Miguel Ángel Pérez Reynoso
La educación de hoy transcurre en escenarios inéditos, entre la exigencia de derechos y la respuesta a nuevos desafíos. En ello, también requerimos replantear el valor formativo del acto de educar en el mundo presente.
Bajo este contexto de constante amenaza, la pandemia ha servido para interpelar fuertemente las iniciativas educativas oficiales, de tal manera que han surgido infinidad de iniciativas alternativas que desde los márgenes del sistema reclaman y construyen formas nuevas e innovadoras que contribuyan a responder ante los nuevos retos en la formación de las y los ciudadanos del siglo XXI.
La pandemia por coronavirus, se ha tornado en una pieza incómoda que ha puesto en jaque al mundo entero, de que a partir de un gran consenso de todos los sistemas educativos a nivel mundial, prioricen en primer lugar el cuidado y la preservación de la salud, para luego dar lugar a repensar el tipo de ciudadanos y ciudadanas que necesitamos formar.
En el centro del debate se encuentra la relación de la educación entre los tiempos pasado y futuro. La educación que vivimos en el presente da cuenta del agotamiento de los modelos de atención escolar basados en la asistencia regular a los ámbitos escolares y del cumplimiento de un horario para atender un currículo de diseño nacional, todo ello no está sirviendo en las exigencias formativas actuales.
Formar hoy en día se traduce en entender la diversidad y complejidad de contextos y exigencias de los sujetos y de las condiciones sociales en las que habitan éstos, las distintas visiones y representaciones que pasan por los sujetos y el crecimiento de distintas vías de acceso al conocimiento. A diferencia de la educación del pasado reciente, en la actualidad las expectativas y necesidades formativas de los sujetos en edad escolar, se han diversificado, de ahí que el dispositivo de atención escolar también debería ser congruentemente diversificado.
Las preguntas clásicas de cómo educar y para qué, hoy de nuevo aparecen con la exigencia puntual de generar nuevos argumentos, que no solo se tornen convincentes para las y los sujetos que hacemos educación, sino también para los amplios espacios de la sociedad.
Educar hoy en día es una exigencia social y un compromiso desde la esfera pública, por responder a las demandas por cumplir ante las exigencias y por garantizar horizontes significativos para construir un mundo mejor que garantice las justicias, las equidades y las inclusiones sociales, para los sujetos del siglo XXI.