Quiero expresar públicamente mi repudio total a los actos bestiales cometidos contra los maestros de Comitán y mi solidaridad con ellos; repudio a quienes los cometen, los avalan, los ocasionan, incluso los festejan. Al mismo tiempo no puedo dejar de manifestar mi desaliento ante la ausencia de soluciones frente a las posiciones tan dogmáticas, irracionales, intolerantes de unos por aplicar LA REFORMA EDUCATIVA, de otros, por derogarla. ¿Hasta dónde vamos a llegar?
La gran cantidad de textos y artículos de opinión que se han escrito al respecto me permiten pensar, con optimismo, que podríamos iniciar de manera organizada y sistemática un verdadero diálogo periodístico, ejemplo del diálogo que quisiéramos entre las partes en conflicto. Una propuesta de mecanismos y de agenda, un diálogo que no se ampare en “lo sagrado de la ley”, sino que analice punto por punto en qué consiste la Reforma, profundice en sus antecedentes y en sus consecuencias, y no simplemente difunda los lugares comunes que se achacan unos y otros; ejemplo de diálogo que proponga sólidamente los argumentos de una u otra posición, que convenza –mediante la difusión de argumentos y razones, de la legitimidad o no de las posiciones y a la vez busque las vías legales para transformar la ley, en lo que sea necesario.