Platicaba el otro día con un amigo y paisano, exfuncionario del sector educativo, priista de corazón, acerca de las desventuras de la Reforma Educativa y de cómo la maneja el presidente Enrique Peña Nieto. Una de las cosas que salió a flotación —y lo dijo con cierto pesar— es que sus compadres y sus amigos le hacen más daño a la política educativa que sus rivales.
Se refería a las negociaciones que el entonces subsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda, condujo con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y cómo, con base en subvenciones, hizo crecer a las fuerzas disidentes. El hoy secretario de Desarrollo Social es compadre del Presidente.
Además, platicamos sobre la reunión que Alejandro Murat, el nuevo gobernador de Oaxaca, sostuvo con la dirigencia de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, y les reconoció una promesa de la Secretaría de Gobernación al otorgarles tres mil 699 plazas, en diciembre de 2016. Una vergüenza, me dijo. Coincidí con él. Según apuntes de comentaristas, el mérito de Alejandro Murat para haber sido postulado por el PRI, fue ser amigo del Presidente. También es hijo de un exgobernador, pero eso no abona a su temple; quizás al revés.
El jueves pasado, el joven gobernador Murat recibió en sus oficinas a la nueva dirigencia de la S-22. El hecho en sí no tiene nada de raro. Los gobernadores deben estar atentos a las fuerzas políticas y sociales de sus estados. Pero lo que percibí en la prensa, en especial en el reportaje de nuestra corresponsal en ese estado, Patricia Briseño, me dice que el gobernador ya capituló ante la tecnología del poder de la S-22.
Murat ofreció a los líderes cogobernar en la educación: “Estamos listos para encabezar una cruzada y una gran transformación a favor de la educación, de la mano de las maestras y maestros de Oaxaca” (Excélsior, 3 de febrero).
La S-22 regresó a la palestra con más ánimos y energía recargada, lo que le brinda posibilidades de crecer de nuevo. La fotografía que acompaña a la nota de Paty Briseño es elocuente. El gobernador flanqueado por dos funcionarios y luego una multitud con el brazo izquierdo en alto y el puño cerrado. Las palabras de diálogo respetuoso que pronunciaron Murat y Eloy López Hernández, el nuevo dirigente de la S-22, sonaron más huecas que una jícara oaxaqueña.
La oferta contundente fue cuando el gobernador suscribió: “Estamos listos para abrir la mesa laboral, para atender cada uno de los planteamientos que se han señalado aquí; para abrir la mesa de justicia para ir atendiendo cada una de las demandas en relación a los presos políticos; la mesa para reincorporar la bilateralidad y acabar con esa unilateralidad que no abona a la construcción de la transformación educativa que requiere nuestro estado (Sonia del Valle, Reforma, 3 de febrero; énfasis agregado). La mesa está puesta.
En términos prácticos, le entrega de nuevo la dirección del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca a la S-22. Los disidentes recolonizarán el territorio perdido el 20 de julio de 2015. Esta vez no mediante conquista, sino por un pacto en el que la autoridad abandona el poder.
De allí la S-22 escalará las posiciones de control. Si el gobernador piensa que con eso logrará paz y podrá trabajar es una ingenuidad o, si se quiere pensar mal, una acción perversa. Al rato aceptará cada una de las demandas planteadas en el pliego de la S-22: abrogar la Ley Estatal de Educación (factible), derogar la Reforma Educativa (imposible); contratar a los egresados de las normales del estado en automático; dar seguimiento a demandas de justicia social (más recursos); cancelar órdenes de aprehensión contra dirigentes sindicales; reconocer nada más a la S-22 (es decir, eliminar a la 59, que reúne a los docentes que no hacen huelga) y liberar de inmediato a sus presos.
Poco a poco caerán, como las fichas de un dominó, las parcelas que el gobierno había recuperado en julio de 2015. No habrá un quid pro quo, la máxima de los tratos políticos; no ocurrirá un dando y dando. El gobierno concederá, los líderes de la disidencia cosecharán. El pajarito no volará.
Dijo mi amigo: con ese compadre y ese amigo, el Presidente no necesita adversarios.
La S-22 cargó arrestos. Las secciones de Chiapas, Guerrero y Michoacán, sus cófrades de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, seguirán su ejemplo y recuperarán terreno. ¡Pésima jugada!