En días recientes junto a un grupo de colegas preocupados por las noticias difundidas, a través de diferentes medios de comunicación, respecto a la evaluación de su función, me vino a la mente una interrogante en el marco de una serie de procesos normativos y operativos que se están comenzando a implementar a partir de la llamada reforma educativa, dicha pregunta fue: ¿Qué significa ser un buen docente?
Menudo planteamiento si consideramos las disertaciones que han existido a través de la historia del ser humano respecto al ámbito educativo. Llegó a mi mente el quehacer filosófico de Platón y Aristóteles, pasando por los grandes pensadores y filósofos de la Edad Media, aquellos que casi “en las tinieblas” pregonaban por la enseñanza de un conocimiento amparado en un sustento comprobable pero a la vez sustantivo y no necesariamente teológico; llegué así al siglo XX con la aparición de posturas homogéneas respecto al acto de enseñar, producto de estudios científicos, psicológicos…que pregonaban los grandes ilustradores de lo que conocemos hoy como la Didáctica o la Pedagogía y culminé con algunos pasajes de experiencias propias que he obtenido en casi diez años al servicio magisterial, particularmente en contextos educativos, sociales y culturales diferentes.
Si bien podemos afirmar que no existe (ni existirá probablemente) ninguna obra que nos ilustre acerca de qué significa ser un buen docente, debemos reconocer que en la actualidad contamos con una serie de elementos que obtenidos de la condición actual de la docencia, nos sirven para determinar que hoy el acto docente implica reflexión y coherencia, particularmente ante la necesidad de diagnosticar el contexto de nuestro trabajo, de tomar decisiones, de actuar y evaluar la pertinencia de nuestras actuaciones; sin embargo, incluso desde estos aspectos mismos podríamos reconocer que asumir la tarea docente desde esta visión podría suponer una generalidad o un tratamiento superficial. Lo anterior partiendo de que en el mundo de la enseñanza, a veces el análisis muy preciso en un aspecto concreto, marginado de una adecuada contextualización nos lleva a adoptar discursos y opiniones poco fundamentadas y con poco potencial para convertirse en un instrumento de comprensión y análisis de la realidad.
Bien dice un dicho conocido: a veces los árboles no nos dejan ver el bosque, por lo cual considero esta perspectiva aplica de manera muy precisa a esta difícil misión de determinar el significado de una buena docencia. Esto último es esencial en tiempos recientes en México, particularmente a partir del 2013 en el marco de una reforma educativa que pone énfasis en los procesos de ingreso, promoción, reconocimiento y permanencia del magisterio nacional como una piedra angular para la consecución de una educación de calidad y con equidad.
Si bien podemos asumir que esto último representa una carga excesiva sobre uno de los actores relevantes en el quehacer educativo, cabe destacar que en el marco de paradigmas educativos cada vez más asociados al ámbito empresarial, estandarizar la práctica profesional se convierte en una necesidad inmediata de cualquier profesionista, no sólo en términos de su rendimiento en el campo laboral, sino también en la determinación de su eficacia y eficiencia. Sin embargo cabe destacar que como muchos investigadores afirman, la enseñanza como acto profesional engloba una serie de ámbitos y aspectos que determinan su validez y pertinencia, por ejemplo tenemos al alumno, sus necesidades, características, entorno de vida, condiciones sociales, económicas…, esto es una muestra sustancial de todo aquello que debe considerarse para construir una visión general de lo que incide en la labor docente.
Con esto no pretendo afirmar que estoy en contra de contar con un perfil docente, por el contrario, es importante considerar que en el marco global actual éste es necesario, ello desde la formación inicial del futuro docente, pasando por la formación continua, contar con un eje referente de las dimensiones, parámetros e indicadores que articulen los aspectos que en la actualidad un buen docente debe poseer para responder a los retos educativos actuales es importante. Ello no únicamente con la idea de evaluar esta función, sino también para tener referentes importantes que permitan detectar logros, dificultades, pero también áreas de oportunidad que contribuyan al fortalecimiento de la labor de los maestros en México.
Si bien varios de los que nos dedicamos a la docencia reconocemos que llegamos a esta profesión por circunstancias distintas, asumimos que una vez que estamos por primera vez frente a un grupo muchas de nuestras concepciones sobre el significado de la docencia se derrumban, lo que nos obliga a comprometernos para tratar de lograr que nuestros estudiantes tengan experiencias que les permitan aspirar a los aprendizajes necesarios para hacer frente a los contextos a los que se enfrentan.
Por lo tanto considero que en la actualidad ante la profunda incertidumbre de nuestra función, resulta necesario recobrar nuestra esencia, no sólo como docentes, tampoco como profesionistas, sino como verdaderos transformadores de la sociedad, aquellos quienes en el día a día somos capaces de cambiar vidas y destinos con una palabra, un gesto…, ello a pesar de las adversidades en las que laboramos, particularmente aquellos que hoy se desenvuelven en las comunidades más alejadas de las grandes urbes, quienes tienen que recorrer largos trayectos, utilizando medios de transporte modernos, semi modernos o de plano que simple y llanamente nos remontan a la época antigua para llegar a su escuela (o remedo de tal), éstos son los verdaderos docentes de México, por lo que ojalá en el marco de la próxima evaluación de su función cuenten con una adecuada contextualización de su realidad, enfatizando que ésta nunca puede ser abandonada, minimizada, mucho menos aislada.
El INEE ha determinado que el perfil del docente se articule alrededor de parámetros e indicadores, los cuales engloban una serie de competencias que todo docente debe poseer para responder de manera oportuna a los retos educativos actuales, esto me parece importante y necesario, sin embargo también implica el grave riesgo de asumir con ello una generalidad e incluso una superficialidad de lo que significa ser docente, recordemos el dicho: a veces los árboles no dejan ver el bosque, ojalá que a partir de septiembre del 2015, con el inicio de los procesos de evaluación para la permanencia en el servicio, podamos ver precisamente éste último, que representa…la realidad, pero no de la docencia en México, ni del sistema educativo, sino de nuestro país.
¡Feliz día del Maestro! Mi reconocimiento a mis compañeros, colegas, maestros y estudiantes