La falta de ética y honradez está a flor de nuestros medios de comunicación. Todos los días y a todo color, desayunamos con nuevas revelaciones de fraudes, estafas, mordidas y robos de cuello blanco. Como respuesta, las escuelas empiezan a enfatizar la formación ética-ciudadana con renovado vigor como medida de contención contra la implacable invasión de las arenas del desierto de honradez.
La formación de buenos ciudadanos en las escuelas está relacionado con lo que llaman “educación para el carácter”. Hay muchos sistemas conceptuales y programas de aprendizaje para guiarnos en la formación de buenos valores en la juventud. Seligman y Peterson (2004) consultaron múltiples fuentes sobre las virtudes sociales de varias tradiciones: Aristoteles, Torah, Upanishads, El Manual de los Scouts, hasta perfiles de los Pokemon. Decidieron por una lista de 24 valores morales universales, incluyendo valentía, ciudadanía, respeto, justicia, sabiduría, integridad, amor, sentido de humor, apreciación de la belleza y bondad.
Recientemente Peterson identificó siete valores que tienen comprobada relación con el éxito en la vida adulta, y en colaboración con las Escuelas KIPP, Angela Duckworth creyó un instrumento para medirlos en los educandos. Si importantes virtudes como bondad, integridad y respeto son de carácter moral y se encuentran en la gente buena, estos siete son de “carácter performance” – son potenciadores del éxito posterior en la vida. Incluyen el autocontrol, el entusiasmo, la gratitud, la inteligencia social, la curiosidad, el optimismo y la dedicación apasionada a una misión (lo que están llamando “grit” en inglés). (Tough, P., How Children Succeed, 2012)
Autocontrol: Un famoso experimento puso un malvavisco frente a la nariz de cada niño participante. Con solo tocar un timbre, tenían permiso de comerlo. O, podían esperar pacientemente hasta que regresara el investigador para ameritar dos malvaviscos. Hicieron seguimiento a los niños participantes diez años después y encontraron que los niños capaces de resistir por quince minutos la tentación de comer el malvavisco tuvieron puntajes SAT (examen estandarizado para ingreso universitario) un promedio de 210 puntos mayores que los niños que lo comieron después de treinta segundos. Adultos de bajos índices de autocontrol en la niñez eran tres veces más propensos a cometer crímenes y/o a tener múltiples adicciones, comparado con los adultos de altos niveles de autocontrol en la niñez.
Optimismo: Martin Seligman es uno de los fundadores de la psicología positiva. Plantea que el optimismo puede aprenderse, y los niños y adultos que pueden adoptar actitudes más positivas vivirán una vida más feliz, saludable y exitosa. Los pesimistas creen que el fracaso es debido a cualidades personales permanentes. Los optimistas buscan explicar el fracaso con causas específicas a la situación y por tanto son más propensos a levantarse e intentar de nuevo. La Terapia Cognitivo-Conductual es técnica de la psicología positiva, e incluso se les enseña a alumnos de la secundaria en las Escuelas KIPP como una técnica de autocontrol y de metacognición (pensamiento sobre el pensamiento).
Entusiasmo: La motivación de aprovechar y disfrutar de las oportunidades, de participar activamente en clase y en otros ámbitos.
Gratitud: Muy similar al optimismo. Saber agradecer lo que se tiene, lo que ha recibido del universo, merecida o inmerecidamente, es algo que ayuda a la persona mantener una actitud positiva y un aprecio saludable para los demás.
Inteligencia Social: El niño que se sabe identificar sus propias emociones, lidiar con ellas y encauzarlas, y también interpretar atinadamente las emociones de los demás es mucho más eficaz y productivo. Sabrá ponerse en el lugar de otra persona, de sentir lo siente. Hace falta la inteligencia social para poder trabajar en equipos multidisciplinarios y en grupos diversos y multiculturales, habilidades muy cotizadas en la economía global. También es esencial en el aula de clases para desarrollar una vida cívica y limar asperezas.
Curiosidad: La motivación de explorar cosas nuevas con entusiasmo. Es fundamental para la creatividad.
Grit: Definido como compromiso apasionado a una misión y dedicación a cumplirla, “grit” fue identificado por Angela Duckworth, autora de un inventario que llama “Escala de Grit”. De solo doce ítems, la escala destaca situaciones como, “nuevas ideas y proyectos a veces me distraen de ideas y proyectos previos”, “los fracasos no me desalientan”, “soy muy trabajador”, y “termino lo que inicio”. La escala de Duckworth resultó ser el mejor pronosticador de éxito en programas estresantes y difíciles como la iniciación de los cadetes en la escuela militar de West Point.
La misión formal o informal de las escuelas incluye preparar a los alumnos para una vida adulta exitosa. El descubrimiento de los valores performance ha permitido enfocar la mira en actitudes y destrezas de comprobada efectividad en esta tarea. Las escuelas de avance se concentran en inculcarlas con esfuerzo colectivo y sistemático.
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