Juana María Méndez Guerrero*
El pasado 03 de julio en un barrio al norte de la capital potosina, antes llamado rancho Mezquital, el grupo de 6º grado de la escuela primaria presentó la “Expo Líderes del mañana”. Semanas antes, al acercarme a la profesora para preguntar si podríamos participar en el evento el resto de los docentes (dado que durante el ciclo escolar trabajamos en colaboración), su respuesta fue que ella quería mostrar el trabajo realizado con su grupo, deseaba que las niñas y los niños enseñaran a sus madres, padres y tutores lo que habían aprendido y eran capaces de realizar al término de su educación primaria, debido en cierta medida a que obtuvieron un puntaje bajo en los resultados obtenidos en el LVI Concurso Olimpiada del Conocimiento Infantil (OCI).
Cabe señalar que la Secretaría de Educación Pública (SEP) celebró la OCI como cada año desde hace más de cinco décadas. Antes llamado “El Concurso Nacional para el reconocimiento a la excelencia en el sexto grado de educación primaria”, cambiando el nombre en 1993. La convocatoria 2017 señala que el propósito es “contribuir a elevar la Calidad del Sistema Educativo Nacional y estimular el aprovechamiento escolar de los educandos”. Sin embargo, Felipe Martínez Rizo, experto en temas de evaluación y ex director del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) señala que el propósito de esta prueba es la “Identificación de alumnos destacados para premiación” (seminario-taller, 2008). En el concurso participan los niños y niñas de sexto grado de las escuelas del país y los Cursos Comunitarios del Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE), con diferentes etapas, de zona escolar, región, sector o equivalente y de entidad.
Por otro lado, desde 1961 a la fecha se han puesto en marcha al menos tres reformas educativas (1970, 1993, 2011), y si nos enfocamos al español se han implementado cinco programas de estudio (1972, 1993, 2000, 2009, 2011), sólo en esta asignatura han cambiado los enfoques teóricos así como el objeto de enseñanza, encontrando, en la última reforma “coexistencia de enfoques contrarios para el español” (Segura, 2013). De forma asombrosa, el concurso continúa a través de una prueba estandarizada de opción múltiple con ítems de alta dificultad donde se selecciona un porcentaje mínimo de alumnos a los que se reconoce su capacidad. Sin menospreciar el mérito a la inteligencia, trabajo y esfuerzo de los estudiantes seleccionados y sus docentes, cabría la pregunta ¿realmente ese examen contribuye a elevar la Calidad del Sistema Educativo Nacional? Diversas investigaciones evidencian que no, entonces ¿a quiénes benefician esos resultados? Es curioso encontrar un sinnúmero de directores, supervisores escolares, jefes de sector, secretarios de educación e incluso gobernadores que esperan con ansia los resultados, con la esperanza de que se ubique a la escuela, la zona escolar, el sector o al estado en una posición mejor que avale con cifras un nivel educativo más alto que justifique su función. Incluso al Presidente de la República aparecer en las fotografías con las niñas y los niños ganadores.
Ahora bien en un sistema acostumbrado a premiar a un mínimo porcentaje y condenar al resto de la población ¿cómo es percibido el docente cuyos alumnos no obtuvieron los resultados esperados? ¿Qué ocurre con el trabajo y el esfuerzo al implementar estrategias didácticas con la finalidad de lograr aprendizajes? ¿Cómo evita ser señalado por un comentario o simplemente una mirada que repruebe el actuar del maestro porque no obtuvo el puntaje esperado? ¿Cuál es el sentir del docente cuando se le culpa sin reconocer la realidad de su contexto? La presión por obtener puntaje elevado es tal que algunos docentes tienen insomnio durante meses, gastritis, cansancio e incluso depresión porque se genera un ambiente de exigencia y culpa donde se les señala del fracaso educativo en un sistema que oprime y castiga a los docentes por el simple hecho de formar parte de él.
Centrándonos en el trabajo de la maestra normalista de 6º grado Patricia García Alvarado, Paty como la llamamos con cariño, sucede que día a día llega al salón de clases a las 7:30 a.m. (previo a sus alumnos) en espera de observar con atención sus rostros, con lo cual identifica quién comió, durmió o tuvo algún problema familiar. En este sentido el contexto donde Paty labora se encuentra en situación de vulnerabilidad conforme a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) destacando los siguientes rasgos: “desempleo e inserción laboral precaria; ingresos bajos, variables o inseguros; cambios en la conformación de los hogares y fragmentación de los espacios sociales” (Fierro y Fortoul, 2014), rasgos que afectan a nuestro país, donde cerca de la mitad de la población vive en situación de pobreza de acuerdo a cifras del Consejo Nacional de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). Es así que la profesora manda traer un pan o le comparte de su “lonche” que preparó en casa al que no comió. Además, los recibe en un salón ordenado y limpio porque el aseo se realizó un día antes con la participación de alumnos y maestra debido a que el personal de intendencia es insuficiente, por lo tanto el aseo en algunos salones está a cargo de niños, madres, padres e incluso docentes, situación que sucede en la mayoría de las escuelas del estado, supongo que al igual que el resto del país. Por consiguiente durante su jornada laboral y en horas de trabajo extra subsana aquello que le corresponde al estado mexicano.
Retomando, el día que presentaron la “Expo Líderes del mañana”, encontramos niñas y niños presentando su propuesta en cubículos elaborados con cajas de cartón: mostraron plantas medicinales, explicando a detalle el tipo de té que pueden preparar cuando enferman, según indagación realizada con familiares, madres y abuelas de quienes recibieron los piecitos para plantar; otro dedicado a la menstruación en el que muestran un útero donde florece la vida denominado “Mi jardín”, con el lema “Porque no se puede amar lo que no se conoce”, inspirado en el “Día Mundial de Acceso a la Higiene Menstrual” celebrado en la capital del estado y organizado por “Menstruación Consciente SLP”, mostraron además, toallas sanitarias orgánicas elaboradas en el taller que ofertó “La Colegia de Themis” (ONG) en el evento citado, al cual asistió un grupo de niñas y la maestra Paty un par de meses atrás. Además, la muestra gastronómica con platillos diseñados por los mismos niños y niñas, cocinados en el momento de la exposición; en el cubículo de “Escritores del corazón” se presentó un libro escrito por todos los alumnos; finalmente “Las niñas emprendedoras” vendieron productos elaborados por ellas, compartiendo estrategias de venta. Es así que evidenciaron conocimientos, desarrollo de habilidades cognitivas, de comunicación, de matemáticas y desarrollo de pensamiento histórico y científico, además, actitudes de colaboración y participación. Pero no obtuvieron un puntaje alto en la OCI, podríamos preguntarnos ¿qué se evalúa? Conocimientos, dice el concurso, pero ¿desde qué enfoque teórico se considera la evaluación con los instrumentos que emplea la OCI? Es bien sabido que existen aulas donde la memorización de preguntas y respuestas son empleadas como estrategia principal para el logro de un puntaje alto, entonces cabría la pregunta ¿cuál es el beneficio real de continuar con una práctica que lleva más de 50 años aún con las Reformas Educativas puestas en marcha? O en realidad es sólo una práctica de simulación.
Para concluir retomo algunas frases de la canción de despedida entonada por los alumnos de la maestra Paty como un reclamo con significados que aluden a su vida cotidiana “si jamás creíste en mí tienes que cambiar de idea”, “nunca hice trampa, ni la voy a hacer”, “lo pierdo todo y vuelvo a comenzar”, “tu sordo, yo cantando”, “aunque te digan fracasado sigue sin parar” y “en esta noche he decidido abrir el corazón”. Aludo ahora a la OCI retomando ese reclamo, tal vez este concurso forma parte del juego de la vida, sólo que este juego de la evaluación desde el enfoque planteado es un juego perverso, donde el docente pierde sus derechos y su imagen social se desdibuja, donde acciones que realizan los docentes quedan invisibilizadas. Hoy hablo por mí y por muchos maestros de la República Mexicana, aunque perdimos con la supuesta reforma educativa volveremos a comenzar, aunque digan fracasados seguiremos sin parar, las y los docentes comenzaremos a cantar canciones donde exijamos con un papel central para redignificar nuestra labor, aunque el sistema educativo continúe sordo. Al igual que la maestra Paty y sus alumnos hemos decidido abrir el corazón para caminar hacia una transformación social.
*Maestra en Educación con Especialidad en Innovación Educativa. Doctorante en la Escuela Normal del Estado e San Luis Potosí, División de Estudios de Posgrado