Aunque ya había antecedentes, la descalificación a universidades públicas y centros de investigación se reactivó a finales del mes pasado. A raíz del proceso penal iniciado por la 4T en contra de 31 miembros de la comunidad científica del país, los senadores de Morena pidieron a las auditorías federal y estatales, así como a la Unidad de Inteligencia Financiera, “investigar los fondos, federales y estatales que reciben las universidades autónomas; incluyendo a la máxima casa de estudios” (Regeneración, 23.09.21). “Se despilfarra mucho dinero en turismo internacional científico”, expresó el senador Armando Guadiana.
Al senador de Morena, le siguió Javier Alatorre de TV Azteca quien en su noticiero remarcó que las “mayores escuelas de educación superior” del país (UNAN, UAM y el IPN) “no han estado a la altura”, pese a los “avances en la vacunación”. Los estudiantes están “varados” y a los profesores se les sigue pagando su sueldo que “nos cuesta a los contribuyentes” millones de pesos. Con información de Daniel Sangeado, la televisora beneficiada por la 4T lo puso así: reciben un cuantioso presupuesto pero el costo es “incuantificable” por la “pérdida de competitividad” de los alumnos.
En la Mañanera del pasado jueves le tocó su turno al presidente. En una conferencia de prensa dedicada solo a contestar preguntas, AMLO le dio la palabra en primer lugar a Meme Yamel de The Mexico News y Sin Censura. En su exposición, la reportera mezcló cuatro temas: la investigación a los científicos, los bajos salarios de algunos profesores de asignatura de la UNAM, la exclusión de algunos perfiles en la elección de las autoridades universitarias, y el uso de la autonomía “para evitar ser investigadas, para evitar auditorías […]
Hay mucha corrupción que no se investiga, porque como son autónomas nadie las toca”. Luego, finalmente, vino la pregunta: “¿Desde la SEP qué se puede hacer, desde el gobierno federal qué se puede hacer para eliminar esta mala práctica, que también se ha dado en las universidades?”
AMLO atinó al decir que eso corresponde a las “mismas comunidades universitarias”, que su gobierno no puede meterse porque sería “violatorio de la autonomía universitaria”. La aparente autocontención del presidente empero no obstó para, con su discurso, señalar que existe “influyentismo”, “nepotismo”, “mafias” que dominan la vida universitaria –como en la Universidad de Guadalajara– y “grupos de poder en la UNAM” que bloquean carreras y aspiraciones académicas. De ahí, “aprovechó” el momento para plantear un asunto: “¿Por qué se demoran las universidades en el regreso a clases?” “¿Está muy cómodo para quien está recibiendo su dinero y está en su casa y no corre ningún riesgo?, ¿y nos vamos a acostumbrar a eso? Todo eso significa atraso” (www.lopezobrador.gob.mx).
Ya varios rectores y rectoras aclararon el punto, pero ¿qué significará esta alineación discursiva del gobierno y sus grupos afines? ¿La construcción de una narrativa para menguar cualquier defensa del presupuesto a las universidades públicas? ¿Debilitar al cada vez más reducido sector universitario que cuestiona? Lo cierto es que a los universitarios nos toca pensar y hacer análisis en un ambiente de descalificación. Para salir airosos de ello, tendríamos que ser autocríticos, responsables, osados e imaginativos para renovar el lenguaje y rebasar la contradicción. La demagogia, el autoritarismo y la mentira nos están ganando la partida.
Investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro (FCPyS)