La necesidad de formar docentes con competencias de alta calidad es urgente. Según los datos más recientes del Instituto de Estadística de la UNESCO, el mundo afronta un problema mayúsculo de escasez de docentes. En todo el planeta se necesitarán alrededor de 8,2 millones de nuevos maestros para lograr el Objetivo de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas de proporcionar educación primaria universal en 2015. De los 8,2 millones de docentes de primaria que se necesitarán, 6,1 millones deberán reemplazar a los educadores que dejarán la profesión en los próximos tres años, y 2,1 millones ocuparán nuevas vacantes. Para poner estas cifras en una perspectiva real, 8,2 millones equivale casi al total de la población de los Emiratos Árabes Unidos, 6,1 millones es superior a todos los
docentes de primaria y secundaria de Estados Unidos, y 2,1 millones es aproximadamente el número de personas que viajarán en vuelos comerciales en las próximas 24 horas.
Imaginemos por un momento el trabajo y los recursos que se requerirían para convertir a cada pasajero – en terminales aéreas desde Santiago hasta Moscú – en un eficaz maestro de primaria. Esta analogía, aunque parezca extrema, ayuda a exponer la magnitud de la actual escasez de maestros y profesores.
A este desafío se suma el hecho de que la crisis docente, en lugar de afectar al mundo de forma pareja, es más severa en países y comunidades que ya afrontan otras dificultades, entre ellas una alta tasa de desempleo, pobreza, infraestructura poco confiable e inestabilidad política. Mientras algunos países desarrollados poseen un exceso de docentes calificados, muchos países pobres tienen déficits masivos. De los 2,1 millones de nuevos puestos docentes que se deben crear, el 50% deberían ubicarse en África subsahariana. Muchos países de esa región necesitan duplicar, triplicar, o a veces cuadruplicar su fuerza laboral docente.
A pesar de lo asombrosas que puedan resultar estas cifras, no incluyen a los profesores de secundaria. Si se tiene en cuenta ese nivel educativo, se debería formar a millones de docentes además de los 8,2 millones que se necesitan para garantizar la educación primaria universal en 2015. En muchos países en desarrollo la crisis docente repercute en todos los niveles de la educación, y la escasez es alarmante desde las escuelas primarias hasta las
universidades.
Desafortunadamente las malas noticias no terminan con el severo déficit de docentes: la mala calidad de sus competencias es una inquietud relacionada e igualmente grave. Los datos de las Naciones Unidas indican que un gran número de maestros y profesores que trabajan en las aulas en diferentes países no está calificado o suficientemente preparado para satisfacer las demandas educacionales del siglo XXI. A pesar de que los empleadores cada vez más
requieren trabajadores que puedan organizar, filtrar y utilizar información de manera creativa, muchos docentes simplemente piden a los alumnos que memoricen el contenido de los libros de texto. Además, teniendo en cuenta las exigencias del lugar de trabajo en la actualidad, los educadores que no les enseñan a los alumnos cómo aprovechar la tecnología para mejorar la productividad, involuntariamente están dejando de prepararlos para el mundo 7—
laboral. La UNESCO y otras organizaciones internacionales han reconocido que llevar a los adultos hasta las aulas constituye solamente la mitad del desafío de proporcionar una educación efectiva. La otra mitad de la ecuación es construir y mantener la calidad de los docentes. Al igual que ocurre con la escasez de maestros y profesores, la mala calidad de las competencias de los docentes se concentra en los países en desarrollo. Muchos educadores
no están familiarizados con las materias que enseñan, y algunos llegan al aula con una formación pedagógica limitada o sin formación. Muchas veces estos docentes no perciben salarios dignos, no tienen oportunidades de desarrollo profesional, y no reciben el apoyo que necesitan de los administradores.
En resumen, el mundo debe alcanzar dos logros muy difíciles de manera simultánea para abordar seriamente la crisis docente global: debe incrementar la cantidad y mejorar la calidad de la fuerza laboral docente. Esto debe lograrse lo antes posible, especialmente en comunidades pobres donde la crisis es más aguda. Como expresan claramente los estudios de la presente Serie, las tecnologías móviles pueden ayudar a que los países se acerquen al logro
de ambos objetivos. Si bien no son la panacea, los dispositivos móviles, junto a otras tecnologías, ya se han hecho un historial de mejorar la eficiencia educativa y de ayudar a los docentes, tanto principiantes como experimentados, a adquirir habilidades complejas y a completar tareas significativas en el aula. En los estudios de ‘Aprendizaje móvil para docentes’ se examina este historial y se explican algunas de las numerosas maneras en las que las tecnologías móviles están siendo usadas para apoyar y capacitar a los docentes en diversas regiones y contextos en el mundo.
Este artículo forma parte de la Serie de documentos de trabajo de la UNESCO sobre aprendizaje móvil, cuyo propósito es lograr una mayor comprensión de cómo las tecnologías móviles pueden ser utilizadas para mejorar el acceso, la equidad y la calidad de la educación en todo el mundo. La Serie está compuesta de 14 estudios, y está dividida en dos subgrupos amplios: en seis de los documentos se analizan las iniciativas de aprendizaje móvil y sus repercusiones en las políticas públicas, y en otros seis estudios se examina cómo las tecnologías móviles pueden servir de apoyo a los docentes para perfeccionar sus prácticas.
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