Fidel Ibarra López
El pasado 11 de enero se reinició el actual ciclo escolar y millones de niños regresaron a clases en educación básica. Se reinicia el ciclo y se continúa el proceso de enseñanza-aprendizaje, pero sin ajustar un ápice las contradicciones internas que ha generado el modelo educativo en todo este periodo escolar donde se han impartido clases a la distancia. El discurso institucional se sigue instalando en el lugar común y el interés sustantivo de las autoridades educativas reside en el regreso a la clase presencial. Esa es la tarea que va a ocupar al titular de la SEP en las próximas semanas. Y lo que ocurre en el aula, no se ajusta. Al contrario, continúa cual si fuese una tarea mecánica que está exenta de sufrir contradicciones internas.
En ese sentido, en el presente artículo nos proponemos señalar algunas de esas contradicciones internas que está generando este proceso de educación a la distancia. Con el propósito de que sirva como herramienta de trabajo para aquellos que tienen una responsabilidad en alguna institución educativa de nivel básico. Y, en su defecto, les permita ajustar la práctica docente para cualificar el proceso educativo que se desarrolla al interior de su institución.
Cabe señalar, que lo que a continuación se plantea se inscribe para aquellas escuelas que están llevando a cabo un proceso educativo a través de las clases en línea. Para el caso de las escuelas que se dirigen por entero con el programa de Aprende en Casa II -ahora Aprende en Casa III– las contradicciones internas son de otro tipo y mucho más profundas. Dicho lo anterior, procedemos a mostrar algunas de esas contradicciones internas que se han generado a lo largo de este primer semestre del ciclo escolar 2020-2021.
La primera contradicción interna se ha manifestado en lo referente a la concepción propia del modelo: se ha desarrollado el proceso de educación a la distancia bajo la misma lógica del modelo presencial; esto es, la impartición de la clase se ha orientado por entero a la clase de contenido, sin detenerse en la clase de aplicación y ejercitación del contenido. El proceso se instala en la linealidad: clase de contenido y evaluación de contenido. Y a partir de ahí se califica al alumno. No hay aplicación ni ejercitación de aquello de lo que se enseña. Ergo pues, el proceso de enseñanza en la modalidad de educación a la distancia es una mesa de tres patas donde se imparte y evalúa el contenido, pero no se aplica ni se ejercita.
La segunda contradicción interna está vinculada directamente con la primera: al superponer el modelo de la clase presencial a la clase en línea, se ha generado un problema sustantivo: cada docente está generando su propia carga de tareas a los alumnos. Y eso significa, que el número de actividades que tienen que desarrollar los alumnos se ha multiplicado, lo cual ha impactado en aquellos que están en casa y que tienen que apoyar a sus hijos; es decir, los padres de familia. Por un error de concepción del modelo, se está generando este problema mayúsculo en cada uno de los hogares donde se tienen a niños y a adolescentes estudiando en el sistema educativo de nuestro país. Este problema se pudo haber evitado utilizando el recurso de las tareas integradoras; esto es, tareas donde estén involucradas varias áreas de estudio que se le enseñan al alumno. Pero para ello se requiere un trabajo colaborativo de todos los docentes para elaborar en conjunto ese instrumento. Dicho, en otros términos, se requiere el “team teacher” -si me permiten el anglicismo- para elaborar una tarea integradora. Entiendo que el trabajo colaborativo es un aspecto que se nos complica a los docentes, pero era imperativo realizarlo por la complejidad de la coyuntura que estamos viviendo. ¿Qué ocurrió? No se exploró ninguna alternativa que paliara esta situación y el resultado fue que los padres de familia están agotados. Y demandan el regreso a la clase presencial. En ese sentido, la razón del porqué se demanda el retorno a la clase, no es tanto porque los niños quieran convivir nuevamente con sus compañeros -como lo señala Moctezuma Barragán-, sino fundamentalmente porque los padres de familia están agotados. Han sido los que han pagado las limitaciones que presenta la concepción del actual modelo de educación a distancia.
Lo anterior ha detonado una tercera contradicción interna: ante el exceso de tareas que se están generando, el maestro no tiene tiempo de retroalimentar cada uno de los ejercicios que se les deja a los alumnos. Eso significa que el maestro está dejando abierto el proceso didáctico: se queda en la enseñanza, pero no retroalimenta y, por lo tanto, no cierra el ciclo. Y este aspecto es clave cuando de educación a la distancia se trata: si no se retroalimenta al alumno, este desconoce en qué condición se ubica en lo concerniente a su aprendizaje. Y, por ende, no siente que avanza.
Estas tres contradicciones internas del modelo de educación a la distancia debieron de ajustarse antes de continuar la segunda parte del actual ciclo escolar. No se hizo y, por lo tanto, van a seguir presentándose en lo que resta de tiempo. Así como los costos para los alumnos y los padres de familia.
Termino con lo que señala líneas arriba: ojalá que el presente aporte pueda servir para que se pueda ajustar el proceso educativo en lo particular. Y lo declaro en esos términos, porque desde lo federal -o estatal-, no hay posibilidad alguna de que el modelo se ajuste. Una, porque no están identificando las contradicciones internas del modelo; y dos, porque la dinámica administrativa absorbe la atención de los funcionarios públicos. Y el aspecto académico queda relegado a un segundo término. Por ello, si el modelo se puede ajustar, eso solamente se puede lograr desde abajo; es decir, en cada centro escolar.
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