Enterrar la cabeza en el suelo cuando la realidad no nos gusta tiene, sin duda, ventajas. Te permite desentenderte de la realidad y seguir con tu vida como si nada. Frente a una amenaza como la que representa Trump para México, la “estrategia avestruz” del gobierno de México constituye, sin embargo, una irresponsabilidad mayúscula.
Pero, más que lamentarnos, conviene tomar nota y actuar en consecuencia. Como me decía una amiga muy sabia el otro día: “para hacernos cargo de lo que significa Trump para los mexicanos, el modelo a seguir es el terremoto de 1985”. Tiene razón.
Esperar que el gobierno nos proteja frente al tsunami que se nos viene encima resulta, sobre la base de la experiencia acumulada, ingenuo.
Ojalá el gobierno reaccione. Lo más sensato sería asumir, con todo, que el gobierno seguirá pasmado y que nos toca a los ciudadanos actuar y organizarnos. Si los responsables del poder político se avispan tanto mejor; si no, al menos, habremos construido algunas líneas de defensa.
A los convencidos de que Trump se moderará, de que las instituciones de la democracia norteamericana le impedirán cumplir sus promesas de campaña, o de que los propios republicanos lo frenarán les recomiendo leer el discurso que pronunció Trump en Gettysburg en septiembre pasado sobre sus prioridades para sus primeros 100 días en caso de ser presidente y contrastar este, en particular en lo relativo a México, con su entrevista en el programa 60 minutos el domingo 13 de noviembre ya como presidente electo. Les sugiero también tomar en cuenta que, de acuerdo a los muchos estudios académicos al respecto, los presidentes de Estados Unidos, de 1968 a la fecha, han cumplido con cerca del 70 por ciento de sus promesas de campaña.
A continuación algunas primeras ideas sobre qué hacer frente a la muy seria amenaza que Trump representa para México.
En el plano interno:
1.- Exigirle al gobierno federal una respuesta inteligente, digna, templada y oportuna, pero evitar confiarnos en que logrará articularla.
2.- Construir coaliciones amplias y diversas en términos sociales, ideológicos y partidistas para identificar riesgos y vulnerabilidades críticas, así como para construir propuestas y estrategias operables. En concreto: hacer a un lado –por el momento– nuestras profundas diferencias, olvidar (aunque sea un rato) la obsesión con respecto a quién ganará el 2018, tender puentes, escucharnos recíprocamente y trabajar juntos para cuidar el país de todos.
3.- Desarrollar estrategias para recibir y aprovechar los activos de los que disponen los migrantes de retorno, tanto los que deportó Obama y que no hemos sido capaces de integrar al país como los que pudiese deportar Trump. Entre otros, exentar, de entrada, de requisitos tales como actas de nacimiento, CURP, certificados de estudio y demás a los migrantes de retorno en edad escolar para ingresar a las escuelas y las universidades mexicanas; ampliar los programas de repatriación para académicos mexicanos que residen actualmente en Estados Unidos; generar o fortalecer programas para recibir a científicos y académicos estadounidenses de alto nivel. En el ámbito laboral: simplificar al máximo los trámites y requisitos para que los migrantes de retorno puedan incorporarse al mercado laboral formal e impulsar iniciativas para que las empresas los recluten proactivamente; generar programas intensivos de capacitación para la enseñanza del inglés a fin de permitir que los migrantes de retorno que dominen esa lengua puedan convertirse en maestros de inglés; y diseñar mecanismos para identificar los perfiles y habilidades profesionales de los migrantes de retorno adultos y empatarlos con programas de desarrollo productivo a nivel regional.
4.- De cara a la caída de la inversión y a la posible abrogación del TLCAN: mirar al mercado interno y darle prioridad máxima a la generación de empleo.
En relación al vecino del Norte:
5.- Entorpecer y retardar lo más posible, (a través de acciones legales, por ejemplo), la concreción de aquellas decisiones y medidas del gobierno de Trump con mayores costos para México (migración, comercio e inversión, principalmente).
6.- Identificar aliados en distintos sectores y regiones de Estados Unidos, y generar alianzas con ellos en relación a temas migratorios, comerciales, medioambientales y culturales, entre otros.
7.- Emplear la amenaza de suspender la guerra contra las drogas por parte del gobierno en México como carta de negociación con el gobierno de Trump en temas distintos al de la seguridad.
8.- Desarrollar un sistema de monitoreo que permita a la autoridades mexicanas alertar a los viajeros y estudiantes mexicanos sobre incidentes de discriminación, acoso y violencia contra los mexicanos en Estados Unidos.
9.- Impulsar acciones que faciliten la emigración de los baby-boomers estadounidenses a México.
En relación al resto del mundo:
10.- Promover acercamientos y alianzas con el gobierno, el sector privado, las OSCs y la academia de Canadá.
11.- Identificar países y organizaciones aliados a nivel internacional para enfrentar los riesgos que implica Trump, y fortalecer vínculos y acciones con ellos tanto a nivel bilateral como multilateral.
Twitter:@BlancaHerediaR