El valor del estudio en la tarea docente.
Miguel Ángel Pérez Reynoso
En el mes de mayo de 1992 se firmó el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB), dicho documento (que era sólo un acuerdo) trastocó a todo el sistema, lo zarandeó desde sus cimientos, la modernización se redujo a un ejercicio de descentralización, en donde la federación trasladaba la responsabilidad educativa a los estados: trasladaba compromisos y algunos recursos pero nunca el poder de decidir y de reorientar la tarea educativa. Bajo este marco y en ese acuerdo surgió la llamada carrera magisterial, que fue un sistema de estímulos salariales y de reconocimiento profesional al magisterio en servicio, pero como todo lo que sucede en este país su propuesta original pronto se pervirtió, de las tres vertientes existentes:
Primera: Maestros frente a grupo en todos los niveles de la educación básica.
Segunda. Directivos de dichos niveles.
Tercera. Personal habilitado a funciones de asesoría técnico – pedagógica.
Pronto el sindicato brincaría al quedar fuera (ya que muchos dirigentes sindicales en todos los años de su servicio nunca han pisado un aula de clase), impusieron la cuarta vertiente dirigida a los dirigentes sindicales.
La carrera magisterial dividía los 100 puntos que otorgaba como máximo en cinco vertientes:
- Antigüedad.
- Preparación.
- Examen de conocimientos.
- Asistencia a cursos del inventario que el propio esquema tenia y
- Proyectos especiales integración de niños con NEE etc.
Como muchas cosas que suceden en este país, la obsesión por los puntos cegó a un número importante de docentes que perdieron la perspectiva de lo que significaba realizar un trabajo de calidad. La categoría más alta era la letra E, realmente eran seis niveles incluyendo la plaza inicial, hubo personas que llegaron a la máxima categoría y se tiraban a la hamaca, ganaban bien pero no trabajaban en correspondencia al sueldo percibido.
La carrera magisterial desapareció con la nueva reglamentación cuando surge en el año 2013 la ley del Servicio Profesional Docente (SPD), que establece un esquema mucho más complejo e injusto. El SPD se fue hasta el otro extremo, concentró todo el reconocimiento en la aplicación forzada de las evaluaciones punitivas y dejó de lado la antigüedad y la formación (de hecho fue un esquema anti intelectual).
Ahora en el marco de la mal llamada Cuarta Transformación Educativa, está abierta la convocatoria para recibir propuestas en torno a las leyes secundarias de la reforma de la reforma y una de ellas es en torno a la Nueva Carrera Docente (NCD). En dicho esquema de reconocimiento profesional de los y las docentes, se antoja que se amalgamen los logros del pasado.
Es importante actuar en justicia y reconocer e incentivar las buenas prácticas pedagógicas, las que si cumplen con propósitos educativos y las que si garantieran aprendizajes significativos para toda la vida (la gran pregunta es cómo darnos cuenta de todo ello).
Considero que son tres rubros los básicos para crear un nuevo esquema:
- El valor de la experiencia docente reflexiva producto de los años de servicio, pero que dicha experiencia no sólo sea la acumulación de antigüedad sino la sistematización de la experiencia reflexionada.
- El valor del estudio y la especialización profesionalizante en la docencia. Para ello es importante recuperar la experiencia y las contribuciones de la UPN, de formar desde la práctica a los y las docentes. Por ejemplo la Maestría en Educación Básica (MEB); es una excelente área de oportunidad para contribuir en la profesionalización del magisterio. Dicha Maestría tiene grandes ventajas: está diseñada en el marco de analizar la reforma, privilegia proyectos de intervención para la mejora como opción de titulación, tiene como elemento vertebral el análisis y reflexión de la práctica, se concretiza (en términos de profesionalización) al profundizar en el conocimiento en la acción de uno de los seis campos formativos que estructuran la organización curricular de la educación básica. Ojalá y el nuevo esquema le dé mayor ponderación al estudio formal pero que pueda vincularse con evidencias de mejoras de y en la práctica, junto con la intervención en problemáticas socio – educativas del entorno escolar.
- Y en el tercer rubro se combinan dos elementos: la evaluación del desempeño docente que sirva para retroalimentar las áreas deficitarias de la misma junto con el catálogo de cursos.
El problema de los cursos y la capacitación a los docentes es que los maestros no aprenden a mejorar la práctica a partir de las sugerencias que provienen desde afuera, aprendemos a partir de reflexionar y movilizar los dispositivos personales sobre los cuales gira la propia práctica.
Muy pronto se dará a conocer lo que queda al final, ojalá y no sea de nuevo el mismo perro con una nueva correa.