Miguel Ángel Gallegos Cárdenas*
Yuval Noah Harari, en su obra “Breve historia de la Humanidad. De animales a Dioses” (2014), hace un extraordinario recuento de la evolución de la humanidad, partiendo desde el origen del universo y conformación de nuestra especie, pasando por el análisis, proceso evolutivo, esparcimiento, dominación y conquista del mundo por parte de los humanos; hasta vislumbrar el emocionante futuro que espera al Homo sapiens, el cual augura, será sustituido por superhumanos. Un enorme salto que va de lo primitivo a lo trascendente en la especie dominante –hasta ahora–.
Otro magnífico trabajo es el que previamente realizo Herbert George Wells, en su obra “Breve historia del mundo” (1920) –casi un siglo atrás de la de Harari–. En este, hizo un recuento de los acontecimientos más importantes para comprender el desarrollo de la humanidad. Esta obra fue escrita pensada en que los estudiantes en las escuelas tuvieran acceso de manera sintética a la historia y evolución del mundo –aunque lo cierto es que poco, si no es que lamentablemente en nada esa idea se volvió realidad–. Su intención fue la de reflexionar sobre la evolución del hombre y la conformación de diversas civilizaciones, considerando al mundo en el espacio y en el tiempo, hasta la revisión de diversos sucesos y conflictos sociales cercanos a la reciente modernidad.
Ambos trabajos son importantes para dimensionar como es que llegamos hasta este punto de la historia, a este punto de inflexión en que se encuentra la especie humana, justo a punto de iniciar un nuevo año, en que se busca dejar atrás la terrible huella que dejaron los años 2020 y 2021. Ciertamente, aún estamos envueltos por la pandemia mundial, que ha durado dos años, desde el primer caso surgido en Wuhan, China. La humanidad fue trastocada por el invisible virus para el ojo humano, pero nocivo para nuestro sensible organismo.
Las proyecciones que hicieran Wells y Harari de alcanzar la conquista del espacio y la trascendencia humana están en riesgo de no cumplirse, si no se tienen los cuidados para preservar al mundo y a la especie dominante.
La obra de Wells es muy basta. Futurista nacido en el siglo XIX, vislumbro casi todo lo que se ha vivido en los últimos cien años de nuestra especie: guerras mundiales, armas nucleares, bombas atómicas, avances tecnológicos, puertas automáticas, ingeniería genética, la llegada del hombre a la luna, guerras y armas biológicas y, enfermedades errantes que podrían acabar con la especie humana.
Además, Wells, en sus diversas obras promovió la conformación de un Estado Universal, ante su preocupación de que surgieran nuevas Guerras Mundiales y como una alternativa para resolver la gran cantidad de injusticias y abusos que le tocó vivir y vislumbrar. Desde su trabajo literario impulso fuertemente la idea de la “La liga de las naciones”. Le apostaba a la conformación de una organización en que los técnicos, los científicos y los intelectuales de todo el mundo se congregarán para ponerse de acuerdo para preservar al mundo, guiados por la razón, la técnica y la ciencia. Una buena referencia para reflexionar en esto es la cinta “La Vida futura” (1936).
La Liga de las Naciones, precedente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue impulsada por Woodrow Wilson. Como es sabido, esta propuesta de Orden Mundial ha venido trabajando desde su fundación oficial en 1945, tras la devastadora segunda Guerra Mundial, que también dejo estragos y secuelas terribles.
Un dato relevante y alusivo a la preservación y rescate de la especie humana, es que en 2015 la Asamblea General de la ONU conformó y adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la cual es un plan de acción en favor de las personas, el planeta y la prosperidad mundial, que busca también impulsar la paz, la justicia y erradicar la pobreza. Para ello, se plantearon 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con 169 metas de carácter integrado e indivisible que abarcan las esferas económica, social y ambiental. Esta estrategia se planteó 15 años, con duración hasta 2030, comprometiendo a los Estados participantes a su implementación.
Sin embargo, aunque esta agenda tiene alcances internacionales, lo cierto es que cada nación tiene sus propias particularidades y retos específicos, lo que inevitablemente influirá en los logros y resultados que se pudieran alcanzar, además de que cada Estado tiene sus propias metas nacionales.
El mayor reto para el logro y cumplimiento de los ODS radica en que la Pandemia de COVID-19, se ha vuelto un nuevo obstáculo para la comunidad internacional. La ONU deberá replantear sus objetivos y sobre todo sus estrategias para poner fin a la pobreza en el mundo, erradicar el hambre y lograr la seguridad alimentaria; garantizar una vida sana y una educación de calidad; lograr la igualdad de género; asegurar el acceso al agua y la energía; promover el crecimiento económico sostenido; adoptar medidas urgentes contra el cambio climático; promover la paz y facilitar el acceso a la justicia.
Lo más importante será que los agentes sociales aprendan de las lecciones de la Pandemia, de la historia del mundo y de la conformación de nuestra especie.
Ha quedado demostrado que nuestra especie es muy frágil. Somos organismos vivos que podemos sucumbir en cualquier momento ante lo inesperado y, a pesar de todas nuestras conquistas en el planeta, somos insignificantes en el universo.
Lo que nos queda por hacer es continuar con la conquista de nuestro propio ser, de nuestras propias pasiones y vicios y, fomentar la armonía, fraternidad e igualdad entre nuestra especie.
El ser humano vive envuelto en un mundo en que poco a poco ha sido atrapado y envuelto en una realidad, pero debe considerar que ahora más que nunca necesita de los demás para continuar escribiendo muchas páginas de su propia historia y poder alcanzar las estrellas para lograr la trascendencia que señalará Wells y Harari.