Sofía Gutiérrez Larios*
El lunes se conmemoró el 115° aniversario luctuoso de Enrique Rébsamen, pedagogo suizo que abrazó la nacionalidad mexicana al punto de transmitirle lo imperecedero: instituciones. Gracias a Rébsamen, se fundó la primera Escuela Normal en México: la de Xalapa, Veracruz, que lleva su nombre.
La oportunidad se ofrece para recordar el valor de la Educación Normal: uno de los más importantes eslabones de la larga cadena educativa, al producir la mayoría de los maestros que hoy están frente a grupos de educación básica.
Lamentablemente, el Sistema de Escuelas Normales en nuestro país presenta retos históricos que aún no son superados.
En México, la primera Escuela Normal fue fundada en 1886: casi cien años después que la primera en el Mundo. Mientras que, a nivel internacional, el siglo XX fue de profundo mejoramiento de formación docente, en nuestro país apenas se estaba terminando de asentar el normalismo. De hecho, hace escasos 35 años las Escuelas Normales empezaron a expedir títulos de Licenciatura para sus egresados; antes, la formación de la niñez y juventud mexicana se confiaba a personas a las que ni siquiera se les exigía bachillerato, puesto que el ingreso a la Escuela Normal sólo pedía el requisito de secundaria concluida.
Este pasaje histórico nos indica que la formación magisterial en México no se concebía como una tarea muy rigurosa y exigente. Anteriormente, tal vez las condiciones sociales demandaban más cantidad que calidad en el magisterio, pues había que mandar maestros a todos los rincones de la República; pero hoy, que la calidad apremia, persisten indicios de bajo rigor académico que los normalistas reciben.
De acuerdo con el Informe de Los Docentes en México, entregado al Senado en 2015, 60% de los egresados de las Escuelas Normales del país carece del perfil idóneo para ser maestro, y el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) advirtió en enero de este año que la formación inicial docente presenta rezagos de hasta 20 años, por lo que la brecha de calidad entre las Normales y las Instituciones de Educación Superior (IES) se ha ampliado.
Entre otros, en el informe de la consultora MicKinsey “Cómo hicieron los sistemas educativos con mejor desempeño del mundo para alcanzar sus objetivos”, la conclusión fue contundente: lo fundamental es tener a profesores calificados. Los países que han tenido mejores resultados en Educación son los que han reclutado a los mejores perfiles para capacitarlos en la docencia, y los que dotan de mayor prestigio, instrucción y rigor a la profesión magisterial. Por el contrario, los sistemas educativos con menores resultados, son los que cuentan con profesores poco calificados y con bajo reconocimiento social.
Tener a Escuelas Normales con bajo rendimiento académico, no ayuda en ningún sentido. Dos puntos de la anterior Reforma Educativa que ya habían iniciado a ser favorables, eran la necesidad de aprobar un examen de oposición para ingresar al Servicio Profesional Docente, y que algunas de las plazas de los maestros trabajadores de las Escuelas Normales ya estaban comenzando también a ser concursadas. Sin embargo, aún hace falta que se eleve la exigencia para ingresar a estudiar a las Normales, y adentrarse de fondo en la realidad del Normalismo para subsanar los retos de infraestructura y de capacitación académica que enfrentan.
El Normalismo, obra iniciada por Rébsamen, hoy debe ser destino focal de la nueva Estrategia Educativa Federal. La redención no caerá de lo alto de las Reformas y modificaciones de adjetivos en los artículos de la Constitución: vendrá del fortalecimiento del tejido y capacitación de los maestros, de ellos que son la primera mano que saluda a la Educación.
*Maestra de primaria en la escuela pública “J. Jesús Ventura Valdovinos”, Villa de Álvarez, Colima. Licenciada en Educación Primaria por el Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima (ISENCO).