Las condiciones estresantes que viven las familias pobres a menudo causan falta de aprovechamiento académico y salud precaria. En 1995 más de 17 mil personas participaron en una encuesta sobre salud actual y Experiencias Adversas en la Niñez, EAN (ACE en inglés), donde reportaron experiencias personales durante la niñez en diez diferentes categorías, incluyendo el abuso físico y sexual, negligencia física y emocional, y varias medidas de disfunción familiar como divorcio, enfermedad mental, violencia y asesinato.
Los investigadores descubrieron sorprendentes correlaciones entre experiencias adversas en la niñez y resultados negativos en los adultos. “Comparado con personas sin historial de experiencias adversas en la niñez, las personas con puntajes EAN en 4 categorías o más tenían el doble de probabilidades de fumar y eran siete veces más propensas al alcoholismo y el sexo precoz. Tenían el doble de probabilidades de haber desarrollado cáncer, enfermedades cardiacas y padecimientos del hígado. Sus probabilidades de intentar suicidarse eran treinta veces mayores en sujetos con EAN de 6, y de inyectar drogas ilegales, cuarenta y seis veces mayores para personas con EAN de 5.”*
Puntajes altos EAN también están correlacionados con problemas en la escuela. Entre niños con puntaje 0, solo el 3% han sido identificados con problemas de aprendizaje o comportamiento. Entre estudiantes con EAN de 4 o más, es el 51%. La corteza prefrontal, centro de la autorregulación, es un sector del cerebro negativamente afectado por el estrés en la niñez. Esto dificulta poder concentrarse, sentarse tranquilamente, dominar los enojos y seguir instrucciones. Por tanto, dificulta el aprovechamiento académico.
El consenso científico es que la adversidad temprana desgasta a los cuerpos en desarrollo mediante el estrés. Nuestros cuerpos regulan el estrés soltando hormonas llamadas glucocorticoides que activan los neurotransmisores y elevan los niveles de glucosa. El sistema cardiovascular aumenta la presión de la sangre, mandándola cargada de glucosa y proteínas inflamatorias a los músculos.
El neurocientífico Robert Sapolsky explica que “activamos un sistema fisiológico que se evolucionó para responder a emergencias físicas agudas” como, por ejemplo, un ataque de león, “pero lo activamos para meses sin descanso”* con nuestras preocupaciones cotidianas. Esto es muy destructivo durante la niñez.
Sin embargo, parece que existe un contrapeso a los efectos de una niñez estresante. Se hizo seguimiento de un grupo de más de 1200 bebés desde los siete meses de edad, midiendo la manera en que sus niveles de cortisol se elevaron como respuesta a situaciones de estrés. Hallaron que los riesgos ambientales, tales como tormentas familiares y viviendas atestadas tuvieron un efecto muy grande en los niveles de cortisol detectadas en los niños, pero solo cuando sus madres no les prestaban atención adecuada. Cuando las madres se mostraban responsivas a sus hijos, borraba los efectos del estrés.
Mary Ainsworth, de la Universidad Johns Hopkins, comprobó que los padres y madres más atentos a sus hijos en su primer año de vida criaron hijos más independientes e intrépidos. Ha podido medir la calidad de respuesta maternal y la capacidad emocional de los niños a través del nexo maternal. Una prueba llamada “Situación Extraña”, requiere que la madre juegue con el niño y después lo deje en el salón un rato. Cuando regresa, la mayoría de los niñitos, los con nexo seguro, corren hacia la mamá. Los niños que la ignoran, la reprochan o tienen otro tipo de reacción desconectada demuestran un nexo ansioso. Los niños con un nexo seguro resultan ser más adeptos en formar lazos de amistad con compañeros en todas las etapas de sus vidas desde preescolar hasta bachillerato. Una de los resultados sorprendentes que este estudio reveló es que la calidad del nexo maternal es el factor más atinado (77% de efectividad) para predecir cuales abandonarán a la escuela antes de graduar.
Aun si un nexo seguro no forma cuando bebé, puede haber remedio, según varios investigadores. Uno de ellos, Dale Cicchetti, hizo seguimiento a 137 familias con historial de maltratos a niños. Al principio del estudio, cada familia tenía un bebé de un año de edad, y se les evaluó su nexo maternal. Solo uno demostraba un nexo seguro.
Después dividieron las familias en dos grupos. Los del grupo control tuvieron acceso a las intervenciones estándar para familias reportadas por maltratos infantiles. Las familias del grupo experimental recibieron terapia específica (Lieberman) niños-padres una vez por semana. Al cumplir dos años de edad, el 61% de los niños de familias del grupo experimental mostraban un nexo seguro, y del grupo control, solo el 2%.
Quedó demostrado que aun en las familias más problemáticas se puede desarrollar comportamientos de crianza apropiados, con beneficios posteriores profundos, posiblemente ahorrando millones en encarcelamientos y tratamientos médicos y produciendo millones más en impuestos de adultos productivamente empleados. Más que gastos, son inversiones en potencial humana.
* Estudios citados en: Tough, Paul, “How Children Succeed”. (Como los Niños Alcanzan el Éxito) Houghton Mifflin Harcourt (www.hmhco.com), 2012.