental de educación a distancia expuso la brecha digital, como expresión profunda de la desigualdad social. Por ende, invertir en la inclusión digital tendría beneficios individuales, sociales y en la propia economía nacional. ¿Tendremos este enfoque en el Programa Sectorial de Educación y los programas institucionales que se deriven?
Los grupos de trabajo 3 y 4, respectivamente, se enfocaron a la intervención innovadora e inclusiva de estrategias públicas y privadas para ayudar a los grupos vulnerables (niños, niñas, jóvenes, mujeres, inmigrantes y minorías raciales/étnicas), y la cooperación internacional para la creación de sistemas rápidos y receptivos y resistentes para responder a crisis futuras. Mientras, el grupo de trabajo 5 se dedicó a los desafíos existenciales (modelos operativos de investigación, comunicación, financiamiento) de los Think Tanks.
Como se observa, los Think Tanks son importantes fuentes de ideas para la toma de decisiones. Para el caso que nos ocupa, el sector educativo, podríamos mencionar, el papel que cumplió el Observatorio Ciudadano de la Educación (donde estaba Pablo Latapí Sarre), que se extinguió en el tiempo. Pero, que hoy en día algunos de sus participantes emiten opiniones fundamentales en medios de comunicación como Campus Milenio. También están los Think Tanks como el CIDE (Programa Interdisciplinario sobre Políticas y Prácticas Educativas), organizaciones civiles como México Evalúa y la creación del reciente Faro Educativo de la Universidad Iberoamericana CDMX. No dudamos que hay otros institutos de investigación, organizaciones civiles e investigadores que están gestando proyectos para sumarse a la participación y deliberación pública.
Fragmento.
En la mesa de trabajo 2 estuvo Luis Mauricio Alcocer, de IMCO, y en la mesa de trabajo 3 estuvo José Luis Chicoma, de Ethos Public Policy Lab Mexico.