A cualquier gobierno le cuesta trabajo rectificar. Tratar que lo haga implica contar con una ciudadanía exigente, medios de comunicación críticos, y una presión social que se active a partir de información confiable sobre el desempeño gubernamental. Para esto, surgió precisamente el Coneval (Consejo Nacional de Evaluación para la Política Social) en 2004. A partir de la evaluación de “políticas, programas y acciones que ejecutan las diversas dependencias públicas” y de su oportuna publicación de resultados, se esperaba que la función del gobierno mejorara. ¿Es esto ya una ilusión de la democracia?
El pasado jueves, Coneval dio a conocer el documento “Experiencias de las comunidades educativas en el contexto de la pandemia por la Covid-19 y la estrategia Aprende en Casa”, y lo primero que sobresale es el tono crítico de su Comunicado frente al triunfalismo de la SEP en su Boletín 172, ambos publicados el mismo día.
Mientras la oficina donde trabaja la profesora Delfina Gómez asegura que “[más] de 639 millones de usuarios de 150 países” visitaron el sitio electrónico de Aprende en Casa, Coneval reconoce que “los grupos que más rezagos mostraban antes de la crisis fueron los más afectados”. Entre ellos, “niños, niñas y adolescentes (NNA) con discapacidad o pertenecientes a hogares indígenas”, lo que probablemente, “aumente la desigualdad de oportunidades asociadas a la educación”. O sea, un amplio alcance no se traduce automáticamente en equidad. El gobierno debe actuar de manera deliberada.
Es verdad que la pandemia fue algo imprevisto y que sus efectos son múltiples, pero también es cierto que la responsabilidad del Gobierno Federal es ineludible. De hecho, Coneval consideró que la “adaptación de la educación durante la pandemia fue posible debido a grandes esfuerzos […] de las comunidades educativas” y que por tanto, “es necesario implementar acciones de política […] para que estos procesos de adaptación educativos no recaigan nuevamente sobre las comunidades escolares”. ¿Nos dejaron rascar con nuestras propias uñas? ¿En dónde quedó la autoridad? Es paradójico que un Ejecutivo que busca concentrar el poder, sean tan ineficiente al utilizarlo. Es el “poder impotente” al que se refiere Roger Bartra y el cual surge por el “desorden que reina en el gobierno” de AMLO y la falta de alternativas.
El Informe de Coneval puede servir también para que la SEP medite mejor sus cambios curriculares donde la comunidad tiene lugar prioritario. Si bien se reconoce en la evaluación que “la participación de la comunidad educativa es imprescindible para la adaptación de la educación en contextos adversos”, el Consejo también identificó serios problemas con este plano. Por ejemplo, el sesgo de género que poseen algunos grupos o la falta de capacidad para saber cómo apoyar académicamente a la niñez y a la juventud. Esto derivado de no tener, a mi ver, oportunidades de vida amplias. Por eso, Coneval propone la elaboración y distribución de materiales, guías y folletos relacionados con el material escolar para padres, madres y tutores con bajo nivel educativo.
La idealización de la “comunidad” que poseen algunos trabajadores de la SEP puede jugar en contra de lo que muchos esperamos: que todas las niñas, niños y jóvenes amplíen sus capacidades por medio del conocimiento adquirido en la escuela y que así tengan mayores posibilidades —reales— de vivir feliz y responsablemente en sus entornos próximos y en otros que ellos mismos deseen e imaginen habitar. Para eso sirve, entre otras cosas, la educación: para ser conscientes y rectificar.