Hace una semana se dieron a conocer los resultados del Censo de Población y Vivienda 2020. En tiempos en donde el presidente de la República tiende a crear realidades paralelas con base en sus “otros datos” o ataca la autonomía e independencia de ciertos órganos con el garlito de estar contra el “pueblo”, es muy valioso contar con la información producida por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), un órgano autónomo, técnico y altamente especializado.
Dice el INEGI que los censos son “esenciales para la implementación y evaluación de las políticas públicas”. Es verdad. Estos ejercicios ofrecen información válida y general para diseñar, poner en marcha y juzgar los distintos cursos de acción que los gobiernos y la sociedad promueven para tratar de resolver los problemas que enfrentamos. Pero el dato no es infalible ni puede, lógicamente, modificar por sí solo la realidad. Es necesario entonces utilizarlo como una base en nuestras discusiones y deliberación públicas.
En este sentido, quisiera llamar la atención sobre algunos indicadores educativos de Querétaro – tomados de manera selectiva – y formular algunas preguntas para reflexionar sobre nuestro desarrollo educativo
En primer lugar, sobresale que el promedio de escolaridad, medido en grados cursados, de esta entidad es mayor al promedio nacional (10.5 y 9.7 grados, respectivamente). ¿En qué conductas y hábitos se traduce que los queretanos de 15 años y más tengamos un grado mayor de escolaridad? ¿Somos más críticos de nuestros respectivos gobiernos que el resto de la población?
Es importante además hacer notar que Querétaro elevó más, en diez años, su escolaridad que el promedio nacional e incluso, que la Ciudad de México. De 2010 a 2020, nuestra entidad subió su tasa de escolaridad en 1.6 grados (de 8.9 a 10.5), mientras que a nivel nacional y en la CDMX este indicador se movió 1.1 y un grados, respectivamente. ¿Fue esta alza más acentuada resultado de las políticas educativas estatales? ¿O fue también consecuencia de la inmigración al estado de personas altamente calificadas? No hay que olvidar que Querétaro, según el mismo Censo, es la tercera entidad federativa con el saldo migratorio positivo más alto después de Quintana Roo y Baja California Sur.
Querétaro también registró tasas de matriculación igual o más altas que el promedio nacional en el ciclo escolar 2019-2020. Pero con un matiz: mientras que para el ciclo escolar 2000-2001, 29 de cada 100 jóvenes en edad de cursar el bachillerato lo hacían, para el periodo 2019-2020, esta proporción ascendió a 63 por ciento. Esto representa un aumento de 53 puntos, siete por arriba del promedio nacional. ¿Por qué avanzó Querétaro más que el resto del país en términos de inscribir a más jóvenes en la prepa? Pregunta de política pública que habrá que responder.
Estamos próximos a escuchar comentarios desmesurados. Es entonces buen momento para ver los datos, discutirlos abiertamente, complementarlos y formar nuestro propio juicio. Repetir como perico las “verdades” del líder no es educativo, cuestionarlo sí.
*Texto publicado originalmente en El Universal Querétaro