Los libros dan esperanza y humanizan a los lectores en un mundo cada vez más violento, señalaron los escritores Benito Taibo, Verónica Murguía y Jaime Alfonso Sandoval. Para lograrlo, se debe liberar la imaginación en lugar de reprimirla o minimizarla, “los monstruos siguen viviendo debajo de mi cama, y yo lo agradezco todos los días, con la lógica de tenemos derecho a los sueños, a la imaginación, a la fantasía, a la rebeldía, expresó el poeta Benito Taibo.
Durante la charla La literatura como acto creativo, celebrada dentro del coloquio Leer y escribir Literatura Infantil y Juvenil del Seminario Internacional de Educación Integral, los autores destacaron la importancia de la literatura como medio para crear conciencia crítica en la sociedad, y lamentaron que las campañas de promoción de la lectura la reduzcan a una herramienta para la superación personal.
“El libro sirve para ensanchar tu cabeza y sobretodo para poder mirar hacia dentro de una forma distinta”, subrayó Taibo, y agregó que, en un mundo violento y al mismo tiempo banal, en el que se ha perdido la capacidad de asombro en muchos sentidos, la literatura permite ‘humanizar’ las cifras al descubrir las historias detrás de ellas; para que “43” no signifique sólo un número.
“Sobrevivir no es suficiente, hay que mantenerse humano. ¿Cómo? Recordando que esos 43 son hijos de alguien, hermanos de alguien, algunos padres de alguien”, apuntó Verónica Murguía.
Sin embargo, indicó Jaime Alfonso Sandoval, tanto escritores como maestros deben adaptarse a las nuevas tendencias y las necesidades de los jóvenes del siglo XXI, “nuestros clásicos ya no son los clásicos de los chavos de ahora, hay que entenderlos, hay que escucharlos, que lean lo que se les antoje. Hay que perderle el miedo a los adolescentes porque por ahí pasamos nosotros. No puedes esperar alumnos que lean si los maestros no leen. Si no puedes transmitir la pasión que te provocó a ti el libro, difícilmente el chavo lo hará”, puntualizó el escritor.
Moraleja: ¿indispensable?
Durante el Seminario, organizado por la Fundación SM en colaboración con Educación Futura, los escritores reflexionaron sobre la responsabilidad de escribir para niños y jóvenes, y cuestionaron la obligatoriedad de una moraleja en los textos infantiles.
Sandoval afirmó que obligar a la moraleja es reducir la literatura de los jóvenes y los niños a una lección, cuando la literatura debe ser, principalmente, disfrutable. “Yo nunca me puse a pensar, cuando empecé a escribir un libro, en qué le iba a dejar a un lector, yo me puse a pensar en qué me habría gustado leer a esa edad y a la edad que tenía en el momento que lo estaba escribiendo. Yo lo que hago es transmitir ese disfrute que yo tenía con la literatura de Verne y de alguna manera como renovarla”, expresó el autor de ‘Murmullos bajo la cama’.
Por su parte, Benito Taibo dijo que toda la literatura está comprometida con fábulas morales, por lo que las lecciones están ahí aunque no hayan sido escritas con esa intención. “No es que estés ‘dejando el mensaje’, es que estoy transmitiendo mi pensamiento a través de mi pluma, no hay forma de alejarlo”, dijo.
Verónica Murguía calificó como un acto de “neurosis” el obligar a un niño a ver una realidad dura e inevitable, por lo que cree que un libro debe darle un final con esperanza, en el que la belleza, el humor o el amor contrarresten el dolor. “Yo como escritora sí pienso que mi lector es más vulnerable y sensible a lo que estoy diciendo”, afirmó.
Sandoval agregó que él advierte la responsabilidad que tiene al escribir literatura infantil cuando va a los colegios, “lo que dices va a tener una repercusión en alguien, en un lector, obviamente tenemos valores éticos; yo no le puedo decir en un libro a un niño ‘pégale a tu hermanito’, pero sí dejarle algo positivo que le pueda ayudar”. No puedo hacer ningún tipo de apología a la violencia, debo dejar mensajes éticos, sí tienes una responsabilidad cuando te das cuenta cómo toman tus libros, y eso sí me pone a pensar, no en la moraleja, sino en que estos libros van a dejar algo, hay un impacto”, puntualizó.
Durante la charla, Benito Taibo relató una historia sobre cómo decidió ser escritor, siendo, precisamente, un niño: “Después de una hepatitis prolongada de más de un mes me volví lector, porque había sido obligado a leer, estuve a punto de ser un remiso de la lectura, de abandonar esas filas, porque me obligaban a leer y a hacer reportes; después de esa hepatitis leí como loco y fue el momento en que me convertí en lector. Mi padre puso junto a mí el libro sin alevosía ni ventaja, más que el deseo de compartir la isla del tesoro otra vez. A los 14, después de leer todo lo que caía en mis manos, llegué con mi padre -muy serio- y le dije ‘papá, ya sé qué quiero ser en la vida’. Me miró muy serio, como miran todos los padres a los hijos de 14 años -con desconfianza- y le dije ‘quiero ser lector’. Me dijo ‘me encanta la idea pero de eso no se puede vivir’. Me fui a mi habitación, tuve otra antropofanía, regresé corriendo y le dije ‘ya sé qué quiero ser en la vida, quiero ser escritor’. Mi papá me dijo ‘de eso tampoco se puede vivir’. Y sin embargo, es lo único que soy y sé hacer, sólo soy un lector que escribe”.