A la memoria de José Crespo, ser humano excepcional e infaltable.
La semana pasada sugerí que al haber ganado con un amplio margen la elección de rectoría, la doctora Teresa García Gasca, no sólo se reeligió de modo legítimo para un segundo periodo, sino que la comunidad universitaria mandó un claro mensaje: la intromisión de cualquier partido político o estructura ajena de poder no es bienvenida en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).
Defender la autonomía universitaria de manera firme y actuar al mismo tiempo con responsabilidad es un baluarte de la UAQ. ¿Y ahora qué sigue? Desarrollar un plan institucional imaginativo y ponerlo en marcha de manera efectiva. Ganar con el voto del universitario implica otro gran compromiso.
La doctora García Gasca y la UAQ están ante una gran oportunidad de impulsar un cambio de fondo, razonado y que introduzca mayor efectividad a nuestras tareas docentes, científicas y culturales. ¿Cómo? Primero, introduciendo un enfoque cientíco en el manejo de los asuntos universitarios. Como buena científica, confío en que García Gasca se hará las preguntas clave para impulsar, en este nuevo tiempo, el desarrollo educativo que el mundo y el país necesitan. Segundo, haciendo un mejor encuadre de la UAQ dentro de la problemática real del mundo que vivimos.
Bajo el escenario de división social, desequilibrio político y económico, así como de retrocesos democráticos a escala global y nacional, las universidades públicas tendrán que cultivar una nueva visión – y defensa – de las amplias funciones del conocimiento, la razón, la inteligencia y sensibilidad humanas. Tercero, se requiere también una toma de decisiones basada en el diálogo y la deliberación colegiada.
Así como la UAQ ha registrado grandes aciertos de manera colectiva y por ello atrae a cuatro de cada diez jóvenes en Querétaro (Primer Informe), es probable que también hemos cometido errores. Detectar y reconocer estos errores puede constituir una brújula de cambio y acción.
*Texto publicado originalmente en El Universal