Eduardo Andere / Elisa Guerra
Hay cosas que no funcionan como debieran; las buenas intenciones no son suficientes Tal es el caso, parece ser, de los Consejos Técnicos Escolares que desde hace algún tiempo, a instancias de las autoridades educativas, han tomado un rumbo pre-determinado, sin evidencia de avance en calidad. Los CTE podrían ser la inteligencia colectiva de la organización escolar. En su lugar, se han convertido en instrumentos de una política administrativa de control.
Los CTE, al igual que otros consejos creados por la ley o la autoridad, responden a la visión de unas cuantas personas que la educación de un país puede ser clasificada como se ordenan los automóviles de un estacionamiento. Las escuelas son organizaciones vivas que se desarrollan por el quehacer cultural de las personas que las integran. Y como las personas en lo individual y colectivo responden a funciones de comportamiento diferentes, ordenarlas en un cartabón es desconocer la naturaleza de las organizaciones humanas y la riqueza de la improvisación, creatividad e innovación. Sí, es políticamente adecuado enarbolar la bandera de cientos de miles de CTE funcionando y trabajando, como sucede con los consejos de participación social en la educación. Eso no quiere decir que lo hagan adecuadamente. En ese camino los CTE son más adorno político que solución pedagógica.
El Consejo Técnico Escolar debería ser un espacio para el crecimiento profesional y la colaboración entre docentes; un lugar de encuentro entre educadores; una mesa de coloquios; un espacio para el debate, la innovación y las decisiones que orientarán la vida de la escuela. Debería ser, según lo marcan los mismos Lineamientos para la organización y funcionamiento de los Consejos Técnicos Escolares a nivel nacional, “el medio por el cual se fortalecerá la autonomía de gestión del centro escolar con el propósito de generar los ambientes de aprendizaje más propicios para los estudiantes (…)”. ( SEP, Considerando IV, p.7). Debería, pero no lo es.
En principio la idea es positiva: dotar a los centros escolares de un espacio para el autoanálisis y el establecimiento de una ruta de mejora específicamente diseñada para cada escuela. Pero para que tal efecto suceda, es indispensable atender a las necesidades, contextos e idiosincrasia de cada institución. No es posible diseñar una estrategia de “talla única” y pretender que dará un buen servicio a la totalidad de muy diversas escuelas que conforman los sistemas local, estatal y nacional. Eso es una falacia.
El caso Aguascalientes
Las autoridades educativas del Estado de Aguascalientes han tomado bajo su control la organización logística de las sesiones de los Consejos Técnicos Escolares. Los asiste la normatividad nacional: el citado documento de Lineamientos, así lo establece en el Artículo 10, cuando dicta que “ Las sesiones del CTE podrán ser organizadas por estado, región, zona o escuela, de acuerdo con las disposiciones de la autoridad educativa estatal.” (SEP, Artículo 10, último párrafo, p. 10)
En el caso específico de este estado, las autoridades educativas han decidido que las sesiones de CTE se lleven a cabo, en los días señalados, en una sola sede por zona escolar. Esto con el fin de facilitar la labor de las supervisiones y aumentar el grado de control sobre las escuelas. Es menos complicado vigilar que estas sesiones se lleven a cabo de la manera determinada por la autoridad, cuando los colectivos de las escuelas se encuentran reunidos en un solo plantel.
El argumento de la autoridad es comprensible pero insostenible. Se cree que el cumplimiento de las normas necesariamente creará la calidad educativa que todos buscamos. El argumento corre así: “si las supervisiones pueden constatar que las sesiones de CTE se llevan a cabo de manera regular y ordenada, con ello se garantiza no sólo el cumplimiento sino la calidad también.” Esto no es necesariamente cierto. Ni el ordenamiento ni la orden de autoridad garantizan la calidad.
El llevar a cabo las sesiones de CTE en una sola sede acarrea desde problemas prácticos hasta profundos a los colectivos de las escuelas que tienen que reunirse en las instalaciones de una institución que no es la suya. Muchos de estos problemas son de naturaleza práctica, es cierto, pero no menos de ellos impactan de igual manera el aspecto pedagógico de la labor educativa. Pensemos, por ejemplo, que los consejos de administración de las empresas públicas PEMEX, CFE, CONASUPO, INFONAVIT, ASA, NAFIN, BANOBRAS, BANCOMEXT, etc., se reunieran en un mismo local con unas mismas reglas para facilitar la labor de contraloría de la Secretaría de Función Pública federal.
Consideremos algunos ejemplos de la logística de los CTE en Aguascalientes:
- Al obligar a los colectivos a realizar las sesiones fuera de su escuela se atenta contra la autonomía de gestión de cada centro, la misma que los lineamientos con anterioridad reconocían. El decir que una escuela es autónoma en su gestión pero al mismo tiempo exigirle una logística forzada para la celebración de sus sesiones de CTE, es el primer indicativo de una simulación incómoda.
- Los colectivos que deben trasladar sus reuniones a otras escuelas se enfrentan con obstáculos de tipo práctico y también de clima organizacional. Utilizando el mundo del futbol, o cualquier otro deporte en competencia, para una metáfora, no es lo mismo jugar un partido como local que como visitante. Estar en casa siempre ofrece ventajas anímicas y estratégicas. Y la evidencia empírica muestra que en casa se gana más y con más frecuencia.
- El tener que trasladar el CTE fuera de la escuela, implica que hay que llevar consigo no sólo los materiales, sino el equipo de presentación necesario para cubrir la temática prevista: rotafolio, proyector, insumos. Y aún considerando que éstos se transporten con mayor o menor grado de dificultad, es imposible, por supuesto, trasladar la escuela completa, con todas las cosas que eventualmente pudieran necesitarse. Cito el caso de una maestra que se estrenaba en la docencia y quiso aprovechar la reunión de CTE para cruzar ideas y valorar estrategias para el trabajo en grupo, con sus colegas más experimentadas, en el marco de la temática ya definida. Si bien se generó un diálogo interesante, la riqueza del mismo se vio limitada ya que las docentes no tenían en sus manos, en ese momento, las evidencias de trabajo de sus niños, para fines de comparación y análisis. Acordaron compartirlos en otro momento, sin embargo, hasta ahora no han logrado reunirse debido a la incompatibilidad de horarios y la vertiginosidad de las labores diarias. El espacio de interacción que las sesiones de CTE ofrecían es muy valioso, pero lamentablemente desaprovechado por la nula versatilidad.
- La complejidad que este esquema de “una sola sede” impone sobre las escuelas, es aún mayor en las instituciones de sostenimiento privado, sobre todo cuando son pequeñas –como la gran mayoría- y tienen recursos limitados. Existen escuelas con una sola directora para tres niveles educativos. Si cada uno de los niveles debe reunirse, en el mismo día y mismo horario pero en diferentes sedes, las escuelas particulares necesitan “desarticular” a sus colectivos, y además conseguir los mismos insumos pero tres veces, para cada nivel que se separa. Si una escuela cuenta con sólo un cañón proyector, dos de los tres niveles deberán prescindir de él, por ejemplo. No sólo esto, sino que, habiendo una sola directora o director para la escuela completa, es necesario nombrar, entre los integrantes del colectivo, a un maestro responsable de su nivel que opere en representación del director.
- La productividad y aprovechamiento del tiempo de la sesión de CTE puede verse mermada por situaciones que no sucederían si cada escuela se reuniera en sus propias instalaciones. Como ejemplo citaremos lo ocurrido en la primera sesión de CTE, el pasado mes de Septiembre, en una zona que reunió a casi dos decenas de escuelas en una sede común. La escuela anfitriona amablemente ofreció todo aquello que estaba en sus posibilidades: cada colectivo pudo contar con un aula para trabajar con sus docentes. Los materiales previstos para la sesión, designados a nivel nacional, incluían una serie de videos para los cuales se requería conexión a internet. Una de las escuelas muy pronto se percató de que en el aula donde estaban reunidos, el acceso a internet era nulo o muy limitado. La maestra responsable de esta escuela particular –la directora estaba atendiendo al colectivo de otro nivel, en otra sede- se dio entonces a la tarea de visitar las aulas vecinas para ver si los demás colectivos tenían conexión a internet. Al percatarse de que nadie podía conectarse, acudió a la dirección, en donde se encontraba también la supervisora de la zona, para buscar la manera de resolver el problema. No hubo forma de lograr una conexión lo suficientemente estable para poder observar los videos. De las casi veinte escuelas que estaban reunidas, sólo una había tenido acceso a los videos, y esto porque los había “descargado” con anterioridad. El resto de los grupos, simplemente no usaron los videos.
La lección de todo esto es que la centralización a nivel local tiene efectos tan perniciosos en la vida cotidiana de la escuela y la pedagogía como la centralización a nivel nacional. Si centralizamos la educación escolar por todas partes terminaremos asfixiando a las escuelas y a los docentes con pérdida de tiempo, desanimo, y por supuesto, ineficiencia. La mejor forma de enfrentar una centralización nacional es con una descentralización operativa local y pedagógica.
Referencias
Andere, E. (2013) La Escuela Rota: Sistema y Política en contra del Aprendizaje en México. México, DF. Siglo XXI editores.
Andere, E. (2010) ¿Cómo es la mejor educación en el mundo? Políticas educativas y escuelas en 19 países. Santillana.
Secretaría de Educación Pública (2013) Lineamientos para la organización y el funcionamiento de los Consejos Técnicos Escolares. Educación Básica. Preescolar, Primaria y Secundaria. http://basica.sep.gob.mx/seb2010/pdf/MCTE/1LiOrFunConTecEsEduBa.pdf (Consultado Octubre 23, 2013).
Eduardo Andere M. Es analista y escritor. Profesor-investigador visitante del la Escuela Steinhardt de Cultura, Educación y Desarrollo Humano de la Universidad de Nueva York y profesor-investigador de medio del ITAM.
Elisa Guerra es Maestra en Educación por el ITESM, Presidenta de los Institutos para el Logro del Potencial Humano en Latinoamérica y fundadora del Método Doman para la Educación Escolar.