Dr. Luis Horacio Pedroza Zúñiga*
Investigador
Actualmente todos estamos familiarizados con la idea de garantizar agua potable para toda la población, sin embargo, hasta hace no mucho tiempo esto no era una idea común. Fue a partir de los descubrimientos del científico Jonh Snow a mediados del siglo XIX, quien demostró que la epidemia del cólera se trasmitía por el agua contaminada (Cerda, et al. 2007). Los descubrimientos de Snow no solo impactaron la conceptualización de la epidemiología moderna, sino también aspectos de salud pública y urbanísticos.
La idea de garantizar aire limpio a la población aún no alcanza el mismo imperativo. El Dr. Alejandro Macías, Zar en la lucha contra la pandemia de influenza H1N1, ha mencionado en múltiples ocasiones la necesidad de que aprendamos a vivir con el virus SARS-CoV-2 causante de la COVID-19, puesto que estará con nosotros por mucho tiempo. Ha insistido en que la sociedad adopte medidas para garantizar aire limpio en los espacios cerrados; él señala concretamente dos acciones, asegurar una adecuada ventilación y monitorear el CO2. Un ambiente con alto nivel de CO2 significa que el aire ha sido respirado por varias personas, por lo que el riesgo de contagio se incrementa. El mismo Macías (2022) señala que incluso algunos hospitales tienen una ventilación inapropiada, presentando una concentración de CO2 que pone en riesgo a los pacientes y personal.
La idea de garantizar aire limpio en espacios públicos cerrados lleva a cuestionarse si en las escuelas mexicanas tenemos una condición favorable para ello. Esta consideración es fundamental para garantizar un ambiente higiénico para maestros y alumnos, así como ofrecer un regreso seguro a las escuelas.
Una de las condiciones favorables de las escuelas mexicanas es su diseño arquitectónico, el cual permite una suficiente ventilación, aunado a que en gran parte del país el clima templado también permite una ventilación sin medios artificiales. Por lo regular, las escuelas públicas mexicanas se construyeron siguiendo un modelo arquitectónico muy parecido en el territorio mexicano, seguramente todos tenemos en la mente la típica escuela mexicana.
El diseño arquitectónico normativo está extendido en gran parte de los planteles de educación básica. A partir de datos del Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa (INIFED), se identifica que dos terceras partes de las escuelas públicas de educación básica tienen una estructura típica, y el resto tiene una infraestructura atípica, esto es, que no sigue la normativa del propio INIFED (Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación [INEE], 2019), pero ello no significa que tiene condiciones desfavorables para la ventilación. En pocas palabras, se sabe que dos terceras partes tienen esa condición favorable, y en una tercera no tenemos esa certeza, aunque probablemente en muchas de ellas si se tenga.
En este punto quiero hacer una comparación con nuestros vecinos de Norteamérica, quienes no tienen estas condiciones favorables: aulas con posibilidad de ventilación y un clima templado. En Canadá, por ejemplo, la gran mayoría de sus escuelas cuenta con instalaciones tipo edificio, con aulas y pasillos cerrados, donde la posibilidad de ventilación es limitada. Su clima implica que prácticamente se tiene una ventilación artificial en la mayor parte del ciclo escolar. Con todo ello, Canadá ha estado en clases presenciales prácticamente ininterrumpidas desde septiembre de 2020.
Tener acceso a una ventilación adecuada en las escuelas es tal vez la única condición que es más favorable en las escuelas mexicanas que en las canadienses. Lamentablemente en México tenemos otras condiciones desfavorables, los grupos numerosos son una de ellas. De educación preescolar hasta educación media superior se tiene este problema, que sabemos se agudiza en zonas urbanas de contexto marginado. Es común encontrar grupos de más de treinta o cuarenta alumnos, que en la pandemia sería riesgoso mantenerlos en un aula de escuela (Pérez, et al, 2010).
El espacio reducido en las aulas es otra condición desfavorable, esto derivado de los grupos escolares numerosos y un diseño de aula homogéneo y extendido en todo el territorio nacional. En 2010 participé en un estudio donde indagamos sobre el espacio disponible por alumno en las aulas de escuelas preescolares del país. Evidentemente la preocupación subyacente a esa investigación fue educativa y no de salud. Pero nos puede dar un estimado del espacio que requieren los alumnos para desarrollar sus actividades confortablemente. Con un análisis de investigaciones disponibles, en aquel momento se estableció que menos de 1.4 metros por niño estaba asociado a efectos nocivos, como comportamientos agresivos derivados del hacinamiento. Así, encontramos que en 34% de las aulas preescolares del país, los niños tienen menos de ese espacio, este problema es mayor en las escuelas indígenas (44%) y las privadas (41%) (Pérez, et al, 2010), dado que estas últimas siguen una normativa de construcción distinta a las escuelas públicas.
Relacionado con tener buenas condiciones para la higiene, está tener acceso a agua limpia y una infraestructura sanitaria digna. Aunque para nada es una novedad que las escuelas mexicanas tienen una infraestructura plagada de carencias, en un estudio de las tres cuartas partes de las escuelas públicas de educación básica: 23% no tiene conexión a la red de agua potable, 50% no tiene drenaje y el 2% no tiene baños o letrinas (INEE, 2019a). Estas carencias son más acentuadas en los servicios educativos que atienden a la población más desfavorecida como la educación indígena y CONAFE. Por ejemplo, con datos de preescolar, la carencia de baños es de 22% para las escuelas indígenas (INEE, 2019b).
Es claro que la infraestructura hidráulica no es el punto fuerte de los planteles en México. Se tendrá que reconocer las carencias, algo que las autoridades de la SEP no acostumbran reconocer, y planear una estrategia de regreso que tome en cuenta la precariedad en que se encuentran buena parte de las escuelas mexicanas. Por ejemplo, en la también pandemia de influenza H1N1, se generalizaron las medidas de higiene de manos aún en planteles que carecían de agua potable o baños.
La práctica docente será fundamental para promover entornos sanos para los niños, es una condición que podría revertir las carencias provenientes de la infraestructura y aprovechar aquellos elementos que tenemos a nuestro favor. Para lograrlo, la práctica pedagógica tendría que abrir espacios didácticos para que los niños adopten medidas de autocuidado dentro y fuera de la escuela, que hablen y compartan sus ideas acerca de las condiciones que generan un estilo de vida saludable y comprendan por qué es importante llevar a cabo acciones para cuidarse y preservar su salud. Asimismo, se requiere que los niños tengan acceso a fuentes de información científica a fin de ampliar de manera sustentada lo que saben (Pedroza et al, 2013). Desde este punto de vista, el regreso a la educación presencial es una oportunidad de aprendizaje altamente significativa.
Probablemente estemos ante un cambio de paradigma en la manera en como vemos la salud pública. Desde el sistema educativo, los docentes tendrán un papel fundamental en promover prácticas de higiene del aire para toda la comunidad escolar. Muchas de las medidas de autocuidado ya las conocemos, como el uso de cubrebocas y la sana distancia. Además, habrá que agregar la de promover el acceso a un aire limpio, al igual que lo hacemos con el acceso al agua potable y las medidas de higiene.
Los virus respiratorios son muy comunes, ahora fue el SARS-CoV-2, antes fue el H1N1, cada año es la influenza y seguramente vendrán otros más. Sería deseable que como sociedad aceptemos este hecho y aprendamos las lecciones en el sistema educativo. Las escuelas requieren de mejores condiciones para hacer frente a eventualidades como las epidemias. Resulta apremiante se garanticen las condiciones de higiene y salud en beneficio de los niños y docentes del país.
Referencias
Cerda L, Jaime, & Valdivia C, Gonzalo. (2007). John Snow, la epidemia de cólera y el nacimiento de la epidemiología moderna. Revista chilena de infectología, 24(4), 331-334. https://dx.doi.org/10.4067/S0716-10182007000400014
Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación [INEE] (2019a). Informe de evaluación a la política de infraestructura física educativa de la educación obligatoria en México. https://www.inee.edu.mx/portalweb/suplemento12/evaluacion-escuelas-al-cien-fam.pdf.
INEE (2019b). Condiciones básicas para la enseñanza y el aprendizaje en los preescolares de México. Una mirada desde el derecho a la educación. México: autor.
Macías, A. (2022). COVID-19 al día, episodio 15. TecSalud. https://www.youtube.com/watch?v=pK8DGaQutgY
Pedroza, L.H., Álvarez A. C. & Jiménez A. B., (2013). La implementación del PEP 2004 en las aulas. México. En Pedroza, L. H. (Coord.). (2013). Prácticas pedagógicas y desarrollo profesional docente en preescolar. México. Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. http://publicaciones.inee.edu.mx/buscadorPub/P1/D/240/P1D240.pdf
Pérez, M., Pedroza, L. H., Ruiz, G. & López, A. (2010). La educación preescolar en México. Condiciones para la enseñanza y el aprendizaje. México: Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. https://www.inee.edu.mx/publicaciones/la-educacion-preescolar-en-mexico-condiciones-para-la-ensenanza-y-el-aprendizaje/
*Instituto de Investigación y Desarrollo Educativo
Universidad Autónoma de Baja California