Las reformas sobre educación pública impulsadas a lo largo de la última década en Estados Unidos han generado resultados muy por debajo de los prometidos y enfrentan cada vez más dudas en la opinión pública –y creciente ira entre maestros, estudiantes y padres de familia– por sus propósitos, ya que se basan en visiones empresariales formuladas por algunas de las personas más ricas del país.
Durante la década pasada, bajo los gobiernos de George W. Bush y ahora Barack Obama, se han impulsado a escalas federal y estatal reformas
centradas en sistemas de evaluación de maestros y escuelas con base en exámenes estandarizados de sus estudiantes, junto con la introducción de guías de instrucción que obligan a maestros a cumplir con requisitos que pueden ser evaluados en cada aspecto de su labor, la introducción de escuelas chárter, que son financiadas públicamente pero administradas por intereses privados, y programas de capacitación para nuevos maestros entrenados específicamente para ser soldados en este nuevo régimen…
Publicado en La Jornada