No es un regreso a clases común. El Sistema Educativo Nacional fue afectado por una pandemia y cierres escolares intermitentes. Hoy volvemos a las aulas de manera presencial y generalizada, constatando que la escuela importa no sólo para aprender, sino también para convivir y socializar.
El ciclo escolar 2022-2023 también marca la recta final del sexenio. Es probable que las autoridades educativas federales exagerarán aún más los logros del gobierno de AMLO, pero mientras esto pasa, los ciudadanos podremos tener mayores elementos para verificar qué avances y retrocesos registramos en el sector educativo. A cuatro años del sexenio, maestras/os, periodistas, investigadores y estudiantes podemos buscar más y mejor información para articular una crítica más fundamentada al gobierno y exigirle rendición de cuentas. Si no cumplió las promesas, que pague los costos. Esto puede fortalecer a la oposición con el objetivo de desarrollar políticas educativas más efectivas.
El ciclo escolar 2022-2023 también marca la llegada de una nueva titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP). La secretaria saliente, con un delito electoral a cuestas, irá tras los votos. Al despedirse de las autoridades educativas durante la reunión del Consejo Nacional de Autoridades Educativas (Conaedu), la maestra Delfina dejó tarea: “Impulsar el retorno a las aulas de quienes tuvieron que abandonarlas a causa de la pandemia”, saber “cómo vienen nuestros niños” a partir de las evaluaciones diagnósticas para tratar de recuperar los aprendizajes” y la realización del plan “piloto” de la propuesta curricular para que en el siguiente ciclo escolar (2023-2024) ya se pueda aplicar de manera “formal en todas y cada una de las instituciones” (Boletín SEP 203).
El ciclo escolar 2022-2023 también puede marcar el inicio de una nueva etapa de reflexión y crítica públicas. Como ya pasamos la fase del diseño, cada vez será menos relevante si la propuesta curricular de la SEP está sobreideologizada, importa ideas, privilegia el comunitarismo, es rebuscada e incorpora conceptos surgidos de otros ámbitos que no sean puramente pedagógicos.
Poner en marcha una propuesta curricular en 960 escuelas de la república nos permitirá observar a las y los maestros como implementadores de programas y políticas y con ello, formular nuevas preguntas. ¿El actual diseño curricular de la SEP ayuda o complica su puesta en marcha? ¿En qué contexto y bajo qué condiciones el maestro podrá ser autónomo para dejar de lado extravagancias “teóricas” e impulsar la útil comprensión de los contenidos escolares? ¿Cómo actúan, en concreto, los agentes educativos para promover el aprendizaje más allá del currículum formal?
Todo regreso a clases despliega una gran energía social. Volvemos a las aulas con múltiples aspiraciones y bajo la creencia que podemos desarrollarnos individualmente gracias al conocimiento si todas y todos nos enfocamos en ello. Hagamos de este regreso a clases algo distinto ahora que estamos de cara a cara con la niñez y la juventud.