Reynaldo Rivas Vargas
I
Sin lugar a duda la tercer y cuarta sesión de CTE correspondientes al 7 y 8 de enero ha tomado de sorpresa y ha llevado a trabajar a los docentes en un tapujo muy interesante que alude a la evaluación. Y a una evaluacion que se ha denominado en el campo de la educación de tipo formativa, donde desde nuestro supuesto la concebimos como un constructo que nos obliga a reconocer ¿Qué están aprendiendo los alumnos? ¿Cómo están aprendiendo? Pero sobre todo ¿Cómo están enseñando los docentes de educación básica? Quehaceres que obligan al educador a especular ¿en dónde están las debilidades o áreas de oportunidad de sus estudiantes? Que los lleve como sui generis, hacia una atención casi personalizada de los estudiantes.
Una connotación interesante de este llamado al Consejo Técnico Escolar al magisterio nacional, cuyo objetivo residió en seguir siendo un pretexto para la formación docente, y el de ahora, el de rendir en cierta manera cuentas a la sociedad. Escenario que nos permite pretextar lo que a posteriori se genere, inclinándonos a provocar en este análisis hacer una posible interpretación de los resultados académicos que se tienen en los centros escolares y que nos convocan para hacer participes, y que tiene en nuestra concepción la intencionalidad de vigilar, de revisar las estadísticas de aprovechamiento emanadas por los docentes de educación básica, para proponer una senda.
Aclaramos que nuestra intencionalidad no es hacer un enquistamiento de lo que se evidenció y de las consecuencias que se puedan generar con lo demostrado públicamente por los docentes de educación básica ante la sociedad en días pasados. La explicación a la que nos ponderamos estaría en hacer una propuesta al magisterio primeramente que le lleve a responderse ¿evaluar? ¿Qué evaluar? Y ¿para que evaluar? Porque al hacerlo allí está un debate que de entrada posiciona al docente a analizar dos universos importantes ¿de que tipo de evaluación se está hablando? Y a la postre ¿saber cómo construir un plan emergente que abone a responder al tipo de evaluación que se concibe? Y como resultante ¿analizar si promueve con su plan protocolos que causen una evaluación pensada en los estudiantes?
El otro momento fatídico estaría en subrayar un posible andamiaje que coadyuve a los docentes, para posicionarse objetivamente, para que tengan en claro cómo podrían seguir pensado el tipo de enseñanza que viene realizando, además, sustentar sus resultados en las aulas de clase, que por supuesto además, nos expliquen si tienen los argumentos emergidos validos que respondan ante la emergencia sanitaria. La propuesta a la que aspiramos es problematizarles la concepción que tienen de sus educados para planear, para evaluarlos, entre otras. Porque de ese juicio emanan dos perspectivas que ayudan a problematizar el quehacer docente. La problematización gira en orientar y diferenciar si el educando es visto como objeto o sujeto de conocimiento, porque nos parece que, si tienen en claro los docentes estas diferenciaciones, hoy se podría tener una actuación diferente.
II
Tomando como base las respuestas que pueda el docente interiorizar con base al tipo de evaluacion que propone, se podría voltear para analizar ¿Cómo concibe a la evaluacion? ¿Por qué promover una evaluacion formativa? ¿Cuáles son los efectos de evaluar adecuadamente a los estudiantes? Al tenerlo en claro entendemos que podría imbricar un proyecto emergente que le auxilie para diseñar y plantear una ingeniería que esboce ¿Cómo conciben a sus estudiantes a la distancia? Y ¿Cómo los conciben dentro del aula de clase? Consideramos que entonces están ante una gran posibilidad de intervención adecuada, si se logra definir y amalgamar ante sus alumnos, el conocimiento pertinente de lo que persiguen a través de planear y evaluar, lo que hoy tienen como propuestas metodológicas para evidenciar la forma en que evalúa. Por ejemplo, en español y matemáticas.
Porque allí se podría detonar una estrategia pedagógica que apuntale de manera consiente hacia dónde se piensa llegar, creemos que si se depura en colectivo ¿Qué tipo de alumno se tiene en las aulas de clase? Y fuera de ella, observamos que están allanando su camino, pero, consideramos que si existe vacilación sobre el tipo de estudiantes que se tienen en esta contingencia, habría que pensar en otras estrategias pedagógicas, que le faculten para atender a todos los alumnos, sin dejar a nadie sin escucha.
III
Imaginar una docencia con otra mística, con otro horizonte que apuntale ante lo que se está viviendo desde marzo del 2020 en recuperar lo humano de sus estudiantes, no suena nada novedoso, pareciera que sí se procura, por traer a colación en 1993 con la llamada modernización de la educación básica se sentaron las bases de una educación humanística y fundamentó los precedentes que hoy se dice, y que siguen siendo el slogan que lo subraya. Sin embargo, en la realidad en las aulas de clase o fuera ahora de ellas se deja de lado ese adjetivo de humanizar a la persona, de pensar en ella, se insiste en potenciar un capitalismo cognitivo que certifique a responder al “aquí y ahora” sin importar los resultados de la interacción que se suscite con los estudiantes, se persigue un fin, desarrollar la curricula a “raja tabla” y los resultados de mejora ¡ya vendrán!
La problemática que hoy se debate con los docentes frente a grupo, no es privativo de estas sesiones de CTE, sino es una trayectoria que quizá no se visualizó de manera a priori, y que hoy a marchas forzadas se ha tenido que venir improvisando, construyendo el andamiaje que responda a lo que a posteriori se ha venido presentando. La inercia de este desbordamiento en la educación básica voltearía a revisar, primeramente, que las colaterales emanadas tienen relación con las diferentes formas del trabajo áulico, y que por décadas se han venido desarrollando, que se han establecido o responden como esa emergencia que la propia pandemia ha provocado.
Segundo, buscar estrategias pertinentes para la emergencia que se suscitó, que imbrique en la consolidación de un tratamiento diferente ante y para los estudiantes. Un tercer momento, pensar con mayor cautela la forma de enseñar, acto que aposta a los docentes ante un panorama que le exige posicionarse con otro sentido en su intervención, crear ante esas disyuntivas imaginarios diferentes de ver a la enseñanza por ejemplo bajo una atisbo híbrido, de fortalecer otros métodos que hoy se avizoran como el aula invertida, aprendizaje basado en retos, y algunas otras que resuenan en los pensamientos de quienes son los responsables de que la filosofía de lo que hoy pretende la Nueva Escuela Mexicana desarrolle, como una posición de respaldar al futuro ciudadano de este país.
V
Los basamentos que vamos proponiendo nos obligan a plantear ¿Qué camino tendrán que recorrer los docentes? O ¿Qué horizonte sería el más pertinente para trazar una ruta que los posicione para pensar como han venido desarrollando su enseñanza? El crisol al que se avecina la educación básica y el profesorado es tratar de conceptualizar una hermenéutica que acceda el interpretar al tipo de alumno que hoy tienen, deviniendo como ramificación interesante, una epistemología infantil que tenga como corolario decantarse a rumiar ¿Cómo imagina que aprende los estudiantes? ¿con qué tipo de estudiantes está trabajando? Porque no podemos negar que en algunos casos los estudiantes que conforman las escuelas hasta cierto punto son anónimos, o totalmente desconocidos, a pesar de que los docentes han buscado las estrategias para conocerlos.
Una posibilidad importante de revisar la posición que guardan los docentes de educación básica ante los argumentos que han emergido durante los CTE, que nos permitan problematizar el quehacer pedagógico que están implementando a raíz del surgimiento de prende en casa I y II, es explicar volvemos a insistir, la de no tener la intencionalidad de palear, ni de justificar, pero, si de mantener ese vector de critica y, se candidatea con un vector ilustrativo de propuesta que auxilie a la transformación pedagógica de la que hoy tanto se habla.
VI
El quehacer docente en este “aquí y ahora”, nos permite apuntalar la idea para proponer dos momentos que ayudarían a darle sentido y pertinencia al trabajo hibrido o a distancia que hacen actualmente a los docentes, nuestra idea no consiste en ser algo funcional, ni inmediatista, sino, promueve la noción de seguir pensando la docencia, para evaluar, para atender, para construir su Programa Escolar de Mejora Continua, y que su incorporación como referente no sirva como paliativo inmediatista, que con el tiempo se olvide, como advierte Ferry, que las personas estamos enfermos de olvido. Sino que se asuma como una posibilidad de mejorar la enseñanza.
La imagen que posicionamos para que los docentes tengan otro riesgo estarían soslayada desde comprender ¿Cómo conciben a sus estudiantes? como sujetos de conocimiento u objetos de conocimiento. Si se decantan por ver a sus estudiantes como objetos de conocimiento la pelota estaría del lado del docente, el planificar, evaluar y enseña como lo ha venido realizando sin asomarse a incorporar otros horizontes, porque en su inmediatez eso le ha dado resultado, razón por la que no hay que cambiar o adecuar.
Si se decanta por concebir a los estudiantes como sujetos de conocimiento, la realidad del docente se modifica, se amplia el performance y les obliga a pensar su enseñanza, resultado que los llevaría a mejorar el aprendizaje. Advertimos que tampoco es algo mágico, sino requiere de una concientización por parte de los docentes, no se emite por decreto o por acuerdo, sus implicaciones asumen roles diferentes. La pelota cambia de dueño y hay mas dueños de la pelota y en comunión a través de interactuar, todos con todos, el conocimiento se amplia y hay muchos aprendizajes, porque obliga a incorporar la subjetividad de todos los involucrados, emergiendo no solo un aprendizaje sino muchos aprendizajes, y es aquí donde la mano del experimentado, emerge para inducir a los estudiantes a potenciar su creatividad, valorar sus aportes y auxiliar para que la curricula se vea cumplida, bajo un nuevo constructo de aprender, pero, también de enseñar.
VII
La tercer y cuarta sesión de CTE dejó entre ver entre los docentes ese panorama de duda, de resquebrajamiento, e incluso de enfado, por la forma en que se suscitaron estas sesiones, hasta cierto punto no negamos que algunos o quizás en muchos existe incertidumbre de la que quizá no se estaba preparado por parte del grueso del magisterio para afrontar lo que ya se ha señalado, de uso del internet, de la redes sociales, del uso de un Smartphone o incluso replantear su forma de enseñar, pensarla y reflexionarla, para que las resultantes fuera el logro de los aprendizajes en los estudiantes y en la mejora de los mismos, sin embargo la tarea que queda es, observar detenidamente ¿Cómo conciben los docentes a su estudiantes, cómo sujetos de conocimiento o como objetos de conocimiento?