Por Elena Arias Ortiz y Julián Cristia (*)
Los gobiernos de América Latina han implementado una variedad de iniciativas para mejorar la calidad de la educación en las últimas décadas. En particular, han invertido mucho para introducir la tecnología en las escuelas. En los últimos años, unas 10 millones de computadoras portátiles han sido distribuidas a los estudiantes en las escuelas públicas de la región. ¿Han producido estas inversiones los resultados esperados en el aprendizaje del estudiante? ¿Qué tipos de programas de tecnología en educación son más propicios para incitar el aprendizaje del estudiante?
Hay un sinfín de maneras de integrar la tecnología en las prácticas de la enseñanza. Sin embargo, consideramos que es útil clasificar los programas en dos categorías muy amplias. Por un lado, los programas que proporcionan una orientación clara sobre la frecuencia y el tipo de uso esperado pueden considerarse programas de uso guiado. Por otro lado, los programas que se centran principalmente en la provisión de recursos (computadoras, Internet, entrenamiento general) y proporcionan poca orientación sobre la forma de utilizarlos se consideran programas de uso no guiado. Para poner en práctica este concepto, clasificamos un programa como de uso guiado si define específicamente la materia objetivo, el software que se utilizará y el tiempo de uso semanal. Es decir, un programa de uso guiado especifica las tres “S”: Asunto, Software y Programación (por sus siglas en inglés: Subject, Software, and Schedule).
Un ejemplo de una iniciativa que no guía el uso es el programa Una Laptop por Niño (en inglés, One Laptop Per Child, OLPC) en Perú. En los últimos años, el gobierno de Perú ha distribuido agresivamente laptops personales para los alumnos de las escuelas primarias en las zonas rurales. Los profesores fueron capacitados durante una semana y también recibieron sus propias laptops personales. Sin embargo, los maestros recibieron poca orientación específica sobre cómo las computadoras deben ser integradas en las prácticas pedagógicas. Una evaluación sólida encontró que este programa no tuvo efectos medibles en matemáticas y lenguaje.
Un programa implementado en las escuelas primarias en India siguió un enfoque muy diferente. El programa les dio a los estudiantes dos horas semanales de uso de computadoras enfocado en matemáticas mediante el uso de software que adaptaba la dificultad del ejercicio a cada estudiante. Una evaluación sólida documentó que este programa produjo grandes efectos positivos en el aprendizaje de matemáticas. ¿Pero, se generalizan estos dos ejemplos? Es decir, ¿los programas que guían el uso tienden a ser significativamente más efectivos?
Hace diez años, habría sido difícil responder a estas preguntas. Había poca evidencia de evaluaciones experimentales rigurosas a gran escala (el estándar ideal para medir los efectos del programa). Esto ha cambiado. En los últimos años, 15 evaluaciones sólidas se han llevado a cabo en los países en desarrollo, clarificando los efectos de la tecnología en los programas de educación.
En el Banco Interamericano de Desarrollo hemos revisado críticamente la evidencia emergente para entender los impactos que se pueden esperar de estos programas y cómo maximizarlos. Este ejercicio ha sido parte de un análisis exhaustivo realizado para proporcionar recomendaciones sobre los programas que el BID debe promover en la región (haga clic aquí para ver el informe completo).
Nuestro análisis reveló que los resultados de los dos ejemplos descritos anteriormente destacan un patrón general: los programas que guían el uso de los recursos tecnológicos producen aumentos en el rendimiento académico promedio aproximadamente cuatro veces mayor que los que no guían el uso. La mayor eficacia de los programas de uso guiado fue documentada tanto en matemáticas como en lenguaje.
En general, los programas de uso guiado evaluados comparten ciertas características.
- Las intervenciones se centran en el uso de computadoras en las escuelas, donde los ejecutores pueden supervisar el uso de la computadora, no en las casas.
- Típicamente, los estudiantes comparten las computadoras en grupos. Este rasgo común destaca el hecho de que no es necesario disponer de un dispositivo por estudiante para lograr resultados, lo cual es mucho más costoso en términos de equipamiento. Hasta cierto punto, esto también sugiere que los modelos que promueven el aprendizaje colaborativo pueden contribuir a mejorar el aprendizaje de los niños.
- Los programas buscan fomentar los resultados del aprendizaje de los alumnos concentrándose en una sola materia (matemáticas o lengua, por ejemplo) y articulando todos los componentes que mejoran el rendimiento en esa área: infraestructura, contenido y desarrollo profesional docente.
- La instrucción con las computadoras complementa el tiempo de clase regular y enfatiza ejercicios prácticos alineados con el currículo.
- Por último, se espera que los instructores que conducen las sesiones resuelvan los problemas logísticos y dudas sobre el software en lugar de proporcionar instrucción en la materia.
¿Cómo se comparan los efectos de estos dos tipos de programas con los que han surgido de otras intervenciones educativas? Para responder esta pregunta, combinamos nuestros resultados con los de una reciente revisión de evaluaciones rigurosas de una variedad de programas educativos en los países en desarrollo, tales como reducciones en el tamaño de las clases y formación docente. Curiosamente, la tecnología de uso guiado en los programas de educación fue la más efectiva en elevar el rendimiento académico entre los diez tipos de programas considerados. Por el contrario, los programas de uso no guiado quedaron entre los menos efectivos (sólo superaron a programas que proporcionaron subsidios en efectivo a los maestros para comprar libros u otros insumos locales).
Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Los programas de uso guiado varían más en sus efectos en el rendimiento académico que los programas de uso no guiado. Es decir, los programas guiados generan rendimientos educativos promedio más altos pero con mayores “riesgos”. En cierto modo, esto no es del todo inesperado. Las computadoras distribuidas a través de programas que proporcionan poca orientación no tienden a ser utilizadas. Como las computadoras no se usan, los efectos son bajos y similares en todas las intervenciones. Por el contrario, los programas que guían el uso pueden generar grandes efectos positivos (y normalmente lo hacen). Pero si no están bien diseñados, pueden perjudicar el aprendizaje del estudiante. Esta conclusión proporciona una gran motivación a experimentar con diferentes modelos de programas de uso guiado. También apunta a la importancia de evaluar proyectos pilotos pequeños antes de embarcarse en expansiones a gran escala.
Por último, hay algunas limitaciones en nuestro análisis. La mayor parte de los experimentos de los programas de uso guiado se llevaron a cabo en India y China, mientras que los programas de uso no guiado se concentraron en América Latina y el Caribe (ALC). Pero aun reconociendo que los factores contextuales pueden jugar un rol en los efectos, la evidencia sugiere que los programas de uso guiado son una opción política prometedora para los países que tratan de aprovechar todo el potencial de la tecnología para fines educativos. Este hallazgo tiene importantes implicaciones políticas. La primera generación de tecnología en los programas de educación en ALC ha tenido éxito en el aumento del acceso a los dispositivos tecnológicos en las escuelas. Ahora es fundamental que todos los actores claves en esta área, los sectores públicos y privados, las ONG y las organizaciones multilaterales, colaboren para diseñar y aplicar programas eficaces y replicables para abordar nuestro principal desafío, mejorar el aprendizaje en la región.
Este artículo fue escrito originalmente en inglés para WISE ed.review, un sitio web que ofrece una selección diaria de noticias de última generación, nuevas ideas y tendencias innovadoras en educación. WISE le ha dado permiso al Inter-American Dialogue para traducir y reproducir el texto en el Blog de PREAL. Educación Futura lo reproduce con autorización de PREAL. Para leer el artículo original, haga click aquí.
(*) Investigadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)