Si solo la escuela y sus actores educativos buscan el cambio, imposible la transformación
Para Eduardo, en su cumpleaños
Hablar de escuela necesariamente nos remite a experiencias, a vivencias, a emociones, algo que de pronto no se le pone atención, por lo que considero necesario realizar acercamientos para observar cómo se piensa y cómo se siente la transformación que se plantea en la Nueva Escuela Mexicana NEM. Si bien, como me lo comentó un profesor, la búsqueda de la transformación no es nueva porque muchos colectivos en el pais la han buscado de manera permanente, entre ellos la RedTec, quienes han ido construyendo y compartiendo lo que denominan la “Utopía posible, la pedagogía necesaria”, buscando alternativas mucho más diversas e inclusivas.
En mis colaboraciones, busco compartir reflexiones que desde mi punto de vista, se relacionan con el acontecer contemporáneo. La escuela como institución socializadora no está ajena a los cambios económicos, políticos y culturales que caracterizan al tiempo complejo en el que vivimos, por lo que siempre hay que tomarla en cuenta.
Después de la pandemia se observaron diversos cambios en las relaciones y en las percepciones de las niñas, niños y adolescentes NNA y su relación con la escuela; sin embargo, las lecciones aprendidas durante ese tiempo inédito, poco se han tomado en cuenta para modificar las prácticas educativas, especialmente cuando las condiciones fueron adversas. Muchas experiencias mostraron que el aprender en casa, agudizó las desigualdades en las zonas desfavorecidas y en contextos complejos y que siempre hay que tomar en cuenta que no se puede acceder al aprendizaje si no está resuelto en paralelo el bienestar social y emocional del alumnado (Hargreaves y Shirley, 2021).
Diversas investigaciones se realizaron, Reimers (2020) planteó la necesidad de que la ciudadanía escolar no puede construirse solamente en el plano nacional, tras la pandemia se requería de una refundación de la escuela pública tomando en cuenta cinco perspectivas:
Lo cultural, referido a lo que sabemos sobre los contextos en los que se desarrolla la educación, tanto a nivel micro —el individuo, la comunidad— como macro —las regiones y, de hecho, el planeta entero—, así como su relación con las instituciones sociales presentes en su entorno.
Lo psicológico, que tiene que ver con lo que sabemos acerca de cómo aprenden los niños en general, a diferentes edades, bajo diferentes circunstancias, y con respecto a temas específicos, disciplinas y perspectivas —por ejemplo, la creatividad, las habilidades socioemocionales, la ciudadanía.
Lo profesional, es decir, preguntarse ¿qué tipo de habilidades, actitudes y disposiciones necesitan aquellos que enseñarán o tendrán otras responsabilidades con respecto a nuestros niños?, ¿cómo podemos crear las mejores condiciones para que nuestros educadores puedan alcanzar altos niveles de habilidad y comprensión y trabajen juntos para proporcionar una educación global de calidad a todos los estudiantes?
Lo institucional, por muy esenciales que sean los profesionales de la educación capacitados y experimentados no pueden provocar el cambio por sí mismos, necesitan operar dentro de una red de organizaciones y actividades —normas, currículo, desarrollo profesional, gestión, evaluación—, que deben estar coordinadas entre sí para que el cambio sea coherente y alcance una escala eficiente.
La política, en cualquier sociedad que no sea completamente autocrática, las decisiones sobre a quién enseñar —incluyendo tanto a los estudiantes dotados como a los estudiantes que tienen desafíos de aprendizaje —qué enseñar, dónde enseñar, y cómo enseñar— estarán sujetas a las perspectivas y prejuicios de varios grupos, con diversos grados de privilegio, poder e influencia.
Tal y como está pasando en nuestro país los padres, los empresarios, los encargados de elaborar políticas, los medios de comunicación y el público en general pueden tener diferentes opiniones sobre las escuelas, que bien pueden estar en conflicto unas con otras. Algunos de ellos probablemente poseen una capacidad excesiva para influir en las decisiones, por lo que es necesario y urgente dialogar, negociar y conciliar estos puntos de vista.
Cierto, no hace falta decir que alinear estas diversas perspectivas no es una tarea fácil. Es difícil pensar que en cualquier sociedad y en cualquier complejidad, estas perspectivas se hayan alineado parcial o totalmente; sin embargo, es necesario enfocarse en que el propósito central es la mejora de la educación pública y no utilizarla como bastión político a expensas de los intereses de algunos.
Reflexionar en lo que Reimers (2020) expresa, nos permite pensar en la complejidad que implica su concreción y que existen muchas variables que determinan a la educación global, por lo que es prioritario asomarnos a las múltiples experiencias que acontecen en nuestras escuelas y en lo que en cada contexto es posible realizar, someter a prueba lo que estas perspectivas plantean u otras propuestas, cuya riqueza permita construir horizontes esperanzadores buscando lo mejor para nuestras NNA en las escuelas de nuestro país. Unamos esfuerzos porque si solo la escuela y sus actores educativos buscan el cambio, imposible pensar en una transformación.
Referencias
Hargreaves. A. y Shirley, D. (2021). Well being in schools: Three Forces that will uplift your students in a volatile world. Alexandria, VA : ASCD.
Reimers. F. (2020). Educación global para mejorar el mundo: como impulsar la ciudadanía global desde la escuela. Madrid: Ediciones SM.