Dos declaraciones recientes me causan intranquilidad, una del secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, la otra, del subsecretario de Planeación y Evaluación de Políticas Educativas, Javier Treviño.
Pienso que ya se acabó la consigna —y quizá hasta la oratoria— de recuperar la rectoría de la educación. Tal vez se perfila un cogobierno en la educación entre la Secretaría de Educación Pública y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Una nota de Milenio, del miércoles pasado cita al secretario Nuño: “Los maestros de México son la columna vertebral del Estado mexicano, son los servidores públicos más nobles de este país, porque dedican su vida, sus días y horas a este sueño, el sueño de niños que quieren transformar este país”. Se pudiera pensar que esa retórica edificante es parte de la estrategia de la SEP para conquistar la voluntad de miles de docentes y convencerlos de apoyar la reforma del gobierno actual.
Mi preocupación radica en que no lo dijo en un foro donde estuvieran docentes de base, directores de escuela o supervisores, lo manifestó en una reunión de funcionarios de la SEP con integrantes de órganos nacionales de gobierno sindical y secretarios generales seccionales del SNTE. Fue un mensaje para iniciados. El secretario hizo una oferta a la dirigencia sindical: “Mi mayor reconocimiento y quiero reiterar el ofrecimiento a que caminemos y trabajemos juntos. Si bien ambos tenemos nuestras responsabilidades muy claras, las tenemos que afrontar juntos. Tenemos que caminar juntos, hombro con hombro, codo con codo”.
Imagino que la cúpula del SNTE se puso de plácemes. Parece que el secretario Nuño admite que en ciertas áreas de la educación básica los dirigentes sindicales seguirán siendo los rectores. La rúbrica de esta concurrencia la dictó el secretario al elogiar a Juan Díaz de la Torre como “un líder fuerte, cercano a los maestros”.
La otra razón de mi desasosiego la provocó la contundencia con que el subsecretario Treviño desacreditó al Censo nacional de escuelas, maestros y alumnos de educación básica y especial, que el Inegi levantó en 2013, por mandato de la reforma constitucional. El sábado, pasado, mi colega, Francisco Garfias, citó a Treviño en Excélsior:
“Cuando se llevó a cabo el censo de educación básica lo analizamos. Yo llegué en noviembre pasado a la Secretaría. Vi una noticia que hablaba de 300 mil aviadores. Fuimos paso por paso, persona por persona en la nómina… Hay una gran movilidad en el sistema educativo, maestros que están cambiando de escuelas. Resultó que esos 300 mil que decían, se redujeron a dos mil personas que estaban en diferentes asignaciones… Pudimos demostrar, uno por uno, que esos 300 mil están trabajando frente a grupos o en tareas que les han encomendado las autoridades educativas de los estados”. En primer lugar, el Censo encontró cerca de 40 mil aviadores, no 300 mil. En segundo lugar, de los 300 mil que destaca el subsecretario, alrededor de 115 mil eran jubilados o eran difuntos. No podían estar trabajando. Cierto, cerca de 150 mil estaban comisionados en tareas educativas. En tercer lugar, el gobierno y el congreso federales fueron laxos: dieron en el 2014 al SNTE y a los gobernadores para “conciliar” las plantillas. Allí se cocinó la transa y se mostró a los aviadores como trabajadores cumplidos. Si el subsecretario lo sabía, mal; si no lo sabe, peor.
Una buena porción de la sociedad dimos la bienvenida a la consigna de recuperar la rectoría de la educación. Sabíamos que el gobierno de la educación básica estaba colonizado por fieles de las camarillas del SNTE —sigue así en las dependencias de educación de los estados— y pensábamos que el gobierno quería gobernar.
Cierto, ya se recuperaron ciertas zonas, la más visible en Oaxaca, se pusieron límites severos a la herencia y compraventa de plazas, hay un nuevo marco institucional y una política de evaluación vigorosa, acaso demasiado vigorosa. Pero el gobierno no gobierna.
Parecería que el presidente Peña Nieto ya decidió no estirar más la línea. Respetará lo que gobiernos anteriores le cedieron al SNTE y lo que éste conquistó, a cambio de disciplina y votos. Vislumbro un proyecto de PRI-Verde-Panal-Gobierno. El cogobierno SEP-SNTE en la educación será la argamasa.
RETAZOS
Pronóstico: Juan Díaz de la Torre sobrevivirá al gobierno de EPN; en unos cuatro años lo veremos como un crítico feroz a esta reforma.