El desempeño docente solo puede evaluarse a partir de la observación de la práctica docente y de manera presencial preferentemente, otra forma sería a partir de grabar un video lo cual implica detallar aspectos de evaluación de manera minuciosa… Sylvia Schmelkes Del Valle
A lo largo del tiempo en que se han desarrollado acciones específicas que tienen que ver con la aplicación de la (erróneamente llamada) reforma educativa, la comunidad académica y el magisterio en general, hemos manifestado nuestro descontento porque, lejos de ser benéfica, ha representado un ejercicio obsesivo compulsivo que lesiona los derechos laborales.
Un gobierno federal que muy tarde -a dos años del cierre del sexenio-, “abre” la discusión de una propuesta, dos años después de las mesas de discusión del modelo educativo, se vuelve a intentar generar la discusión nacional en apenas algo más de un mes y sin mayor interés de generar una verdadera consulta entre quienes en verdad tienen en sus manos el conocimiento de fondo de la educación en México: el magisterio nacional.
Muchas son las evidencias de lo que en realidad sucede es el uso excesivo de un lenguaje engañoso, aparentemente académico de la búsqueda de un buen futuro de las niñas y niños, cuando en realidad no se ha hecho más que implementar como se dice coloquialmente “a mata caballo”, acciones que, sin el debido financiamiento, cobertura, análisis e intencionalidad, quedan como un mero espectáculo mediático.
El pasado 30 de agosto, se dieron a conocer los resultados del informe Final de la “Evaluación de desempeño de docentes, directivos y supervisores en educación básica y media superior de México. Análisis y evaluación de su implementación 2015 – 2016”, por parte de la Secretaría Técnica Estrategia Regional sobre Docentes de la Oficina Regional de Educación de la UNESCO para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO) con sede en Santiago de Chile, la cual arroja -una vez más- evidencias de lo que en realidad se debió aplicar para que la evaluación no fuese considerada atropellada, irregular y punitiva.
En un documento de 315 cuartillas, la UNESCO da cuenta del análisis que, -a solicitud del Instituto Nacional de la Evaluación de la Educación (INEE)- se hace para valorar la implementación y resultados del ciclo de aplicación de la Evaluación del Desempeño, a fin de identificar las lecciones clave para su mejora y futuro. En el estudio se incluye un análisis en que se comparó la experiencia de México con la de otros países de primer mundo como Latinoamericanos, como es el caso de Australia, Canadá, Chile, Colombia, Estados Unidos, Perú, así como el Reino Unido.
A lo largo del documento se insiste en que “mientras mayores sean las consecuencias, se debe procurar una mayor objetividad” (OREALC/UNESCO, 2016, 211), no reducirlo a un simple examen, así como a una planeación argumentada que lo revisa desde un escritorio alguien que desconoce por completo el contexto y las condiciones en el desarrollo del proceso de Enseñanza – Aprendizaje del maestro que está evaluando.
Por otra parte, señala de manera puntual que “sólo si la evaluación docente incluye observaciones de aula se pueden asegurar que las debilidades individuales son recogidas y consideradas con fuerza a través de acciones de desarrollo profesional” (OREALC/UNESCO, 2016, 212), lo cual fue planteado por la propia Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) desde 2013 (año en que se hicieron las reformas constitucionales en materia educativa, situación que ha sido planteada por la propia Presidenta del INEE, pero como es costumbre, no fue aprobado por falta de recursos, el cual se añade a la reducción de más del 70% en algunos rubros importantes de la reforma educativa en México.
No existe duda alguna de que una reforma educativa se hace necesaria en nuestro país; no cabe duda que la evaluación es importante y puedo asegurar que en el magisterio nacional sabemos de la importancia de la evaluación para el mejoramiento de los procesos, pero mientras el Gobierno Federal no entienda que una política educativa debe de ser una prioridad, con los recursos suficientes, al lado del magisterio y planteando acciones que deben ser hechas de manera correcta, y no acomodada a modo para “parecer” que están bien hechas las cosas.