Juan Carlos Yáñez Velazco
El martes el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, fue de nuevo noticia. Anunció que en enero los estados en el verde del semáforo epidemiológico regresarán a clases con protocolos sanitarios y de manera voluntaria.
Para los estados en amarillo podrían abrirse Centros Comunitarios de Aprendizaje, donde se impartirían asesorías pedagógicas, psicológicas y sociales a estudiantes e, incluso, a docentes.
Por supuesto, causa controversia. Entre algunos expertos hay urgencia en el retorno a las aulas, apelando a argumentos basados en las evidencias de otros países, pero no serán ellos quienes vayan a las escuelas o a centros comunitarios. Son las maestras, los niños y, por supuesto, las mamás, quienes opinan distinto.
En su discurso y en el boletín de prensa, el secretario privilegió el retorno gradual y seguro de los estudiantes a las escuelas. De los dichos de Moctezuma a las condiciones para cumplirse, hay brechas y dudas.
Para los Centros Comunitarios de Aprendizaje se informaron medidas concretas, acordadas con la Secretaría de Salud, por ejemplo: filtros escolares, sana distancia, uso de cubrebocas, asistencia escalonada y limitada, priorizar espacios abiertos y limpiar mobiliario y equipo después de cada clase.
El secretario sigue pensando en un modelo de escuela que no es la realidad generalizada: la de organización completa y con personal de apoyo. Pero los datos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación reflejaban que el 40 por ciento de las escuelas primarias del país son multigrado, con sus variantes, y no cuentan con más personal que uno, dos, tres maestros.
¿Está pensando el secretario de Educación Pública que los maestros operarán los filtros escolares, darán las asesorías, revisarán actividades, luego tomarán los utensilios para la limpieza y desinfección de los espacios y mobiliario?
¿Cuándo recibirán las escuelas termómetros y los materiales indispensables? ¿Enviarán computadoras e internet a donde no existen?
¿Cuánto dinero destinará el gobierno federal (y los estatales) para acondicionar las miles de escuelas donde no existen servicios sanitarios y agua? ¿Cuándo comenzarán?
¿Cuánto personal contratará la Secretaría de Educación Pública para realizar las tareas de apoyo psicológico y emocional para estudiantes y docentes?
¿Otra vez será con pura buena voluntad?
Lo dije la semana pasada y lo repito: cuando a estos anuncios no los acompañan pesos y centavos, tenemos razones (y obligación) para la sospecha.