La semana pasada se vislumbraban elementos que habrían podido conducir, si no al fin del conflicto magisterial, sí al menos a una nueva etapa de negociaciones, sin paro laboral ni bloqueos, gracias a los avances que tuvo la CNTE en varias demandas y a la aceptación de la SEGOB, en voz de Miranda, a reunirse con la SEP y el INEE para “abordar públicamente el tema de la evaluación a los maestros”.
Pero eso no se dio. La CNTE optó por una estrategia maximalista, siguió en paro y restó importancia a los esfuerzos de algunos legisladores del PRD por impulsar una “contrarreforma”. A su vez, el gobierno canceló el diálogo, cerró filas con los grupos parlamentarios del PRI y algunos legisladores del PAN y comenzó a aplicar medidas reglamentarias.
El INEE, que había tenido un papel político algo marginal, anunció el 25 de agosto que la evaluación será voluntaria para la promoción y sólo obligatoria para 24 mil maestros que tuvieron previamente resultados insuficientes, todo ello sin cambios a la ley. Al redactar esta colaboración, la CNTE no tenía una posición oficial, pero algunos dirigentes calificaron la propuesta como un “paliativo” que hace “amable” a la evaluación pero que continúa siendo punitiva e insistieron en la derogación de la reforma.
La ruptura del diálogo
Hay dos razones que pueden explicar la ruptura del diálogo: el gobierno federal se negó a atender algunos puntos faltantes del pliego de peticiones por considerarlos desproporcionados o fuera de lugar, como la excarcelación de otros presos –tal vez los 25 miembros del FPR detenidos el 7 de junio de 2015, a los que debe agregarse los presos de policías comunitarias en Guerrero-, el descongelamiento de cuentas bancarias de la Sección 22, la liberación de pagos retenidos y la concesión de plazas automáticas para egresados de las normales. Al mismo tiempo, el gobierno tampoco aceptó firmar un documento de acuerdos pues sus malas experiencias jurídicas con las famosas “minutas” lo tienen advertido.
Por ello, el gobierno federal determinó que las concesiones a la CNTE habían llegado al límite y que la negociación no podía establecerse sin regresar a clases. También puede ser que el gobierno estimara que el movimiento estaba disminuyendo y que ya no valía la pena continuar insuflándole tanta importancia, algo semejante al cálculo que Emilio Gamboa, coordinador del PRI en el Senado, hizo al oponerse a la propuesta del PRD de presentar una contrarreforma educativa.
Ante ello, la CNTE decidió continuar el paro, incrementar los bloqueos y aferrarse a la derogación de la reforma, que es vista como la única garantía para recuperar sus privilegios. La posición maximalista de la CNTE en Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán se impuso a las visiones relativamente moderadas de los maestros en otros estados.
Las fracturas internas ¡cierren filas!
En la configuración del nuevo escenario deben considerarse las dinámicas internas de los principales actores involucrados. Cuando el enemigo amenaza con avanzar y la sombra de la división interna se hace mayor, las dirigencias buscan cerrar filas y agrupar fuerzas. Según los cálculos estratégicos, eso puede llevar a nuevas ofensivas o al repliegue. Lo primero está ocurriendo en el gobierno y en la CNTE.
El gobierno federal cerró filas en el gabinete y con las bancadas del PRI y del Verde, bajo un mismo sonsonete: el paro debe terminar y no serán abrogadas las reformas. Al mismo tiempo, lanzó nuevas amenazas que tal vez comience a cumplir en breve, como los descuentos salariales y el despedido por faltas injustificadas.
Sostengo hipotéticamente que en el seno del gobierno las pugnas han llegado a un punto extremo y que la posición de Nuño está predominando, gracias en buena medida a las resoluciones judiciales, a los apoyos empresariales y a los sondeos que muestran el bajo apoyo que tienen los maestros paristas.
Osorio no da resultados en su esfera: el desastre de Nochixtlán y la inutilidad de las negociaciones durante más de 2 meses muestran una secretaría ineficaz que no sólo no resuelve sino que es omisa en el cumplimiento de la ley. Es la imagen de un gobierno política y técnicamente incapaz, que cede demasiado, que no puede cumplir ni hacer cumplir la ley y que mira hacia el pasado.
Nuño da resultados en la su cancha: sumó con algunas concesiones al SNTE, presentó el modelo educativo y la propuesta curricular, llamó a foros y unificó a los legisladores del PRI y del Verde en torno a una férrea defensa de la reforma. Es la imagen de un gobierno reformista, creyente en la educación, en las leyes y en un futuro promisorio.
En qué medida la pugna intersecretarial es un estorbo insalvable es algo que sabremos próximamente, si es que el presidente, como se ha dicho, anuncia en septiembre cambios en el gabinete.
La CNTE también ha cerrado filas: la demanda de abrogar la reforma sirve de elemento cohesionador; el llamado a más movilizaciones y a una movilización popular en todo Oaxaca inyecta energía al movimiento; y las amenazas a los profesores que retornan a clases siembran temor y buscan obediencia.
Adicionalmente, se conjuntaron algunos elementos internos, poco visibles pero de gran importancia:
1) la desconfianza que los dirigentes intermedios y las bases tienen ante los dirigentes de la Comisión Nacional Única de Negociación (CNUM);
2) las divisiones de la CNTE propiciadas por la pugnas entre corrientes políticas en Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Chiapas y Puebla;
3) las diferencias entre las secciones de la CNTE, notoriamente entre el bloque de Chiapas, Michoacán, Guerrero y Oaxaca, y los estados con menor movilización;
5) el avance de los sectores radicales del movimiento, interesados en un conflicto prolongado que puede sumar fuerzas en una perspectiva de movilización popular extensa.
Hacia dónde se dirige el conflicto
El gobierno federal no tiene mucho margen de acción y, aun así, está reduciendo las vías de negociación política. Pero eso será contraproducente pues la CNTE no dejará de movilizarse, realizar paros y bloqueos y amenazar con acciones más radicales, en un movimiento sostenido más por activistas políticos de las diversas “expresiones” que por maestros de base.
Por otro lado, el gobierno federal tiene escasa capacidad para usar la fuerza pública sin causar desastres. ¿Qué hará? Una posibilidad es dejar que la CNTE y, con ella, amplios segmentos de la educación básica de Chiapas, Guerrero, Michoacán y Oaxaca mueran de inanición cerrando el flujo de recursos financieros, especialmente salarios y cuentas bancarias de las secciones sindicales y despidiendo a cientos de maestros. Pero esto no soluciona nada y condena a esos estados a un periodo más largo de desatención educativa. La otra vía, la de negociar sobre la base de la propuesta del INEE, no depende del gobierno sino de la CNTE, que se niega a levantar el paro y acabar con los bloqueos.
En ese contexto, el paquidérmico legislativo exhibe las diferencias entre las fracciones parlamentarias para acordar la discusión del problema y buscar soluciones. En esto poco ayuda el desprecio de la CNTE a la vía legislativa.
El panorama sigue siendo muy complejo e incierto. El fin del conflicto no está próximo. El gobierno no puede garantizar el cumplimiento de la ley y sus esfuerzos negociadores han fracasado; el gobierno privilegia la vía directiva y el pacto corporativo con el SNTE, y no tiene interés en desarrollar su proyecto con el apoyo de los maestros ni en comportarse como un gobierno democrático, moderno y eficaz; y, al dejar para 2017-2018 la aplicación de la propuesta educativa, el gobierno transfiere a la próxima administración federal el “control de los daños” causados.
La CNTE ha ido radicalizando su posición pues sabe que sólo eliminando la reforma puede retornar a sus privilegios, favoreciendo con ello a los sectores radicales que han aprovechado la coyuntura para constituir un movimiento popular que sume otras demandas. Pero la disminución del apoyo de las bases y la sombra de las divisiones internas amenazan también la supervivencia del movimiento.
Y, en medio de todo esto, ¿dónde quedó la educación?
Investigador del Departamento de Investigaciones Educativas (DIE) del Cinvestav y miembro del Consejo Editorial de Educación Futura