Como la humedad que avisa antes de que vaya a caer la tromba, igual se perciben signos de revuelta en el ambiente magisterial. Ayer volaron sillas, platos y cristal en Acapulco, porque los maestros que pertenecen a la organización sindical más grande de Guerrero —la CETEG— rechazaron el destacado papel que están teniendo los líderes próximos a Elba Esther Gordillo, en los foros dedicados a cancelar la Reforma Educativa. Los docentes de Chiapas y Oaxaca, que militan en la Coordinadora, tampoco están contentos con lo que ven. Acusan un pacto supuesto entre el futuro gobierno y su archienemiga.
El resumen es de Wilbert Santiago, dirigente de la sección 22: “Si ella regresa al poder va a existir un control político … sería entregar el sindicato … para que todo camine en una negociación que sólo servirá para la cúpula.” A diferencia de otros tiempos no hay solo dos frentes en disputa por el magisterio, sino tres.
Por un lado, la disidencia, por el otro el elbismo y se suma la corriente encabezada por Juan Díaz, el actual secretario general del SNTE. No es posible profetizar el final de la trifulca entre estos tres fragmentos del magisterio: Elba Esther, inspirada en el Conde de Montecristo; Juan Díaz, quien no soltará el poder sin dar la batalla, y los líderes de la disidencia democrática que vieron, acaso con candidez, una oportunidad para su causa en el triunfo de Andrés Manuel López Obrador.
Si a este caldo explosivo le faltaba un condimento, la disputa alrededor de la Reforma Educativa se encargará de poner las cosas peor. El futuro gobierno decretó que será arrasada, pero cierto es que no tiene todavía nada con qué llenar el vacío, una vez que ese matorral, recién sembrado, haya sido extraído de la tierra. Los foros tan promovidos por el futuro secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán, no han sido distintos a los que se han organizado tantas otras veces en nuestro país. Carlos Salinas de Gortari orquestó foros similares y también Fox y luego Peña Nieto: cada vez asisten miles de interesados, cada vez se entregan tres minutos para decir cualquier cosa y cada vez hay un grupo de relatores que, sin atender demasiado lo dicho en esas reuniones interminables, proponen lo que se les da la gana.
Porque a la burra la hicieron arisca es que ayer los maestros de Guerrero se les ocurrió la insolencia y el desmán, como método imprudente pero notorio de su desacuerdo con la negociación entre la antigua líder del magisterio, Elba Esther Gordillo, y el gobierno por venir. Se equivoca quien crea que se trata de un hecho aislado. Ayer fue la CETEG, pero antes la CNTE ya se había manifestado en la misma dirección; y poco falta para que también Juan Díaz aproveche la molestia entre sus bases por el regreso de la maestra y se sume con su propia movilización para rechazar un acuerdo donde él y los suyos serían los verdaderos derrotados. Es en este contexto que debería leerse la declaración realizada por Andrés Manuel López Obrador, a finales de la semana pasada: “Ya los sindicatos no deben estar apoyados por el gobierno, los líderes sindicales no deben representar al gobierno, deben representar a los trabajadores … no debe haber imposición ni cacicazgos, porque en México terminó esa etapa.”
Si el presidente electo es sincero, los actores están libres para pelear por el liderazgo del sindicato. Contra lo que todo mundo supone, incluida Elba Esther Gordillo, sería la democracia y no el dedazo autoritario quien resuelva la representación de los docentes. López Obrador habría decretado campo libre para luchar por la titularidad del contrato que rige la relación entre el gobierno y los maestros. En cualquier caso, la tormenta por venir no será breve porque se trata de la agrupación gremial más grande de América Latina, tampoco será pacífica porque hay demasiados intereses invertidos, y no será educativa porque cuando la disputa es por el liderazgo magisterial, el tema principal queda sepultado.
ZOOM: Es cierto que la Reforma Educativa será enterrada, no porque vaya a cancelarse sino porque otras cuestiones relacionadas con la política sindical ocuparán la escena. Y mientras tanto, los estudiantes, como de costumbre, padecerán la grilla de sus maestros, el ausentismo y la irrelevancia de sus derechos.