En 2016 la Reforma Educativa sigue siendo un asunto en disputa. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación prepara sus armas y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación continua su estrategia de apoyo retórico. El secretario Nuño anunció una reforma administrativa de la Secretaría de Educación Pública, una relación armónica con el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación y más convenios con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. ¡Quiere mover al elefante!
Nadie sabe qué pasará, mas es posible imaginar opciones alternas, escenarios, le llaman los futurólogos. No hago pronósticos, sólo propongo posibilidades de desarrollo en un plano ideal. La primera favorable a la SEP, la segunda implica estancamiento o hasta retroceso.
El primer escenario supone que aun dentro de los problemas económicos y las dificultades políticas que se derivan de la escasa credibilidad del gobierno —de toda la clase política— la alta burocracia de la SEP lleva la iniciativa. El secretario Nuño mantiene su presencia en los medios, cada semana anuncia asuntos nuevos, informa de avances, conduce con eficacia la reforma administrativa y se anota puntos en transparencia y rendición de cuentas.
Aunque al comienzo la discusión del nuevo modelo educativo no despierta mucho interés, poco a poco, con el apoyo de los medios y las burocracias de los estados, el examen del contenido de ese nuevo modelo se derrama por el sistema, llega a las escuelas y a los maestros. Tal vez éstos no acojan con entusiasmo el debate, pero al menos disminuyen los altercados por la cuestión laboral y las evaluaciones.
El INEE y la SEP, cada uno en su ámbito de competencia, logran acuerdos efectivos para aminorar fricciones con los maestros y mejorar los mecanismos de evaluación. La idea de que la evaluación es punitiva no desaparece por completo, pero pierde vigencia.
La SEP contiene, cada vez con más vigor, las acciones de la CNTE; ésta reduce su capacidad de maniobra y resistencia. Las diferentes camarillas —que se autodenominan institucionales— del SNTE se alinean a la política de la SEP, colaboran con la difusión de las propuestas oficiales y se adaptan a los cambios con el fin de mantener sus posiciones de control administrativo y político en las dependencias estatales.
La OCDE sigue aplaudiendo a —y firmando contratos con— la SEP; resalta los avances en las reformas y contribuye a su legitimación en medios internacionales.
La segunda opción supone que las dificultades económicas se agravan, que la acción del Estado no logra legitimar a los gobernantes y continúan las diatribas entre las fuerzas políticas. Las apuestas de reforma administrativa de la SEP resultan superficiales, cambios de nombres sin afectar la estructura y funcionamiento tradicionales; las propuestas de transparencia y rendición de cuentas se reducen a más promesas.
La oferta del nuevo modelo educativo no tiene atractivo; los opositores logran imponer el punto de vista de que son sugerencias neoliberales y trasladan la discusión hacia los asuntos laborales. La propaganda oficial no llega a las escuelas. Las dependencias estatales de educación, colonizadas por los fieles del SNTE, no contribuyen a los debates ni se aplican para que los maestros acepten los cambios.
Las diferencias entre el INEE y la SEP son más tensas, sin llegar al rompimiento, mas sí hay desacuerdos importantes respecto de los alcances de la reforma y de los procedimientos para poner en práctica la segunda ronda de evaluación docente. Los maestros no aceptan las premisas del INEE y la SEP e insisten en que la evaluación es punitiva.
La CNTE recompone sus fuerzas, la debilidad de los gobiernos donde los disidentes tienen presencia apaga la ofensiva de la SEP. La CNTE recupera parte de sus territorios y el SNTE hace mutis; algunos de sus dirigentes regionales comienzan a levantar la voz contra las evaluaciones. La SEP no las tiene todas consigo.
La OCDE adopta una visión crítica porque el gobierno no pone en práctica —o no lo hace con la celeridad debida— sus recomendaciones. Algunos funcionarios de la organización pronostican que no habrá mejoría de México en Pisa y será otro golpe a la credibilidad del gobierno.
Entre esas dos opciones antagónicas hay infinidad de tonos que no se pueden prever, pero de una cosa estoy convencido: la actividad del secretario Nuño es insuficiente para mover al paquidermo que es la SEP.