En mi entrega del 17 de abril de 2013 traté de explicar la reacción del gobierno de Peña Nieto cuando desalojó a los maestros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero que habían cerrado la Autopista del Sol en Chilpancingo. La Policía Federal los desplazó en una operación con diseño y ejecución correctos. No hubo disidentes lastimados, pero las faltas a la ley que cometieron los manifestantes quedaron impunes.
Me parecía que el gobierno se había decidido a utilizar el “protocolo virtual” que usan las grandes potencias para reñir con “países problema” que desde la perspectiva de sus gobernantes representan una amenaza a su seguridad.
Esa estrategia consta de cinco tácticas que pueden concatenarse o empalmarse entre sí: 1) advertencia; 2) negociación; 3) sanciones; 4) uso limitado de la fuerza; y 5) guerra. Parece que después de que este gobierno le hizo mil concesiones a la CNTE, en especial a la sección 22 de Oaxaca, retoma ese protocolo virtual, esta vez con el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, a la cabeza.
Tras la “reconquista” del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca y de la sustitución de Emilio Chuayffet por Aurelio Nuño en la SEP, el subsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda —quien fue el encargado de otorgar mercedes a la S22— desapareció del panorama. El Presidente le otorga a Nuño el apoyo que nunca le dio a Chuayffet.
Primer procedimiento. El secretario Nuño declara a diario que no transigirá con la CNTE, que se sancionará a faltistas, y que quienes no se inscribieron para la evaluación del desempeño docente serán separados de sus plazas. “La Reforma Educativa marcha. Cumplir la ley es nuestra obligación”. Según los disidentes, eso es una agresión a quienes manifiestan su descontento; mas se guardan de señalar que éstos violan la ley.
Segundo procedimiento. Las negociaciones continúan. aunque discretas y en la escala local. Pero ahora el chantaje no funciona y las amenazas de los líderes de la Coordinadora de Nacional de Trabajadores de la Educación no intimidan a nadie, ni siquiera al gobernador de Oaxaca, Gabino Cué. Hoy el gobierno dicta los términos: “vamos a negociar como implementar la reforma” —dice Nuño— “no se dará marcha atrás”.
Tercer procedimiento. Las sanciones administrativas comienzan a rendir frutos. La SEP no pagará más de 80 millones de pesos a quienes se manifestaron el 2 y el 12 de octubre. Más aún, el gobierno no reconoce la mayor parte de las plazas que el subsecretario Miranda le otorgó a la S22. Además de disciplinar a miles de docentes, la “represión administrativa” le granjea puntos de legitimidad al gobierno. Según varias encuestas, la gente aprueba que el gobierno limite a la CNTE; gana credibilidad, aunque la pierda en otros terrenos.
Cuarto procedimiento. No que el gobierno —el Estado en general— intente recuperar el monopolio legítimo de la violencia, que según Max Weber sólo le compete a las instituciones; pero sí aprendió a usar la fuerza pública y a ejercer ámbitos de autoridad. El desalojo —en una operación tranquila— de los docentes que la semana pasada tomaron el IEEPO, el apresamiento de cuatro dirigentes medios y el anunció de que hay otras 29 órdenes de aprehensión, acaso contra los cabecillas, muestra que la estrategia gubernamental es consecuente. Con la reconquista del IEEPO, el gobierno modificó la correlación de fuerzas, lleva la iniciativa.
Si las cosas siguen por esa vía, el quinto procedimiento será innecesario. No habrá guerra. El gobierno no aniquilará a la CNTE, pero rebajará la autonomía política que sus dirigentes obtuvieron y los reducirá a una oposición testimonial. Sin embargo, como dictó Maquiavelo, en El arte de la guerra, si el gobernante no es consecuente con sus acciones el enemigo (los adversarios en este caso) recompondrán sus fuerzas y volverán al ataque.
No obstante, derrotar a la CNTE no implica que la Reforma Educativa tenga el camino libre. La oposición más difícil de derrotar está en las aulas. El gobierno no logra convencer a los maestros de base de que la mudanza institucional es en su beneficio; no le creen mucho. Reina la desconfianza, la incertidumbre y aun el miedo. Es la cobertura de cemento contra las innovaciones de las que hablaba Torsten Husen.
Lo peor: La SEP no tiene medios para llegar a escuelas y maestros; depende de los gobernadores estatales y de los cuadros del SNTE. Allí están los obstáculos de a deveras.