Erick Juárez Pineda
Manuel Gil Antón me decía en algún momento: los maestros no son santos. No son personajes a los que haya que adorar y colocar en pedestales para pedirles “milagros educativos”. Los profesores son profesionales, son los pilares fundamentales del sistema educativo y se les debe tratar como tal: brindarles las mejores herramientas y condiciones para hacer su trabajo.
Más allá del aplauso, el cual lo tienen bien merecido, se les debe garantizar un verdadero reconocimiento que se vea reflejado en el otorgamiento de estabilidad laboral, emocional, económica y una profunda profesionalización.
En México, la figura del docente no ha sido lo suficientemente valorada. Los gobiernos de todos los niveles insisten en utilizar al magisterio como recurso político o electoral y se deja a un lado el aspecto técnico y profesional.
Para transitar de un modelo docente deficiente y de carencias hacia un modelo de docentes efectivos hay mucho aún por hacer.
En primer lugar se deben establecer nuevos y mejores programas de formación magisterial. Las escuelas formadoras de maestros, especialmente las públicas, arrastran años de abandono y estigmatización.
Por ejemplo, las escuelas Normales Rurales en México han sido catalogadas, incluso por algunos Secretarios de Educación, como semillero de guerrilleros. Estos adjetivos los hacen cuando los estudiantes normalistas se manifiestan contra el abandono y un franco ataque de desaparición de sus escuelas. Luchadores sociales como Genaro Vázquez o Lucio Cabañas, ambos egresados de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa (famosa porque es la institución que acogió a los 43 estudiantes desaparecidos por el Estado en 2013), han sido usados como una mala referencia de estos espacios “formadores de terroristas”
El principal abandono es institucional. El cierre paulatino de los planteles normalistas, la no inclusión y reconocimiento integral de estas escuelas como verdaderas instituciones de educación superior, la lenta actualización de los planes y programas de estudio y la falta de apoyo a la investigación y producción científica en la materia han abonado a la problemática.
Otro enorme reto son los poco pertinentes programas de capacitación y formación docente. Los programas ofrecidos por la Secretaría de Educación Pública federal y local, instituciones formadoras y grupos sindicales no cubren las necesidades que exige el sistema educativo.
Tan solo una encuesta revelada por la SEP, los datos indicaron que durante la pandemia y las estrategias de educación a distancia, el 48% de los maestros no recibió asesoría, acompañamiento o tutoría para implementar las estrategias con sus alumnos, por lo que no pudieron desarrollar su trabajo a distancia de la mejor manera.
Aunado a ello, existen serios problemas de incentivos para los docentes. La pasada reforma educativa promovida por el presidente Enrique Peña Nieto impuso una serie de evaluaciones consideradas como punitivas, pues los resultados de las mismas estaban vinculados con la permanencia en el servicio, lo que generaba una gran inestabilidad laboral y emocional.
Durante el nuevo gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador se han hecho cambios favorables en cuanto a estabilidad laboral, sin embargo aún existen muchos pendientes para lograr la equidad entre la profesión docente, tomando en cuenta todos sus contextos. Los procesos de promoción horizontal y vertical aún presentan dudosos procesos que se han considerado opacos y clientelares.
El trabajo periodístico especializado en educación que he realizado durante más de 6 años continuos me ha dado la oportunidad de aprender de, como dice Manuel Gil Antón, “los académicos e intelectuales más importantes del país”: los maestros.
Y esque esto, el periodismo, toma un papel importante. Don Pablo Latapí, el padre de la investigación educativa señalaba que más allá del ejercicio del derecho a la información y expresión, el periodismo debe ayudar a incidir de buena forma en la toma de decisiones políticas en materia educativa.
Los reportajes, artículos de opinión y seguimiento de información de interés público en materia educativa deben ser los grandes aliados y vínculo entre profesores, investigadores y tomadores de decisiones. Es ahí donde debemos hacer aliados a nuestras maestras y maestros, con el objetivo de crear los mejores cuadros que se enfrenten a los retos diarios de nuestro sistema educativo.