¿Qué retos vemos para adelante en la educación en México? Apenas vamos librando los estragos por el Covid-19, ante los cuales no podemos bajar la guardia y dar por concluido el capítulo. Hay que enfrentar la emergencia de salud pública –de nuevas oleadas de contagios–, y también de deterioro en la atención y disponibilidad de remedios para las poblaciones, especialmente para los más pobres; tenemos estrujantes desafíos de seguridad, entre el narco desatado y la militarización… hay desajustes graves en la continuidad del Estado de derecho y una crisis patente en la dinámica del liderazgo político, tanto del régimen como de la oposición, entre muchos otros temas. Y es imprescindible que se ponga energía, inversión y talento para atenderlos.
Pero la emergencia de mayor relevancia para el futuro de las niñas y niños, de generaciones enteras y del país, es la educativa. Si no queremos siempre llegar tarde, apenas atajando los daños, mitigando lo que ya se perdió, tenemos que darle su lugar de máxima visibilidad y de máxima convocatoria a la tarea educativa, para que todos aportemos y pongamos energía, recursos y lucidez. Dispersamos a duras penas las consecuencias, pero no podemos dejar para después el regresar a la raíz de las soluciones, a las causas de la transformación, que se configuran en la experiencia de las personas y las comunidades en sus años formativos.
Hay crisis educativa en universidades y en preescolar, en el campo y la ciudad, en las escuelas públicas y en las particulares. Pero tenemos que priorizar, cuatro aspectos son impostergables en sistema escolar público en el nivel básico, en el que participan más de 90 por ciento de todos los estudiantes del país: 1) la búsqueda y reconexión de los ausentes, pues el riesgo de perder hasta tres millones de niños, adolescentes y jóvenes crece mientras más tiempo pasa y no se restituyen sus derechos de estar aprendiendo; 2) hacer un diagnóstico personalizado para entender las necesidades de cada alumno; 3) implementar una ruta de atención socioemocional para los estudiantes y los docentes, y 4) poner foco en los aprendizajes esenciales.
Cumpliendo 15 años, como organización de monitoreo y propuesta de la educación pública, en Mexicanos Primero optamos por concentrar nuestros esfuerzos en esas cuatro tareas, arriba enlistadas y en el acompañamiento a docentes que implican para que puedan concentrarse. Por supuesto, no dejaremos de estar presentes en los grandes debates nacionales, especialmente el referente al modelo curricular y los materiales educativos, pero sin dejar de fijar la mirada en lo sustantivo y no en lo sexenal, en la verdadera política educativa y no en la educación politizada.
Para el mediano plazo, trabajaremos en fortalecer los sistemas estatales. Necesitamos esperanza tangible, concretada ya en sus primeras fases, de que es posible lograr mejoría en poco tiempo, y que es factible el cambio profundo si hay honestidad y conjunción de voluntades. Constatamos el cambio positivo en lo local, en estados que sí están asumiendo la prioridad de lo educativo, como pasa con Jalisco, Guanajuato, Querétaro y Nuevo León, con autoridades que escuchan y aprenden de los agentes de cambio escolares –maestros, familias, hasta ejercicios iniciales de escucha a las niñas y niños–, gobiernos que aceptan y propician el contrapeso del Legislativo, del Judicial y de las expresiones del activismo de los ciudadanos, que completan y suman al propósito común.
Los grados y diplomas serán cada vez menos relevantes –ya los efectos de la pandemia se reflejan en que “ir en 2º de secundaria” signifique una gama muy dispersa de lo que la generación joven sabe, puede y aspira– y será fundamental desarrollar nuevas trayectorias, flexibles y personalizadas, que le permitan a las personas armar su proyecto de vida en forma más protagónica y a la vez más comprometida con la construcción de la comunidad.
Y finalmente, algo que desde los primeros días de Mexicanos Primero nos inspira: impulsar el aprender en todo tiempo y lugar. Que cada persona pueda aprender lo que quiere y necesita. Que nunca deje de aprender. Que la calle eduque, que el parque eduque; que se pueda pasar del laboratorio al taller, y que todos sepamos de gestión de proyectos y de las leyes que nos rigen; que el discernimiento ético y el ejercicio de los derechos humanos sean realidades de la vida cotidiana, por la tutoría de unos a otros, el acompañamiento, el enriquecimiento mutuo, la distribución con justicia, el gobierno de la participación de todos para la responsabilidad sobre todos, en su diversidad y libertad. La escuela es un medio y tiene límites estructurales; el derecho a aprender es universal. Hay que reimaginar todo.
Twitter: @DavidResortera