
Teuchitlán es un municipio del estado de Jalisco. En septiembre pasado, la Guardia Nacional reportó que ésta y el Ejército Mexicano realizaron, gracias a una denuncia ciudadana, una incursión en un rancho abandonado de ese lugar y “aseguraron un centro de adiestramiento”.
Ahí, también hallaron a dos personas privadas de su libertad y detuvieron a 10 “presuntos plagiarios”. Además, se encontró a una persona sin vida. Los detenidos, según el Gobierno Federal, fueron puestos a disposición de la Fiscalía de Jalisco para “continuar las investigaciones correspondientes” (Comunicado 164).
¿En qué pararon las investigaciones? No lo sabemos. Pero el Grupo de Búsqueda de personas desaparecidas de Jalisco llamado “Guerreros” se dio a la tarea de escudriñar a iniciativa de un anónimo.
En marzo, desde el rancho de Teuchitlán, este grupo hizo una transmisión en vivo para narrar que había encontrado al menos tres crematorios. Además, mostró restos óseos, ropa y diversos artículos personales. Inmediatamente, el live de Guerreros se convirtió en un intercambio entre los testimonios de la gente que se conectó y la narradora. Los primeros denunciaron la desaparación de sus familiares.
Mientras la noticia de Teuchitlán se esparcía, el martes siguiente al redescubrimiento de Guerreros, la presidenta Sheinbaum informó en su conferencia matutina que el homicidio doloso había disminuido 15 por ciento en cinco meses. Esto sin hacer mención alguna al caso de Jalisco. Fueron algunos reporteros los que increparon a la autoridad. El fiscal, Alejandro Gertz Manero, respondió que antes de hacerse cargo del caso Teuchitlán había que establecer una investigación porque no era “creíble” que una situación así no hubiera sido conocida por las autoridades locales.
Aún cuando Sheinbaum trató de mostrar que su Estrategia Nacional de Seguridad daba resultados, varios grupos de especialistas y ciudadanos hicieron notar que las cifras oficiales sobre homicidios excluía las de desapariciones. La “desaparición de personas en México es generalizada y sistemática”. En 2022, se llegó a 100,000 casos y esta cifra aumentó 7.3 y 6.3 por ciento en 2023 y en 2024, respectivamente. “A la fecha los reportes de casos de personas desaparecidas siguen en aumento” (https://imdhd.org)
Ante esta realidad, vino la posición de Sheinbaum en otra “Mañanera”. Sin que nadie le preguntara sobre Teuchitlán, dijo: “de una vez lo toco”. Los comentócratas, se quejó, “hablan de quién sabe cuánta cosa […] a partir de una fotografía y de algunos testimonios”. “Esperen la información”, pidió; pero un segundo después, la presidenta dijo no tener datos sobre otro crematorio hallado en Tamaulipas. La científica se contradijo y aunque dijo no querer minimizar el tema de Teuchitlán, en realidad sí lo hizo.
En lugar de recibir a las madres buscadoras como prometió, optó por irse de gira y bailar alegremente con niñas en Chiapas. Como era razonable, la indignación creció. Miles de activistas, ciudadanos y opositores organizaron una demostración de luto nacional al día siguiente. Sheinbaum trató de corregir al anunciar 6 acciones “inmediatas” contra la desaparición, aunque mantuvo su descalificación a la crítica pública.
En este tenor, aquéllos que hace 11 años exclamaron: “Fue el Estado” con el caso de Ayotzinapa, ahora callaron. Entre ellos, varios académicos. Fueron parciales. Así, la lucha contra la violencia y la injusticia no es genuina ni efectiva. Se acepta el horror mientras esté de nuestro lado partidista e ideológico. En México, desaparecen tanto los cuerpos como la razón.